Escaños que se lograban con votos, pero también «con cuartos y hectáreas»
Leopoldo Tolivar repasó en la lección inaugural los procesos de elección de representantes de la Universidad en el Senado entre 1877 y 1923
El catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Oviedo Leopoldo Tolivar Alas propició ayer un viaje en el tiempo, al periodo de la Restauración borbónica. En su lección inaugural del curso académico, retrotrajo a los presentes más de cien años atrás. En concreto, a los años comprendidos entre 1877 y 1923, en los que la Universidad de Oviedo -al igual que las otras nueve existentes en aquel momento- tenía el derecho de designar un representante en el Senado. Aunque, desveló Tolivar, no todos los elegidos estuvieron «vinculados directamente a esta casa».
La ley de Senadores de 1877 lo decía claro: «Solo podrán ser senadores por nombramiento del Rey o por elección de las Corporaciones del Estado y mayores contribuyentes los españoles que pertenezcan o hayan pertenecido a una de las siguiente clases...». Entre ellas, las de catedráticos de Universidad, «siempre que lleven cuatro años de antigüedad en su categoría y de ejercicio». Pero esta condición no era suficiente. También debían demostrar que disfrutaban de 7.500 pesetas de renta «procedente de bienes propios, o de sueldos de los empleados que no pueden perderse sino por causa legalmente probada o de jubilación, retiro o cesantía». Para salir elegido, debía obtener la mayoría absoluta de los votos emitidos. Pero, como remarcó Tolivar, la ley de 1877 también exigía tener «cuartos o hectáreas».
A falta de bases documentales a las que recurrir en la propia institución académica -debido a la destrucción del archivo de la Universidad durante la Revolución de octubre de 1934- para llevar a cabo su investigación, Tolivar se nutrió de documentación disponible en la Cámara Alta. Fue así como recopiló las actas electorales y algún que otro censo y pudo ahondar en las biografías de los senadores electos por la Universidad de Oviedo, al tiempo que descubrir «alguna anécdota electoral» con la que nutrir su intervención de ayer.
Considera el catedrático de Derecho Administrativo que su trabajo no es solo «una pequeña contribución más a la recuperación de la verdadera memoria histórica de nuestra institución» sino que también podría ser el punto de partida para otros estudiosos. Él mismo lanzó la idea: «Esta aportación abre las puertas a otras investigaciones relativas al patrimonio e ingresos de los senadores a los que me he referido». Y dio las pistas: «En la documentación del Senado, de todos los representantes de esta Universidad, obra una carpeta digital donde se pueden conocer pormenorizadamente las rentas declaradas. No como en la actualidad, en las declaraciones de bienes de los cargos públicos, para cotejar la diferencia entre el antes y el después del mandato, sino justamente para poder ser elegible».
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