Esas Financieras atípicas.
Cajas Rurales: ¿un escándalo financiero del que nadie quiere hablar?
@S. McCoy - 26/05/2010
Como este mundo del periodismo es lo que tiene, no ha tardado mucho en trascender el bochornoso espectáculo protagonizado por el directivo de una Caja Rural en una reciente comida de hermandad con los empleados de la entidad para la que trabaja. Asados por el calor existente bajo la carpa en la que se desarrollaba el acto, algunos osados trabajadores decidieron salir a tomar el aire durante el discurso del Director General de la entidad. Pues bien, el vehemente ejecutivo no dudó en amenazar a voz en grito con las penas del infierno a quienes de ese modo se comportaban, sin importarle la presencia de esposas/maridos e hijos de los mismos en el convite ni interrumpir con ello el speech. No se trataba de un ejemplo de celo profesional de alguien que persigue trepar tan burdamente en la cadena de mando de la firma financiera, cosa ya resuelta. Era amor de familia. No en vano el orador era quien, por la vía de la consanguinidad, había determinado unilateralmente su capacitación profesional, que no académica, para el ejercicio de las responsabilidades encomendadas, decisión que, por cierto, generosamente había extendido a otros miembros del clan, incluido su hermano, número dos de facto de la sociedad. Alucinante…
Una situación chusca pero que pone de manifiesto cómo en España, en vías de concluir la primera década del siglo XXI, aún hay instituciones que, bajo la solidaria forma de la cooperativa de crédito, siguen siendo gobernadas como cortijos, ante la aquiescencia de las autoridades competentes que acuden serviles a sus actos públicos. Escándalo financiero del que nadie quiere hablar. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Quizá sea bueno dar una vuelta por una de las particularidades que caracterizan a esa figura jurídica. Las Cajas Rurales son una parte importante del sistema bancario español tanto por activos como por la amplitud de su clientela. Se trata de una figura existente en toda Europa, perteneciendo a tal categoría firmas como la holandesa Rabobank o la francesa Credit Agricole. Su finalidad es dotar de financiación a sus socios. Para ser cliente, hay que asumir tal condición lo que provoca una notable dispersión del capital que se reparte, además, entre las cooperativas que las integran y los empleados. Precisamente algunos gestores se aprovechan de esta fragmentación del voto para controlar ad eternum los Organos Sociales a través de la delegación que hacen los trabajadores de sus propios votos y de los de sus clientes. No resulta difícil al equipo directivo conseguir mayorías suficientes cuando del ejercicio de tal tarea de cesión o recolección pende la carrera profesional de quien la lleva a cabo, ¿no creen?
Dentro de la Asociación Española de Cajas Rurales, a la que no pertenecen ni Cajamar, Caja Laboral o la Caja de Ingenieros, entre otras, se distinguen tres grandes facciones: la de las entidades levantinas que se concentran alrededor de Rural Caja tras la salida del anterior Presidente, Luis Juares; las que pululan alrededor de Caja Rural de Navarra y del Sur, cuya potencial integración es asesorada por Cuatrecasas; y las que lo hacen en torno a Caja Rural de Toledo, en cuyo proceso de unión ayuda AFI. No son ajenas estas compañías a los problemas que afectan al conjunto del sistema de caída de los márgenes de activos, mayor coste del pasivo, concentración de riesgos tras eliminarse en 1989 la exclusividad agraria, impagos y similares. Así en el periodo 2006-2009 han crecido sus depósitos, sus créditos y su margen bruto de forma agregada, con excepciones sangrantes, pero han sufrido enormemente por la parte de abajo de la cuenta de resultados, hasta el punto de que en este 2010 más de una se las verá y deseará para cubrir costes de estructura. Ya hay remolones en la publicación de las cifras del primer trimestre.
Al débil entorno general, hay que añadir que cuentan con deficiencias propias como la falta de formación de los Consejos Rectores, su progresiva falta de competitividad al carecer de balance o la excesiva concentración regional que, por el contrario, las convierte en activos únicos para llevar a cabo procesos de concentración. Unas uniones, cierto es, imprescindibles y lógicas que, si no se producen, es por el ego de algunos de sus dirigentes, reacios a renunciar a sus prebendas. Cuando siempre la culpa es de los demás quizá es que es el momento de plantearse lo de la paja en el ojo ajeno… En fin, ¿hasta cuándo abusarán estos caciquillos de nuestra paciencia? Mientras les dejen. Busquen a ver si encuentran Informes de Gobierno Corporativo en muchas de ellas y me cuentan. De su capa, un sayo. Ahogada la voz de sus propios socios, es hora de que el Banco de España tome cartas en el asunto. En caso contrario, las sorpresas pueden llegar de donde menos se esperan. 100.000 millones de balance agregado les contemplan. Cuidado.
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