REDACCIÓN
Diga lo que diga el Gobierno central, el nunca zanjado debate sobre la proliferación de eucaliptos en los montes asturianos sigue vivo. Diversos grupos y partidos del ámbito conservacionista reaccionaron este jueves pidiendo un alto definitivo a la plantación nuevos ejemplares frente a la decisión del Ministerio de Medio Ambiente de ignorar las recomendaciones de su propio comité científico para declarar a las variedades de origen australiano como invasoras en España y susceptibles de erradicación. Para los asturianos que han participado en las discusiones de los últimos 30 años, la cuestión no admite dudas: se trata de una especie que, además de no ser autóctona, empobrece los suelos, dificulta la vida animal y vegetal en los bosques y acelera la expansión del fuego en caso de incendio. La postura de la Administración, aunque causa enfado, no es, sin embargo, motivo de sorpresa. Sigue la misma línea de siempre.
«Como intentamos ser realistas, ya ni nos planteamos que se quiten los que hay. Eso sí, que no se plante ni uno más y que se atienda a los que existen, porque su abandono es muy peligroso», resume Fructuoso Pontigo, de la Coordinadora Ecoloxista. Quien lo intentó fue el alcalde del municipio coruñés de Teo, situado al sur de la provincia, cerca ya del límite con Pontevedra, que el año pasado se rebeló contra el monocultivo en los montes de su concejo y pidió al Gobierno la inclusión de los eucaliptos en el catálogo de especies exóticas invasoras. El comité científico del Ministerio, formado por un grupo de expertos de prestigio, le dio la razón. Pero, en el nivel político, el Gobierno decidió no seguir esa recomendación e incluso cuestionó las motivaciones y los posibles prejuicios del grupo de científicos. El resultado es que los eucaliptos han recibido un indulto.
En Asturias, sin embargo, gracias a las atribuciones del Gobierno autonómico en materia forestal, se instauró una moratoria durante el tiempo en que Los Verdes, el partido antecesor de la actual Alternativa Verde por Asturies-Equo, ocupó la Dirección General de Política Forestal y la dirección del Banco de Tierras en el último gabinete de Vicente Álvarez Areces. A pesar de aquella pausa y de que la situación no alcanza la gravedad que tiene en Galicia, los eucaliptos han ganado mucho terreno. Ocupan ya casi 70.000 hectáreas y son la especie más presente en la masa forestal de la región, aunque su peso relativo es motivo de debate. El último inventario forestal nacional les atribuye menos peso del que calcula la Universidad de Oviedo a través del Indurot. En todo caso, representan, como mínimo, cerca de la quinta parte de todos los árboles que crecen entre la cordillera y el Cantábrico. Su expansión sigue a tal ritmo que en el 2018 ya se ha superado la superficie que el plan forestal vigente calcula que ocuparían en los años posteriores al 2050.
«Lo del Ministerio siempre es igual. Contesta a pruebas científicas con cualquier argumento y sigue adelante. Pero está más que demostrado que los eucaliptos dejan un vacío a su alrededor», señala Nacho González, coportavoz de Alternativa Verde-Equo. «Lo que sucede es que se nos han ido de madre porque ofrecen un aprovechamiento rápido y cómodo». Los eucaliptos crecen rápido en sus primeros años y permiten cortas frecuentes, lo que los convierte en una inversión que producen retornos rápidos en comparación con especie como el nogal o el castaño, que, sin embargo, los conservacionistas consideran no solo más sostenibles, sino también más rentables a largo plazo. «Dan dos vías de ingresos: la madera y el fruto», argumenta Pontigo.
El problema con los eucaliptos es que suponen el equivalente vegetal de la especulación financiera. Dan rendimiento rápido, pero después de la tercera corta, aproximadamente cuando ya tienen 30 años, dejan de ser rentables. Ya no sirven para fabricar papel, la calidad de su madera para fabricar muebles, tarimas o parqués ni se aproxima a la de otras opciones y, como biomasa, su valor es inapreciable. Abandonados, crecen de forma incontrolada, asfixian a otras especies, expulsan a las aves de los bosques y, por su carácter altamente inflamable, se convierten en una amenaza si estalla un incendio. Portugal, después del trágico balance del año pasado, ya ha emprendido un plan para arrancar algunos y reducir su presencia en el país.
La presencia de los eucaliptos es irregular en Asturias. Ocupan grandes extensiones junto a la costa, donde se concentra el problema (Pontigo afirma que el 90% de los árboles que crecen en el concejo de Villaviciosa son eucaliptos), y mucho menores en el interior. La variedad globulus, la que se usa en el Principado, es resistente a muchas cosas, pero no al frío y a las heladas de los inviernos cantábricos y no sobrevive en altitudes superiores a 500 metros sobre el nivel del mar. Por eso los conservacionistas consideran vital frenar los intentos, que ya se han producido, de introducir subrepticiamente la variedad nitens, mejor adaptada a las temperaturas bajas y capaz de colonizar incluso esas tierras altas que hasta ahora han escapado a su influencia.
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