domingo, 14 de agosto de 2016

El Laboratorio Gallego....

E.Juliana-El polifacético Alfonso Rodríguez Castelao (Rianxo, A Coruña, 1886-Buenos Aires, 1950), político, escritor, pintor y dibujante, lo intentó en los años treinta y estuvo a punto de conseguirlo: un partido galleguista de amplio espectro, independiente de los partidos españoles, para queGalicia conquistase la autonomía, siguiendo los pasos de Catalunya yEuskadi. Con muchos moderados en sus filas, el Partido Galleguista participó en el Frente Popular de 1936 con el compromiso de ver aprobado con rapidez el estatuto. El día que estalló la Guerra Civil, una delegación de políticos gallegos se hallaba en Madrid para presentar los resultados del plebiscito. Algunos comisionados decidieron no regresar a casa y los que volvieron, como Ángel Casal, alcalde de Santiago, fueron fusilados. Aquel estatuto nunca se aplicó y el Partido Galleguista se convirtió en un mito.
El espectro de Castelao, hombre de figura larguirucha e irónica, que los artesanos de Sargadelos han convertido en apreciada pieza de cerámica, suele aparecerse en los momentos más delicados y confusos. Acaba de ocurrir este fin de semana. Entre las brumas de la nueva política, Castelao se ha aparecido con un aro en la mano y Pablo Iglesias ha pasado por él. El partido Podemos se diluirá en la plataforma galleguista En Marea, renunciando a la fórmula de la coalición entre ambas organizaciones. Puede parecer un detalle menor, pero es un dato relevante en la actual fase de reorganización de los espacios políticos y electorales en España.
En Marea, protagonista de notables resultados en las tres últimas convocatorias electorales, será un sujeto político soberano, sin vínculos orgánicos con ningún partido español. La fórmula Castelao, aplicada a la izquierda de nuevo cuño. La obsesión de toda la vida de Xosé Manuel Beiras, socialista gallego que en 1977 se negó a asociarse con el PSOE. El espectro de Castelao, efectivamente. Beiras, hijo predilecto del galleguismo cultural de los años sesenta, una resistencia pacífica a Franco, sin presidente en el exilio, fundó un partido gallego soberano, llamado a construir un partido socialista federal con otras organizaciones similares (catalanes, andaluces, valencianos, madrileños, baleares...). Una alternativa joven al PSOE del congreso de Suresnes y al Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván. Felipe González y Alfonso Guerra maniobraron con mucha habilidad y ofrecieron un pacto al PSC, pieza clave de aquel proyecto alternativo. Joan Raventós le dijo un día a su amigo gallego: “Beiriñas, Beiriñas, hay que entrar en el PSOE”.
Beiras se negó y fracasó estrepitosamente. El disgusto le condujo a una grave depresión y a la construcción de un personaje volcánico e impredecible. Fue el gran contradictor de Fraga en Galicia. Fundó y levantó el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y lo abandonó al observar sus primeros síntomas de fatiga. Hace cuatro años puso en marcha una nueva plataforma, inspirada mitológicamente en la revuelta de los irmandiños, insurrección popular del siglo XV. Se alió con Izquierda Unida y dio voz a los jóvenes indignados. Pablo Iglesias estaba allí, como asesor electoral de IU, y sacó de los irmandiños la idea inicial de Podemos. Podríamos decir que Podemos nació en Galicia. Y ahora Beiras se jubila imponiendo duras condiciones a su joven amigo vallecano.
Iglesias ha tenido que aceptarlas. Si la división se consumaba, el peso de la derrota caía sobre sus espaldas. La fórmula del partido soberano se impondrá con casi toda seguridad en Catalunya. El nuevo partido catalán que promueve Ada Colau exigirá la disolución de Podemos en su interior. Iglesias quería evitar ese escenario en Galicia y ha topado con el espectro de Castelao, con la tozudez de Beiras y con el carácter firme del juez Luis Villares, candidato de En Marea a la presidencia de la Xunta de Galicia. Villares
ha ganado talla como galleguista. Los votos del eclipsado BNG
pueden ser suyos. Hay partido.
Consecuencias. En Marea se perfila como la segunda fuerza electoral en Galicia, por delante del PSdG-PSOE, cuyo candidato, Xoaquín Fernández Leiceaga, también rinde culto a Castelao. Para mantener la presidencia de la Xunta, el PP ha de revalidar la mayoría absoluta. Puede hacerlo. En las nueve elecciones autonómicas que han tenido lugar en Galicia desde 1981, sólo una vez no hubo mayoría de centroderecha. La división de En Marea y Podemos creaba un escenario idílico para el presidente Alberto Núñez Feijóo y abría una simpática perspectiva para el PSOE.
Más consecuencias. Mariano Rajoy deberá emplearse a fondo en Galicia, si el 25 de septiembre aún no ha conseguido la investidura. La revalidación de la mayoría absoluta del PP en el Parlamento de Santiago y un humillante resultado del PSOE serían el mejor viático para una investidura a principios de octubre.
Para el PSOE, las cosas se ponen un poco más cuesta arriba. Los socialistas pueden sufrir en Galicia y el País Vasco. Han de ir a esas dos batallas con ánimo ganador y eso casa mal con la abstención –ahora– en la investidura de Rajoy. Si no salen bien parados de la doble prueba del 25 de septiembre, la abstención en octubre puede ser aún más dolorosa. El espectro de Castelao también se ha aparecido a Pedro Sánchez.

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