«Si alguien quiere quitarse la vida con un vegetal, el tejo es el candidato ideal»
Ignacio Abella, naturalista y escritor, lanza un mensaje de «tranquilidad: nadie muere intoxicado de esta manera si no se busca»
Incluso Agatha Christie incluía en sus novelas sobre crímenes los poderes del tejo para envenenar a sus personajes. No solo la dama del crimen puso su mirada en la capacidad tóxica de este árbol. Ya Lucio Anneo Floro - historiador romano del siglo I- escribía en sus textos la historia de un grupo de astures, cántabros y galaicos que protagonizaron un suicido colectivo con hojas de tejo para evitar caer en manos de los romanos tras una batalla. Ignacio Abella, naturalista y escritor, experto en tejos, lanza «un mensaje de tranquilidad a la población». «Los árboles avisan y nadie va a ingerir por casualidad cien gramos de tejo porque si no es intencionado con el primer contacto, lo escupe, tiene un sabor amargo; es materialmente imposible que alguien tenga una muerte tóxica de tejo si no es un acto voluntario», considera el experto, que añade que si una persona pretende quitarse la vida con una sustancia tóxica de origen vegetal «el tejo es el candidato ideal, con una infusión muy cargada, con unos dos gramos por kilo, el resultado es mortal».
Pero no solo afecta a los humanos, también a los animales, «aunque con muy distintos resultados». «El caballo es una de las especies más afectadas a lo largo de la historia, principalmente porque los propietarios los dejaban atados a los troncos, junto a iglesias, en sitios públicos», relata. «Lo principal es que la gente sepa que morir intoxicado por ingesta de tejo es algo imposible si no se busca», dice.
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