viernes, 20 de septiembre de 2019

Pedro Sanchez...calamitoso.

Pedro Sánchez está preocupado por las horas de sueño de los españoles. Tras una dura jornada de trabajo, los ciudadanos tienen derecho a un descanso reparador que no debe ser alterado por la composición del Consejo de Ministros. 
–Cariño, ¿qué te pasa? ¿No puedes dormir?
–No lo sé, ¿te has preguntado cuántos másters tiene el nuevo ministro de Unidas Podemos?
–Deja de decir tonterías.
–Ya, pero ¿y la estabilidad?
El líder del PSOE dio una entrevista en La Sexta en la noche del jueves para ir macerando los temas que marcarán su campaña electoral. No se puede decir que fuera el inicio de su campaña, porque eso lo hizo en una rueda de prensa en Moncloa. Aun así, una entrevista en 'prime time' televisivo siempre tiene más impacto, al menos entre los ciudadanos muy interesados en la política, que ahora son menos que en abril.
Sánchez podría ser hoy presidente del Gobierno si hubiera aceptado la exigencia de Podemos de formar parte de un Gobierno de coalición. Por tanto, una de las líneas maestras de su campaña consistirá en explicar a sus votantes por qué rechazó esa opción. Por lo escuchado en la entrevista, su argumentación consistirá en decir que los de Podemos son unos 'piernas' que no saben lo que es gobernar, y si los dejas solos, te montan un cataclismo que pone patas arriba al Gobierno.
De ahí su comentario sobre el peligro de insomnio. "No dormiría tranquilo por la noche" si el Gobierno tuviera un ministro de Hacienda elegido por Podemos, "al igual que el 95% de los españoles". Sabemos que el motivo final de la ruptura de las negociaciones se produjo cuando Podemos reclamó el Ministerio de Trabajo –uno de los ministerios de menor peso político en casi cualquier Gabinete porque está sometido a las directrices del Ministerio de Economía–, pero Sánchez pensó que daba más miedo si se refería al de Hacienda.
Si la composición del Gobierno tiene una relación directa con el descanso nocturno de los españoles, la situación ya es ahora mismo muy grave. En el sondeo del CIS de enero, los encuestados puntuaban con un 3,6 a la actual ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, lo que viene a ser un suspenso claro y rotundo. Sería injusto centrar las críticas en Valerio, porque los demás miembros del Consejo de Ministros no gozaban de notas muy elevadas. Ábalos, Calviño y Montero –vaya, la ministra de Hacienda– tenían una décima menos. 
No consta que los españoles hayan dejado de dormir en 2019. Eso sería más grave que tener que celebrar nuevas elecciones.
El mensaje fundamental de Sánchez en la entrevista no era ese. Para encontrarlo, hay que fijarse en los primeros minutos de la conversación, cuando el entrevistado distribuye las frases que lleva preparadas. En esos minutos, Sánchez dejó claro qué es lo que quiere que entiendan los españoles sobre la prioridad a la hora de votar: "Cerrar esta fase de inestabilidad política de los últimos cinco años".
Lo dijo tres veces. Hay que poner fin a este sindiós de la inestabilidad provocado por la irrupción de nuevos partidos que han acabado con esa fase plácida de la democracia española a la que llaman bipartidismo cuando el partido que ganaba las elecciones hacía lo que le salía del BOE. 
Todo este rollo de los gobiernos de coalición, de los pactos de legislatura, es un incordio que hay que clausurar. Frases parecidas se le escucharon a Mariano Rajoy, que siempre dio por hecho que al final los votantes colocarían a los nuevos partidos en su sitio y que todo volvería a ser como antes. 
Como en los 80 y los 90, cuando los españoles dormían a pierna suelta. 
Le preguntaron a Sánchez por la posibilidad de que Íñigo Errejón se presente a las elecciones generales con su nuevo partido, hasta ahora sólo madrileño. Llevaba preparada la respuesta. No podía decir que estaba a favor de esa posibilidad, pero sí dijo que cree que hay "diferencias muy notables" sobre cómo entienden la política Errejón y Pablo Iglesias. 
Es decir, Sánchez estaría encantado con que Errejón se presente a las elecciones y le reste escaños e influencia política a Iglesias. En Moncloa, dormirían como angelitos.

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