Carlos Torres queda liberado como presidente ejecutivo de la presión de tomar una decisión con Francisco González. El banquero gallego, tras más de dos décadas en el banco, ha dejado “temporalmente” sus cargos de presidente de honor de la entidad y máximo responsable de la fundación justo antes de una junta general de accionistas que se anticipaba caliente por la onda expansiva del caso Villarejo. Algunos sectores en Bilbao le tienen ganas a FG desde hace tiempo y esta ocasión se anticipaba idónea para una 'vendetta'.
El daño reputacional, el malestar de directivos y la presión de autoridades y supervisores han provocado que González (Chantada, Lugo, 1944) se desvincule de BBVA. Al menos, hasta que concluyan “las investigaciones en curso”, según una carta que envió a su predecesor este jueves, y que publicó Europa Press. FG inició una investigación interna que Torres amplió con un análisis externo encargado a PwC, Garrigues y Uría que concluirá en un informe ‘forénsic’.
Las especulaciones se habían disparado en los últimos días, ya que la situación se estaba “desbordando”, tal y como transmitió el propio Banco Central Europeo (BCE) en Las Tablas (Madrid), cuartel general de la entidad aunque su sede social sigue en Bilbao. Este viernes se celebra la primera junta de accionistas con Carlos Torres como presidente ejecutivo y su inesperada apuesta como consejero delegado, el turco Onur Genç.
FG finaliza un periplo de más de dos décadas en BBVA por las informaciones sobre la operación Trampa, publicadas por El Confidencial y por ‘Moncloa.com’, según las cuales el banco habría contratado al comisario Villarejo (empresa Cenyt) para un espionaje masivo por medio millón de euros con el fin de evitar el asalto de Sacyr entre 2004 y 2005.
Este órdago estuvo orquestado por empresarios vinculados a la constructora y afines al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como Luis Rivero o Juan Abelló, y por el jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Miguel Sebastián. Asimismo, documentación interna de BBVA a la que tuvo acceso El Confidencial mostró que el banco pagó al comisario, en prisión preventiva desde noviembre de 2017, por auditar el riesgo de un crucero privado de FG por Turquía en julio de 2016.
La vinculación de BBVA con Villarejo ha provocado un daño reputacional a la entidad y el enésimo golpe a la reputación de la banca. Banqueros de otras entidades, ajenas a este proceso, admiten que el público no suele diferenciar entre las prácticas de los diferentes bancos. Además, el caso FG-Villarejo ha condicionado el inicio de la presidencia de Carlos Torres, que asumió el cargo el 1 de enero como ex de McKinsey, con perfil tecnológico, promocionado por FG, a diferencia de las salidas traumáticas de los dos consejeros delegados anteriores,José Ignacio Goirigolzarri y Ángel Cano.
Pérdidas para los accionistas
Este viernes, Torres ‘se sienta’ por primera vez con los dueños de BBVA, que no solo están viendo cómo se daña la imagen de su banco en los últimos meses sino que soportan profundas pérdidas con su inversión. La entidad se desplomó en bolsa un 32% el año pasado, aunque repunta en 2019 un 14%. En cualquier caso, el banco está muy castigado en el parqué, en el que cotiza a 0,7 veces el valor en libros, y con un PER (veces que se repite el beneficio por acción en el precio) de ocho veces, en ambos casos por debajo de la media de sus pares aunque al mismo nivel que Banco Santander.
Sin embargo, en la comparativa histórica de la evolución de BBVA y el banco cántabro, sale perdiendo el primero con mucha diferencia. Entre 2001 y diciembre de 2018, periodo en el que FG ha mantenido la presidencia única del banco, la entidad pierde en bolsa un 14% ajustando la cotización por dividendos y ampliaciones, frente a las ganancias del 28% del Santander. Frente a este resultado dispar, González y los Botín coinciden en haber protagonizado varias operaciones de ampliación de capital para crecer o reforzar su solvencia con las que han obligado a los accionistas a perder dinero o diluirse.
FG asumió la presidencia de Argentaria en 1996, impulsado por el Ejecutivo de José María Aznar, que promovió la fusión de la entidad pública con BBV. González compartió presidencia en los inicios con Emilio Ybarra, pero aprovechó el escándalo de las cuentas de consejeros rivales de Neguri en Jersey para quedarse al mando en solitario en 2001. De hecho, dejó a Ybarra sin pensión. En su caso, el banquero de Chantada tiene una pensión acumulada de 80 millones.
Durante su mandato, ha tenido tres consejeros delegados, Goirigolzarri, Cano y Torres. En manos de este último queda liderar la limpieza de la imagen de BBVA y la remontada en bolsa, cuestión que al final es la que más preocupa a sus accionistas. Desde que el ex de McKinsey y Endesa —donde trabajó a las órdenes de Manuel Pizarro, mentor de FG— se convirtió en CEO en 2015, las acciones del banco caen un 27%, frente al descenso del 20% para el Santander, aunque en línea con el Euro Stoxx Banks.
Torres ha sido siempre uno de los grandes convencidos de la necesidad que tienen los bancos de digitalizarse, proceso en el que trabajó FG y al que dedicó esfuerzos para ser recordado por ello, aunque las caídas en bolsa y, sobre todo, la crisis por Villarejo se han interpuesto. De hecho, la digitalización ha permitido a BBVA mejorar su eficiencia, que alcanzó en 2018 el 49,3% (costes sobre ingresos, cuanto más baja mejor). La segunda más reducida tras la del Santander.
Retos de Carlos Torres
El flamante presidente ejecutivo, que se estrena ante los accionistas, siempre destaca en sus apariciones el crecimiento de los clientes digitales o las contrataciones por el canal 'online' como las claves de la estrategia del banco. Torres llegó a decir en 2016 que a largo plazo no tiene sentido tener 3.800 oficinas en España, sino que bastaría con 1.000. Esta declaración en un foro internacional fue malinterpretada, según él, ahondando en el receso que ha mostrado con la prensa, ya que es el único consejero delegado —cuando lo era— de la gran banca española que evitó las presentaciones presenciales ante periodistas en los resultados trimestrales.
Para afianzar este proceso de digitalización y dar un vuelco a la situación reciente de BBVA, marcada por la crisis abierta con la relación conocida que tuvo con Villarejo, prepara cambios en el consejo. Tal y como avanzó El Confidencial, busca perfiles para los próximos meses. De hecho, en 2020 tendrá que acometer la renovación de un tercio del consejo: José Manuel González-Páramo, Carlos Loring Martínez de Irujo, Susana Rodríguez Vidarte, Tomás Alfaro y Lourdes Máiz, algunos de los cuales llevan en el cargo desde hace 15 años.
Ya en su primera reordenación de la cúpula directiva, Torres cedió poderes ante su apuesta como consejero delegado, el turco Onur Genç, para contentar al BCE, que quiere separación de poderes entre presidente y CEO. La cúpula de BBVA ha tenido varios encontronazos con los supervisores o autoridades, como la decisión de no participar en la creación del banco malo (Sareb) pese a la presión de Luis de Guindos.
Precisamente, el ahora vicepresidente del BCE señaló a BBVA entre los bancos que necesitan más capital tras los test de estrés, lo que provocó quejas de la entidad sobre el exministro en Fráncfort. Todavía no había explotado la vinculación entre Villarejo y BBVA, lo que dinamitó a la postre que el BCE haya presionado a la cúpula de BBVA para atajar la crisis Villarejo. Y una de las formas más evidentes es que FG se eche a un lado.
Entre los retos de Carlos Torres, también está recuperar la confianza del mercado en su distribución geográfica. Esta diversificación ha servido a BBVA para publicar una rentabilidad sobre el capital (ROE) de dos dígitos, entre las más altas del sector, y asegurar el crecimiento del beneficio, que alcanzó los 5.234 millones en 2018, la cifra más alta desde 2007. Eso sí, el beneficio por acción es aún un 44% menos que entonces.
Esta presencia internacional de BBVA ha sido un hándicap para su cotización, por la incertidumbre política y la volatilidad de la divisa de varios de sus principales mercados, como México o Turquía, apuesta defendida por Torres con firmeza. La entidad posee el 49,85% de Garanti, posición construida entre 2011 y 2017 con 7.000 millones de euros invertidos, pero que actualmente vale en bolsa 3.000 millones. La entidad tiene la participación contabilizada en libros en 5.500 millones, tras reconocer un deterioro contable de 1.500 millones. Que será mayor si no remonta en bolsa, algo para lo que Torres tendrá que derivar la energía que le quede tras disipar el fantasma de Villarejo sobre el banco.
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