viernes, 6 de noviembre de 2020

Adopto la expresión...." Chuloplaya de la Pluma "

La ignorancia del arrogante: el académico Arturo Pérez-Reverte y la Guerra Civil La ‘guerra entre hermanos’ es un tópico alimentado por quienes pretenden borrar los motivos político de la contienda. PorHéctor González en 5 noviembre 2020 Arturo Pérez Reverte presentando su última novela. Foto: Youtube. A día de hoy, a nadie se le escapa que el señor Pérez-Reverte es un insufrible arrogante, sin embargo suele pasarse de puntillas por otra de sus principales características: la ignorancia. No es que ésta sea denunciable por sí misma, no se puede saber de todo, pero si una persona es profana en una materia, lo más digno es permanecer en un discreto silencio. Pérez-Reverte es un auténtico ignorante en lo que a Historia se refiere, uno de los peores, de los que conoce cuatro datos, las más de las veces, mal conocidos. Sin embargo, esta tara no le resulta un impedimento para hacerse notar (y dar la nota), lleva décadas escribiendo novelas de dudosa contextualización histórica y artículos y libros sobre Una historia de España, como si hubiera varias. Su producción se adereza con un estilo de chuloplaya de la pluma que trata de ocultar que el insigne académico no sabe nada Su producción se adereza por supuesto, con su particular arrogancia y prepotencia, con un estilo de chuloplaya de la pluma que trata de ocultar que el insigne académico no sabe nada, pero absolutamente nada, de Historia. ¿Por qué? Porque conoce algunos de los hechos pero desconoce (u obvia) el contexto histórico (en toda su amplitud) y los fundamentos mínimos para el trabajo en Historia, que son los mismos para investigación, la divulgación o la contextualización de una novela. Estos defectos los ha vuelto a poner de manifiesto al calor de su nuevo libro. Como bien ha dicho el insigne académico, se trata de una novela, no de un libro de Historia, por lo que tiene derecho a utilizar el material recopilado como considere oportuno. Este criterio acaso traerá como resultado que su creación literaria sea nefasta como novela histórica. Nada nuevo bajo el sol. Allá él y el flaco favor que le hace a la España que pretende defender. “Línea de fuego” es la última novela de Arturo Pérez Reverte. Lo que no se le puede pasar por alto al señor Pérez-Reverte es su comportamiento hipócrita: usar la promoción de su novela para hacer propaganda política mientras denuncia el mismo proceder en otros ámbitos. Insistir en la cantinela de unas heridas cerradas que ahora alguien se está empeñando en reabrir por motivos políticos, que durante la guerra no se murió por ideales sino por trozos de pan o que todos perdieron, es un argumentario que además de falso como político implica una postura política evidente. Por cierto, escribir una novela que pretenda remarcar el lado humano de la contienda para politizarla inmediatamente con soflamas incendiarias que reporten notoriedad es algo más que una retorcida estrategia de marketing… La visión naif de una guerra entre hermanos que no luchaban por cuestiones políticas, es una mentira histórica de proporciones bíblicas a la que le han venido dando pábulo en las últimas décadas quienes tenían un interés político muy claro en que los motivos de la guerra fueran olvidados. Como el señor Pérez-Reverte es un ignorante, desconoce este particular. Otro tanto de lo mismo ocurre con aquello de que la guerra la perdieron todos. Sí, es cierto, las guerras son duras y cruentas para todo el mundo pero bastante más para el bando perdedor. ¿Por qué? Porque fueron fusilados, encarcelados, torturados, humillados y perseguidos durante 40 años (ahí es nada) por un régimen que todavía en 1975, utilizaba la retórica guerracivilista mientras mantenía a miles de españoles enterrados en cunetas o encarcelados. Como el señor Pérez-Reverte es un ignorante, desconoce este particular. Militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas. Xixón, marzo de 1937. Foto: Constantino Suárez. La guerra, los fusilamientos de posguerra y la represión de los siguientes 40 años son fenómenos indisociables que formaban parte de una concepción política del poder y del orden social. Afirmar que las iniciativas de memoria histórica reabren la Guerra Civil es pasar por alto el dato anterior y obviar que la memoria democrática abarca el periodo 1936-1977 y que por tanto, las detenciones, torturas y fusilamientos ocurridos décadas después. Como el señor Pérez-Reverte es un ignorante, desconoce este particular. Este matiz es importante porque aún quedan muchas personas recuerdan las torturas que sufrieron en los años 50, 60 o 70, que están marcadas por su encarcelamiento. Personas que todavía hoy se despiertan en mitad de la noche recordando una celda, una paliza o la falta de un ser querido. Personas que no saben donde están sus padres o abuelos y que tienen el derecho a saberlo. Como el señor Pérez-Reverte es un ignorante, desconoce este particular. ¿Acaso estas personas tiene las heridas cerradas? No, al contrario, la tienen tan abiertas como hace 80, 60 o 40 años y si en la transición decidieron no ahondar más en esta cuestión no fue por la convicción del olvido sino por la falta de perspectivas para lograr una reparación a su sufrimiento, por el miedo que el ruido de sables, la matanza de Atocha, la Operación Galaxia o el 23-F provocaban. Este miedo no cerró ninguna herida pero como el señor Pérez-Reverte es un ignorante, desconoce este particular. Por último, hay una cuestión que no puede perderse de vista, el debate sobre la memoria histórica en España no la han reabierto los políticos con fines partidistas sino que se han visto obligados a incorporarla a su agenda como consecuencia del trabajo de las víctimas de la represión, de las asociaciones y de la sociedad civil en general. Como el señor Pérez-Reverte es un ignorante, desconoce este particular. De todo el despropósito que rodea a las últimas astracanadas del insigne académico solo se puede estar de acuerdo en una cosa: en este país falta base intelectual. Que un miembro de Real Academia de la Lengua, autor de éxito y columnista de referencia muestre semejante bagaje y nivel de conocimientos, demuestra que efectivamente, tenemos un país con un nivel intelectual que provoca el llanto.

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