La gente está demasiado endeudada y la solución es el sindicalismo
Los salarios han experimentado la mayor caída en Reino Unido desde
la época victoriana. La negociación colectiva puede ayudar a
recuperarlos, por el bien de los trabajadores y de la economía en
general.
Pasar noches en vela mirando al techo mientras
las preocupaciones bailan de forma obsesiva sobre la mente. Suspirar
profundamente antes de abrir la factura del gas. Renunciar a un plato
caliente para que tus hijos no tengan que hacerlo. Vivir con deudas
puede ser agotador y emocionalmente exasperante, y es la realidad diaria
de demasiadas personas.
Según un nuevo informe de la federación de sindicatos TUC,
3,2 millones de familias británicas gastan más de un cuarto de sus
ingresos totales en devolver préstamos no asegurados (es decir, sin
incluir las hipotecas). Para 1,6 millones de familias con endeudamiento
extremo, la radiografía es aún más desalentadora: más del 40% de sus
ingresos van a sus acreedores.
Esta es la experiencia que viven los británicos en
situación de pobreza laboral, los que sacan adelante el país con su
trabajo duro y les premian con pobreza e inseguridad. Los trabajadores
del país han sufrido la mayor caída de salarios desde que la reina
Victoria estaba en el trono.
Entre 2007 y 2015, los
sueldos reales se redujeron en un sobrecogedor 10,4%, la peor caída en
cualquier país avanzado con la salvedad de Grecia. Una deuda cada vez
mayor es el precio que han pagado muchos trabajadores británicos por el
catastrófico fracaso económico de George Osborne y sus colegas, entre
quienes estaba quien ahora es la primera ministra del país.
¿Cuál es la cura? El gobierno apuntará sin duda a un aumento del
salario mínimo, pero se espera que las modificaciones de los impuestos y
las prestaciones sociales dejen a muchos trabajadores peor en cualquier
caso en los próximos años. La implantación de un auténtico sueldo de
subsistencia –en lugar de un salario mínimo rebautizado como algo que no
es– ayudaría, y es de agradecer que los dos candidatos a liderar el
Partido Laborista estén comprometidos en ello. Pero es necesario
defender que los trabajadores se unan para garantizar una mejora de los
salarios: sindicalismo, en otras palabras.
Aun durante los años del boom
económico, los salarios estaban estancados o incluso en declive para
millones de empleados británicos. ¿Cuáles fueron las consecuencias? Para
empezar, se gastaron más miles de millones de libras de dinero público
en subsidios para quienes ya tienen un trabajo para compensar esa caída.
Pero en los años previos a la crisis, muchos trabajadores se endeudaron
más para mantener una calidad de vida que se les escapaba.
Eso no es bueno para los trabajadores, ni tampoco para la economía.
Pero fue en un momento en el que muchas empresas estaban presentando
grandes beneficios. No estaban compartiendo la riqueza con la fuerza
laboral que la creaba en primer lugar. ¿Y por qué deberían? Con un
sindicalismo tan abatido por las leyes punitivas y el declive
industrial, apenas recibían presiones para hacerlo.
En los países nórdicos, que los trabajadores estén afiliados a un
sindicato es la norma. Más calidad de vida y más igualdad de la que
tenemos en Reino Unido son dos de las consecuencias. Jeremy Corbyn –que
con casi total seguridad será reelegido como líder laborista el próximo
mes– ha desvelado propuestas como la negociación colectiva obligatoria
para las empresas que tengan más de 250 empleados. Una perspectiva así
ayudaría a elevar los salarios de los trabajadores, no solo por su
propio bien, sino también en beneficio de la economía británica.
Pero la defensa del sindicalismo no se puede dejar solo en manos de los
políticos: tenemos que enarbolarla todos nosotros. Hay que hacerla en
un lenguaje que resuene en los oídos de los millones de trabajadores no
afiliados, y especialmente en los de los más jóvenes, a quienes la
propia idea de sindicalismo les parece culturalmente ajena. La deuda de
las familias es una plaga en el Reino Unido moderno, y el sindicalismo
es una de sus curas.
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