Cristina Cifuentes ha presentado su dimisión. El 'caso máster' inició el fin de su carrera política. Y la puntilla se la ha dado el vídeo del hurto de 2011 en el que aparece ante unos guardias de seguridad tras haberse quedado sin pagar dos cremas de belleza de 40 euros. Pensaba vivir su última fiesta de la Comunidad el 2 de mayo y anunciar después su marcha. No ha hecho falta. Este miércoles ha comunicado en rueda de prensa que se marcha, que "da un paso atrás para evitar que la izquierda gobierne en Madrid". Ha tirado la toalla, consciente de que "el linchamiento personal" contra ella ha sido brutal y ante la imposibilidad de controlar qué más puede acabar saliendo en los medios. "Se abre una nueva etapa en la Comunidad de Madrid", señalaba simultáneamente Rajoy desde el Congreso.
La ya expresidenta regional comunicó su decisión a sus consejeros esta mañana. No ha hecho falta siquiera que Mariano Rajoy le haya pedido personalmente que renuncie, como retó la expresidenta: "sólo me iré si él me lo pide". Al final Cifuentes ha cumplido su palabra -empujada por la publicación del vídeo del hurto- y ha decidido abandonar la presidencia de la Comunidad de Madrid para que el PP no pierda el Gobierno regional... y para que no sigan apareciendo más 'exclusivas' que le sigan destrozando en lo personal. La amenaza de Ciudadanos estaba a punto de cumplirse apoyando la moción de censura presentada por el PSOE y que tenía como fecha límite el próximo día 7.
Ahora habrá que ver quién la sustituye, aunque todas las quinielas apuntan a su número dos, el consejero de Presidencia y Justicia Ángel Garrido. Cifuentes deja así la primera línea de la política madrileña tras casi 40 años en el PP. Su presidencia en el PP de Madrid también está en el aire. El 'caso máster' se la ha llevado por delante. Ella ha defendido durante estas semanas que no cometió ninguna irregularidad y que obtuvo este grado universitario cumpliendo la normativa, pero las informaciones periodísticas y las investigaciones iniciadas por la Universidad Rey Juan Carlos y la Fiscalía de Madrid han pesado como una losa.
También la presión mediática y política. El PSOE presentó una moción de censura, avalada por Podemos. Ciudadanos no tardó en pedir su cabeza amenazando con apoyar también esa moción y darle el Gobierno a la izquierda. Y el PP ha ido poco a poco perdiendo su confianza hasta que el vídeo de este miércoles ha dejado "horrorizados" a sus enemigos en el partido, dando alas a todos los que aseguraban que era indispensable que se apartara para conservar el Ejecutivo regional e intentar rearmar el partido para las próximas elecciones de 2019.
Cristina Cifuentes (Madrid, 1964) se afilió a Alianza Popular en 1980, con 16 años. Antes de ser diputada regional por primera vez en 1991 ya era asesora del grupo parlamentario. En la Asamblea ha sido secretaria de la Mesa, portavoz adjunta de su grupo y vicepresidenta primera (cargo con el que adjudicó el polémico contrato de la cafetería). Con Aguirre primero, y González después, nunca tuvo hueco en el Ejecutivo autonómico, aunque sí en el partido, donde fue nombrada secretaria territorial y presidenta del Comité de Derechos y Garantías (una especie de asuntos internos), además de ser miembro del comité de dirección del PP de Madrid.
Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, tiene dos másteres (uno de ellos el ya famoso de la Rey Juan Carlos que ya no figura en su CV y al que ha pedido renunciar). Siempre ha estado ligada al ámbito académico. Formó parte del Claustro Constituyente de la Complutense, donde además es funcionaria y fue directora de un colegio mayor para alumnos colombianos. También estuvo en el consejo de administración de la Universidad Rey Juan Carlos (1996-2000), hoy su universidad maldita.
El PSOE presentó una moción de censura, avalada por Podemos. Ciudadanos no tardó en pedir su cabeza amenazando con apoyar esa moción
En enero de 2012 fue elegida delegada del Gobierno en Madrid, el verdadero punto de inflexión en su carrera hacia el estrellato político. Es cierto que ya era asidua en algunas tertulias y empezaba a explotar las redes sociales, pero su llegada a la sede de la calle Miguel Ángel (y el acierto en el fichaje de sus colaboradores) sirvió para que el gran público conociera al nuevo personaje político que se estaba fraguando: la nueva figura del PP que se declaraba republicana, defensora del matrimonio homosexual, agnóstica y el nuevo verbo progresista de los populares. Una etapa, no obstante, personalmente muy difícil (por su accidente de tráfico) y políticamente convulsa por el nacimiento del 15-M y las mediáticas protestas frente al Congreso que sirvieron para presentar otra faceta de nuestra protagonista: una delegada implacable.
En octubre de 2014 se destapó la Púnica (cayó Francisco Granados) y el 'aguirrismo' entró en fase terminal. El ático de González (preludio de lo que vendría después con el caso Lezo) ayudó también para que Mariano Rajoy la eligiera para la presidencia de la Comunidad. A pesar de las trabas que el PP de Madrid (que aún no controlaba) le puso durante la campaña electoral, Cifuentes consiguió mantener la región para el PP (aunque sin mayoría absoluta) y el 'cifuentismo' empezó a fraguarse. Luego se puso al frente de la gestora del PP madrileño y en marzo de 2017 se hizo con la presidencia del partido, 37 años después de que la joven Cristina se afiliara a AP.
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