Arcelor, en «emergencia total»
La multinacional asegura que las plantas registran pérdidas «importantes» y advierte de que la situación en la división de largos es «desesperada» | ArcelorMittal incrementará las paradas en todas las líneas de Asturias hasta final de año
El consejero delegado del clúster de Asturias de ArcelorMittal, Oswaldo Suárez, no se anduvo con rodeos ayer a la hora de hablar de la situación que atraviesan las factorías de Gijón y Avilés con los representantes sindicales: «Estamos en una situación de emergencia total, en modo supervivencia». Las plantas asturianas han registrado ya «importantes» pérdidas en el primer semestre, que «se extenderán» también al segundo, según prevé la multinacional.
Especialmente preocupante, sostuvo ayer Suárez, es el caso de la división de largos en Gijón -formada por las instalaciones del tren de carril y el de alambrón- que vive una situación «desesperada», fruto de la caída de pedidos y la falta de arrabio derivada del recorte de producción en los hornos altos. Pero, además, el tren de carril también está afectado por problemas de fiabilidad, tanto en el proceso siderúrgico como en la calidad, que si bien se han reducido recientemente, según explicaron fuentes sindicales, aún son significativos. Y el de alambrón sufre en exceso por las crecientes importaciones de acero en la Unión Europea. Por tanto, la división de largos de las plantas asturianas queda fuera del segmento alto, en un mercado muy complicado.
Aunque no facilitó datos económicos concretos, Suárez sí precisó que en el presente ejercicio el ebit -el beneficio antes de intereses e impuestos- es negativo y que el ebitda -beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducción de los gastos financieros- no cubrirá las cifras de inversiones realizadas. Además, la producción del primer semestre fue un 4,5% inferior a lo presupuestado, por problemas de pedidos, averías y almacenamiento. Y las perspectivas de cara al próximo año tampoco invitan al optimismo, por lo que parece difícil justificar dos años en pérdidas, señaló, durante la reunión mantenida ayer en La Granda con los sindicatos.
Suárez abogó por preservar el efectivo y optimizar las existencias para conservar las plantas y hacer frente a la «crisis estructural sin precedentes» que viven las plantas asturianas y que deriva de un conjunto de factores que juegan en contra. Entre ellos, la continua escalada de los costes de emisiones indirectas de CO2, que en lo que va de año se ha incrementado más de un 18% y el precio de la tonelada ronda los 29 euros, aunque aún no ha tocado techo. Además, la guerra comercial entre Estados Unidos y China está causando estragos, pues los productos siderúrgicos que antes entraban en el mercado estadounidense y ahora, a raíz de los aranceles impuestos por Donald Trump, han recaído en el europeo. Procede, principalmente, de Turquía y de China, donde los productores no hacen frente a costes medioambientales, a diferencia de lo que sucede en Europa, por lo que su precio de venta es más bajo.
A esto se suma la incertidumbre económica de la eurozona, con Alemania a la cabeza inmersa en una desaceleración que pone a temblar al resto de Estados miembro y con el temor al impacto de un 'Brexit' duro, y en el caso concreto de España, la siderúrgica se ve afectada, asimismo, por la elevada factura eléctrica, pendiente de la rebaja del 20% prometida por el Gobierno de Pedro Sánchez con el estatuto para las electrointensivas, y a la incertidumbre política derivada de una nueva convocatoria de elecciones, que retrasará la llegada de un Ejecutivo con plenas funciones, al menos, hasta el invierno.
Todas estas amenazas llevan a la directiva de Arcelor a incrementar las paradas de producción previstas para las factorías asturianas, que se suman a las derivadas del recorte de 700.000 toneladas anunciado para este año -4,2 millones de ajuste para todas las plantas en Europa- y a las 100.000 toneladas adicionales que se reducirán por cada mes que se mantenga la parada del horno alto 'B', cuyo inicio está previsto en noviembre pero no tiene fecha de rearranque. Por lo pronto, el tren de alambrón se detendrá mañana y el de chapa también lo hará durante el próximo miércoles y el jueves. Ambas instalaciones habían sido detenidas ya la semana pasada, dos días cada una, ante la falta de pedidos. Y habrá más. De hecho, según confirmaron fuentes de la empresa, «todas las instalaciones de Asturias pararán en mayor o en menor medida de aquí a final de año». A esto se suma el cierre de las baterías de cok de Avilés, que se llevará a cabo el próximo lunes, y la reconstrucción de las de Gijón, que obligará a la multinacional a importar el mineral desde una de sus plantas de Polonia.
La situación repercutirá de manera directa en la plantilla, aunque todavía no está claro cómo ni a cuántos empleados. Arcelor confía en aprovechar la próxima reunión de negociación del convenio colectivo para «discutir» las medidas que se adoptarán y definir estas cuestiones, porque «los trabajadores se verán inevitablemente afectados por esto». Por todo ello, la multinacional pidió a los representantes de los trabajadores que colaboren y les instó a retomar la negociación en todos los ámbitos, el convenio colectivo, el Acuerdo Marco y el plan de largos.
La parte social, por su parte, reconoce que la situación es «complicada», pero lamentan que la multinacional no les haya facilitado datos económicos que sustenten sus argumentos. «A nuestro juicio están dibujando un escenario demasiado catastrofista y con estas medidas no vamos a lograr mejores resultados para las plantas», aseguró José Manuel Castro, secretario general de CC OO en la multinacional en España. En términos similares se expresó José Manuel García, secretario general de UGT en la planta de Gijón, quien señaló que «nos espera un último trimestre del año complicado y seguramente el expediente de regulación de empleo afectará a mucha gente». Por su parte, Segismundo Lorenzana, de USO, incidió en que esta es una situación «coyuntural», aunque teme que también repercuta en la negociación del convenio colectivo, en la que empresa y sindicatos están aún lejos de alcanzar un acuerdo.
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