El cheque en blanco de las energías verdes se acaba
Publicado el 20-04-2010 , por Miguel Ángel Patiño
España es un país aficionado a las posiciones extremas en cualquier discusión, incluyendo las renovables. Los que se ponen la etiqueta de la energía verde, rápidamente arremeten visceralmente contra cualquier sistema contaminante de la energía fósil, entendiendo que el futuro les pertenece.
Del otro lado, están los que cargan contra los ecologistas de salón, invitándoles a apagar el interruptor el día que no sopla viento para mover los aerogeneradores.
Los hay también con bipolaridad. Son verdes en los anuncios y nucleares en la trastienda. O queman carbón con la misma intensidad con la que acuden a los concursos eólicos. Incluso en el multicolor ecologismo, los hay azules como el viento, o amarillos como el sol, incompatibles e irreconciliables entre sí.
Lo peor de cualquier discusión es la demagogia, y el discurso energético en España la tiene por gigavatios. Después de más de medio año intentándolo, ni políticos, ni asociaciones se han puesto de acuerdo sobre como elaborar un Pacto de Estado en Energía que mire en el largo plazo, de aquí a 2020.
Algunos dicen que el Pacto murió antes de escribirse, porque en 2008 vino una crisis que terminó dejando a todos sin palabras. La demanda de luz cayó a tasas superiores al 10% en algunos meses el pasado año, algo que no se conocía en España desde la Guerra Civil. Por primera vez, sobra capacidad instalada a raudales. Menos de la mitad de todo el parque de generación, que ya roza los 100.000 megavatios, tiene cabida en el mercado. Las compañías eléctricas invirtieron 4.660 millones, un 32,9% menos que en 2008, recordó ayer Pedro Rivero, presidente de Unesa.
Difícil legislatura
Algunos, muy pesimistas, empiezan a decir: “Hablamos a partir del día 15 de marzo de 2012”, convencidos de que, en lo que queda de legislatura, será muy difícil acercar posturas en asuntos como las nucleares, el mix energético, o la visión global del sector. “No hay interlocutor”, decía un directivo eléctrico hace unos días. “En ningún lado”, añadía. La agenda política está enzarzada en otros asuntos. Sólo habrá tiempo para las curas de urgencia. Y las de las renovables va a ser una, porque está produciendo un auténtico derrame.
El Gobierno ya advirtió en su intento de pacto contra la crisis (luego mutilado y rebautizado como decreto Zurbano), su deseo de ajustar las primas de las renovables. Primero dijo que antes de que acabe el año. Después lo situó en el 1 de julio. Quizás coincidiendo con otro paquete energético (ajuste del recibo de la luz, primera gran emisión de deuda para cubrir el déficit de tarifa, revisión a la baja de algunos precios de la electricidad, como los que disfrutaban los agricultores, etc.).
Tarde o temprano, el ajuste de las primas tenía que llegar. El propio sector es consciente de ello, y de que también se pondrán corsés a la construcción de más megavatios. Los porcentajes y mecanismos (en función de la bajada de costes, mediante concursos, etc), es lo que está por ver. Lo que pocos niegan es que, de seguir así, el sistema colapsaría. Los más de 6.000 millones en primas en 2009 son casi dos tercios de todas las recibidas entre 2004 y 2008.
Unesa aboga por liberalizar más el mercado y dejar sólo la tarifa del BOE a clientes con contrato de 5 kilovatios
En los últimos cinco años, se han dado subvenciones de más de 15.000 millones. Es casi como una factura eléctrica anual completa en España, sumando los recibos de los 25 millones de clientes. Es cierto que esas primas se refieren al régimen especial, donde están incluidas las eólicas y las solares, pero también otros sistemas, como el hidráulico. En cualquier caso, las eólicas y solares absorbieron dos tercios del total. El coste en primas fue el doble de lo que costó producir toda la luz. Se comieron casi la mitad de todos los ingresos del sistema.
Una tecnología incipiente necesita incentivos para arrancar. Está fuera de toda duda. Pero la cuestión no es sólo cuánto, sino cómo. ¿Saben los usuarios el impacto de las renovables en su facturas? Tanto en lo positivo como en lo negativo. Ha llegado el momento de reemplazar la demagogia por la pedagogía y la transparencia. El sector eléctrico es complejo, pero todo el mundo entendería que la luz hay que pagarla al precio que cuesta generarla y distribuirla, con primas o sin ellas. Todo lo demás es truculento.
En los últimos diez años, España ha acumulado 20.000 millones de déficit eléctrico que hay que reembolsar. El Gobierno está decidido a tapar el agujero, y apunta ya a lo que cree que lo está generando en estos momentos: las renovables. Otra solución es subir más las tarifas. Unesa aboga por liberalizar más el sector, y dejar las tarifas del BOE solo para clientes con contratos de menos de 5 kilovatios, y no 10, como ahora. La tarifa BOE pasaría así de 23 millones a 18 millones de clientes.
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