El Ayuntamiento de Oviedo reformará la zona azul el año que viene para mejorar la movilidad
Será el tercer intento de cambiar el actual sistema, para permitir sanciones, incluir vehículos eléctricos y la tarjeta de residente
2021. Ese es el año en el que el nuevo equipo de gobierno prevé tener en vigor la nueva zona azul. Se trata de un proceso complejo que requiere reformar la ordenanza fiscal de estacionamiento y a la vez modificar o implantar un nuevo contrato de servicio. Tan complejo, que los dos anteriores equipos de gobierno fracasaron o dieron marcha atrás en el intento. «Para el próximo año, es imposible, no nos da tiempo», explica el concejal de Economía, Javier Cuesta. El diseño de una nueva ordenanza fiscal debe hacerse de forma más o menos acompasada al cambio del contrato, de la primera dependen los ingresos de la concesionaria, Eysa, y también casi el 2% de la recaudación municipal. «Queremos introducir bonificaciones o exenciones para los vehículos no contaminantes, por ejemplo, que no están previstos ahora», añade Cuesta. Si los coches híbridos o eléctricos pagan menos o no pagan habrá menos recaudación. El trabajo, forzosamente, deberá coordinarse entre las concejalías de Economía y de Urbanismo y Medio Ambientes, dependiente esta de Nacho Cuesta, de cuyo área 'cuelga' el contrato.
El vicealdalde piensa, además, en la necesidad de «adaptar el servicio a nuevas realidades como los coches de movilidad compartida» que han desembarcado este mes en la ciudad, pero tienen sus bases lejos de las zonas de mayor demanda por la existencia de las marcas azules; y como las tarjetas de residentes o la creación de nuevas tarifas, o regímenes de estacionamiento regulado, como zonas de corta estancia.
En todo ello, ya pensaban los anteriores equipos de gobierno. El liderado por Agustín Iglesias Caunedo, licitó el contrato en base a todo ello. La amortización de los nuevos parquímetros y equipos en los primeros años o la compatibilidad del sistema con el que emplea la Policía Local... Todo estaba estructurado para que la zona azul de Oviedo se pareciese mucho más a la que impera en ciudades como Santander, Coruña o Madrid. Con distintas zonas y tarifas, con posibilidad de recuperar el dinero no consumido y con la seguridad de que el exceso de tiempo se sancionaría como estacionamiento indebido.
Al equipo de gobierno del PP se le echó encima el calendario electoral dio pasos, pero no se atrevió a implantarlo en 2015. Sus sucesores heredaron el borrador y se pusieron a revisarlo, marcando nuevas prioridades. En 2017, el Ayuntamiento aprobó, junto con el resto de ordenanzas fiscales, un cambio sutil, pero que habilitaba a los controladores de la zona azul a poner multas por estacionamiento indebido a los coches que excedan el tiempo autorizado de aparcamiento.
En realidad, el cambio ni siquiera decía que pudiesen poner multas, porque esta es una potestad, la sancionadora, reservada a la Policía Local y a los funcionarios públicos. Lo que harán, y así lo recoge aún el texto de la ordenanza, es «comunicar» la «infracción» a la Policía Local. De hecho, el personal de la concesionaria recibió formación en resolución de conflictos hace ya cuatro años largos, bajo el mandato del PP, en previsión de que a los conductores no les gustase mucho encontrarse en el parabrisas sanciones de 90 euros a partir de entonces.
El tripartito no pasó de ahí. Infraestructuras barajó un borrador de la ordenanza que incluía novedades como la creación de tres zonas de estacionamiento con tarifas y tiempos máximos distintos, la implantación de la tarjeta de residente o la posibilidad de recuperar el dinero no consumido del tiempo de aparcamiento. Eso en el lado positivo. Menos popular, confirmaba un régimen sancionador mucho más duro, en el que los controladores de la concesionaria impondrán sanciones de 90 euros por estacionamiento indebido o por excederse del plazo marcado por el tique, aunque estas últimas podrán anularse previo pago de una tasa antes de dos horas. En una fórmula muy similar a la que han aplicado otras ciudades recientemente como Santander o Lugo.
La revisión de la ordenanza reguladora se incluyó en el plan normativo de 2017 -en el conjunto de normas que el Ayuntamiento anuncia su intención de aprobar- pero no salió adelante. Chocó entonces con los cambios que proponía el Plan de Movilidad Urbana Sostenible y quedó en un cajón. 2018, víspera electoral confirmó el olvido.
Ventana de oportunidad
2021 es en realidad el último año en el que parece viable la aprobación de los cambios. El siguiente vuelve a ser víspera electoral y cambios así son munición para cualquier oposición. Y eso que el objetivo de los tres intentos de reformar la ordenanza es común y loable: desincentivar el uso del coche en el centro de Oviedo, aumentar la rotación de las plazas y acabar con las infracciones a esta ordenanza y a la de Tráfico, ya que los controladores también comunicarían a la Policía Local los estacionamientos indebidos en doble fila, carga y descarga o sobre las aceras dentro de sus zonas.
Entre otras medidas, se baraja crear una zona más, con un tiempo de estacionamiento muy limitado -45 minutos como máximo- que se aplicará en las calles del centro o zonas de gran afluencia de vehículos. Otra permitiría estacionar un máximo de cuatro horas y habría una tercera, intermedia para algunas zonas de los barrios. Además de facilitar el estacionamiento de los vecinos en el entorno inmediato de sus viviendas mediante una tarjeta de residente.
Lo que es seguro, también, es que elevará los ingresos municipales. En 2018, ascendieron a 3,35 millones de euros y otros 1,2 fueron a parar al bolsillo de la concesionaria que gestiona las más de 2.700 plazas de aparcamiento regulado. Si hay multas, crecerán mucho más.
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