martes, 2 de abril de 2019

El Santander busca salir del atolladero....

Banco Santander acaparará esta semana los focos con su nuevo plan estratégico. La entidad que preside Ana Botín publicará en Londres su guía de 2019-2021 con retraso, ya que estaba prevista inicialmente para finales de 2018, y después para febrero. Por medio se cruzó el fichaje fallido de Andrea Orcel.
La entidad cumplió con los objetivos de su plan vencido (2016-2018) en el último momento. El hito más importante en este periodo fue la integración de Banco Popular tras una ampliación de 7.000 millones. El banco ya realizó un ajuste de 1.100 empleados en servicios centrales, y el mercado da por hecho otro ajuste de unos 3.000 trabajadores para adelgazar la red de oficinas y aprovechar ya las sinergias.
Precisamente, la suma del Popular empeoró la ratio de eficiencia (costes sobre ingresos, cuanto más baja mejor), y cerró en el 47,3% en el cuarto trimestre de 2018, tres décimas por encima del objetivo del anterior plan estratégico, aunque en el conjunto del ejercicio lo cumplio con un 47%. Las entidades están presionadas para mejorar esta variable por la vía de costes ante la dificultad que tienen de mejorar su base de ingresos en Europa con los tipos bajos.
El mercado espera un expediente de regulación de empleo (ERE) de hasta 3.000 personas. Aunque el objetivo es mejorar la eficiencia en el futuro, a corto plazo cualquier recorte de empleo implica gastos de reestructuración, por lo que “será importante la evolución esperada de la red en España tras la incorporación del Popular”, comenta Nuria Álvarez, analista de Renta 4.
En la parte de ingresos, los analistas señalan la evolución del margen de intereses a partir del crecimiento previsto del crédito y de las proyecciones para las diferentes economías donde opera el Santander. En el primer caso, el coste del riesgo será clave —provisiones respecto al ‘stock’ de crédito—, mientras que en el segundo se enfocarán en las perspectivas para Latinoamérica y para la división de consumo como palancas de crecimiento ante la nueva guía del Banco Central Europeo (BCE) de tipos bajos durante más tiempo y la incertidumbre en Reino Unido por el Brexit.
Las variables anteriores determinarán el objetivo de beneficio. Santander cumplió en el último momento con la meta de un crecimiento a dos dígitos de las ganancias por acción, que alcanzaron en 2018 los 0,449 euros, un 11,2% más que en 2017, pero aún un 62% por debajo de 2008. El beneficio del año pasado alcanzó en total los 7.810 millones.
Banco Santander ya adelantó que tendrá como objetivo un retorno sobre el patrimonio tangible (ROTE) de entre el 13% y el 15%, frente al 11,7% del año pasado. La entidad suele usar como referencia esta variable, mayor que el ROE —retorno sobre el capital—, que es en la que se fija el mercado para evaluar si cubre el coste del capital. Este indicador es variable, pero de forma implícita el de Banco Santander ha subido hasta el 12,5%, teniendo en cuenta que cotiza con un PER (veces que se repite el beneficio por acción en el precio) previsto de ocho veces para diciembre de este año, según el consenso de Bloomberg.

Foco en el capital

El banco cántabro también señaló que se impondrá una meta de capital de máxima calidad (ratio CET1 ‘fully loaded’) de entre el 11% y el 12%, frente al 11,3% de 2018. La entidad apuró hasta el último año para subir del 11%, algo que consiguió gracias en parte a 27 puntos básicos de haber aplicado la disposición transitoria de la norma contable NIIF 9.
En cualquier caso, este objetivo es poco ambicioso desde el punto de vista de los supervisores y los inversores, que piden a las entidades alcanzar el 12%. El Banco de España (BdE) ha sido claro y explícito al sacar los colores a los bancos españoles recordando que están a la cola de Europa en sus niveles de capital, pese a ser de los que menos sufren deterioro en la simulación de los test de estrés y estar en la media en apalancamiento. Santander necesitaría al menos 4.000 millones de capital para alcanzar el 12% o reducir su nivel de activos ponderados por riesgo.
En un hecho relevante inesperado, Santander abrió la puerta al ‘scrip dividend’, la vía de pagar dividendos con acciones, por la que ha ampliado capital en un 24% del nivel actual durante la última década. Paralelamente, elevó el ‘pay out’ del 30-40% al 40-50%, aunque no evitó sufrir en bolsa con ello. “Es más que probable que para alcanzar esa ratio de capital reculen en la estrategia de dividendos que habían promulgado en los últimos años, y decidan retomar los dividendos flexibles que tanto habían criticado hasta ahora”, arguye Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank. “Tras haber gritado a los cuatro vientos que en 2019 solo habría dividendos en efectivo, la realidad les podría obligar a retomarlos si quieren mantener o elevar el ‘pay out”, agrega.
Banco Santander lleva tiempo poniendo el énfasis en la digitalización, como antes hizo BBVA, con lo que es probable que este miércoles se centre en profundizar en este mensaje. Otra clave estará en los objetivos de emisiones para cumplir con los requisitos de MREL, después de haber revolucionado el mercado de deuda anticrisis al convertirse en el primer banco europeo que no amortizó un CoCo, y en un contexto en el que han aumentado los costes de financiación. Porque, de fondo, aumenta la desconfianza en la banca.

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