miércoles, 5 de marzo de 2025

Los Estados Unidos de John Ford, son yá ....un sueño...RECOMENDADO.

Es importante conservar la dignidad Francisco Carantoña Francisco Carantoña OPINIÓN Trump y Zelenski, este viernes en la Casa Blanca. Trump y Zelenski, este viernes en la Casa Blanca. Brian Snyder | REUTERS 05 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h. Comentar · 2 Los primeros días del gobierno del nuevo emperador de Occidente han sido todavía peores de lo esperado. Sus bufonadas sobre Gaza y el matonismo mostrado frente al presidente de Ucrania revelan a un personaje no ya carente de vergüenza, eso se sabía, sino de cualquier principio moral. El desprecio a los miles de muertos de Oriente Próximo, al sufrimiento de los que allí malviven, se unió al manifestado hacia el pueblo ucraniano, que ha resistido heroicamente durante tres años a la invasión rusa. La innecesaria exhibición de inmigrantes encadenados camino de la deportación es otra prueba de inhumanidad. Frente a ello, casi parece menor la prepotencia, la descortesía insultante con que trata a los dirigentes de los países hasta ahora aliados de Estados Unidos. El nuevo Gobierno imperial inició su primera reunión, en la que participó de forma destacada el cónsul Musk, aunque no sea uno de sus integrantes, con una oración ¿A qué Dios rezaban? Todos son sedicentes cristianos, pero están muy lejos de quien le dijo al rico: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, luego ven y sígueme», para añadir a continuación «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos». El mismo que ordenaba poner la otra mejilla frente al «ojo por ojo», el de «bienaventurados los pobres», o el que también afirmó: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros». Probablemente sean estos nuevos «conservadores» los que en la actualidad más claramente consideran a la religión como un útil opio del pueblo. Me temo que su único Dios es el becerro de oro. Si fuese de derechas, me irritaría profundamente que hayan llamado a la reunión de energúmenos recientemente celebrada en Maryland «cumbre conservadora». No solo porque, como afirmaba Antonio Muñoz Molina en su artículo del sábado en El País, entre sus objetivos no esté conservar la naturaleza, un planeta habitable, los monumentos y cascos históricos de las ciudades, la arquitectura tradicional o las artes y la cultura popular, sino porque carecen de cualquier principio moral. Suele considerarse conservador a John Ford porque era católico y defendía virtudes como el valor y el honor, pero el director de «Las uvas de la ira» era un conservador que creía en el Dios del Evangelio, por eso era capaz de convertir a una prostituta, un médico borracho y un perseguido por la justicia en los héroes de una de sus mejores películas, «La Diligencia». Creaba personajes como aquel sargento de origen polaco que, en «El Gran Combate», le decía a su oficial que él había ido a América huyendo de los cosacos rusos que asesinaban a mujeres y niños sin piedad en su país natal, no para hacer lo mismo con los ancianos, las mujeres y los niños cheyenes. Esos Estados Unidos de John Ford, un país democrático y de acogida, que, como ya anunció Diderot en 1778, «reflexionando sobre los medios para asegurar para siempre su felicidad mediante su libertad, prepara un refugio para todos los que gimen bajo la fusta de la tiranía civil y religiosa», no tienen nada que ver con el país que quieren construir Donald Trump, Elon Musk, James Vance, Steve Bannon y sus lacayos Jeff Bezos y Mark Zuckerberg. Con sus problemas y contradicciones, como los tiene cualquier nación, se formó con perseguidos y con pobres de toda la Tierra, que huían de la opresión o de la miseria, y, no lo olvidemos, salvó a Europa y al mundo en dos ocasiones en el siglo XX. Carentes de principios morales, los nuevos gobernantes norteamericanos no tendrían empacho en caminar hacia una dictadura, un régimen «iliberal», confiemos en que la solidez de la democracia, la más antigua del mundo, la firmeza de sus instituciones y el sistema de contrapesos sobre el que se asienta frenen a la camarilla de plutócratas en el interior. A la espera de que esto suceda, la Unión Europea y el resto de estados libres de gobiernos putiniano-trumpistas deben conservar su dignidad, por muy poderoso que sea el imperio. Volodímir Zelenski ha dado ejemplo al no humillarse en la encerrona que le tendieron en Washington. La situación de Ucrania es débil y difícil. No hay perspectivas de que pueda ganar la guerra a corto plazo, con ayuda norteamericana o sin ella, pero una paz que suponga una importante pérdida territorial abrirá una herida en el país que tardará mucho en cicatrizar. Si esa paz injusta viene acompañada del robo de sus riquezas minerales por Estados Unidos y Rusia, el daño será universal. Ayer martes, Donald Trump anunció que cortaba la ayuda militar a Ucrania, que solo se restablecería si se deja robar, al mismo tiempo que estudia levantar las sanciones impuestas a Rusia, que no ha detenido su agresión. Uno de los patanes que nombró como ministros se desgañitaba llamando «alborotador» al presidente Zelenski porque quería recuperar el territorio invadido. Los países democráticos tampoco pueden olvidarse de Gaza y del conjunto de Palestina. La criminal masacre que perpetró Hamás no puede servir de pretexto para la matanza de miles de personas inocentes y tampoco puede ocultar la ilegalidad de la ocupación del territorio palestino por Israel y su incumplimiento de los deberes de potencia ocupante. Amparado por Trump, el Estado israelí ha incrementado su política expansionista con nuevas ofensivas en Cisjordania y la ocupación de parte de Siria. La guerra comercial parece que va adelante. Esa es más estúpida que inmoral, pero quizá sea el talón de Aquiles del cliente de Stormy Daniels. No parece que los votantes de hamburguesa en mano y grasa en el cerebro vayan a estar muy felices con la inflación. El mundo vive una situación crítica, de cambio, tan brutal que puede producir vértigo, pero, frente a personajes carentes tanto de verdadera inteligencia como de principios éticos, es la hora de que, como sucedió frente al fascismo, surjan estadistas capaces de poner por delante de las ideologías los valores comunes. Hay una doble herencia de la Segunda Guerra Mundial, que recordó recientemente el presidente del gobierno, que puede servir de punto de partida: la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Todos los demócratas deberían unirse en torno a esos principios, por mucho que se hayan incumplido, no es ese el debate que debe plantearse ahora. No se trata de recuperar un pasado ideal que nunca existió, sino de establecer los criterios para un futuro de convivencia pacífica y razonable. No hay que buscar el enfrentamiento gratuito con Estados Unidos, pero sí plantearle, desde unos valores que un día fueron los suyos, que no se van a aceptar imposiciones ni humillaciones. Entre tanta palabrería trumpiana, es difícil saber si Estados Unidos llegará a abandonar la OTAN y la ONU. Parece un disparate, pero ya estuvo fuera de la Sociedad de Naciones en el periodo de entreguerras. Europa tiene que imponerse a los enemigos internos y fortalecer su unidad, política y militar. No es momento de politiquerías menores, quienes crean sinceramente en las virtudes de la democracia, la igualdad y la libertad, la verdadera, la integral, y en un mundo de países independientes que se relacionen entre ellos por medios pacíficos y se protejan frente a los posibles abusos de los poderosos con pretensiones imperialistas, deben actuar conjuntamente y hacer valer sus razones. Volviendo a John Ford, escribía hace un mes que Estado Unidos ha elegido como sheriff a Liberty Valance, a un auténtico forajido sin escrúpulos. Si aparece un John Wayne que, políticamente, acabe con él y lleve al poder a un James Stewart amante de las leyes y de la libertad, tendrá que ser desde dentro, pero puede contribuir que desde fuera se ayude a quienes lo votaron a comprender su error, para eso hace falta firmeza en los principios morales y políticos. Archivado en: Ucrania Guerra en Ucrania Donald Trump Elon Musk Rusia Comentar · 2 e puede interesar Nuevo Fiat 600 híbrido o eléctrico Nuevo Fiat 600 híbrido o eléctrico Patrocinado por FIAT PEUGEOT LION DAYS

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