El robo de arte, una actividad especializada y nada romántica
Cada año se cometen en el mundo unas 100.000 sustracciones de piezas artísticas, por un importe de entre 6.000 y 8.000 millones
El último botín. Los robados en París son Pigeon aux petits pois, de Picasso; La pastorale, de Matisse; L'olivier près l'Estaque, de Braque; La femme à l'éventail, de Modigliani, y Nature morte aux chandeliers, de Léger.. El robo de arte, una actividad especializada y nada romántica - REUTERS
Elena Solera - Madrid - 22/05/2010
En la pequeña iglesia romana de Santa Giuliana, una pintura de Caravaggio desaparece sin dejar rastro. Podría parecer que hablamos de una novela sobre crímenes artísticos y, efectivamente, es la sinopsis del libro de ficción publicado por Noah Charney El ladrón del arte.
Este historiador, experto en arte y en crímenes que tienen que ver con esta pasión, nos cuenta, sin embargo, que normalmente los robos de cuadros, esculturas, instrumentos y antigüedades son mucho menos poéticos que la imagen que nos han legado las historias de detectives. "Los mitos sobre los robos de arte animan a los ladrones a cometerlos y dan una idea equivocada al público, que tiende a pensar que estos robos son entretenidos y poco serios, cuando en realidad es una actividad relevante en el crimen organizado y sirve incluso para financiar actividades terroristas", explica.
Estos robos están relacionados a menudo con deficiencias en los sistemas de seguridad. Este tipo de fallos explica que el pasado jueves se produjera el robo de cinco obras maestras en el Museo de Arte Moderno de París. Entre las obras, cuyo valor conjunto supera los 100 millones de euros, sobresale Pigeon aux petits pois, de Pablo Picasso, así como La pastorale de Henri Matisse. La alarma no pudo alertar a los servicios de seguridad de que un intruso había roto el candado de la entrada, entrado en las instalaciones y hecho añicos una vitrina, ya que hacía dos meses que no funcionaba.
Son escasos los ejemplos como el de Stephane Breitweise, un camarero suizo que robó cientos de obras de arte durante toda su vida hasta que fue detenido. Según Charney, robaba porque amaba el arte y nunca intentó vender un solo trabajo. Posteriormente se comprobó que sufría un desorden mental, cercano a la cleptomanía, que sólo se manifestaba respecto a las obras de arte.
A principios del siglo XX, un trabajador del Museo del Louvre llamado Vincenzo Perugia sustrajo la obra con más renombre de toda la historia de la pintura, la Gioconda, de Leonardo da Vinci, y dijo que lo hacía por admiración. En este caso el amor al arte fue más que nada una excusa. Perugia fue descubierto cuando intentaba vender la Mona Lisa a la Galeria degli Uffizi, de Florencia.
Charney, que recientemente visitó España para presentar la colección de guías De museos editada por Geoplaneta, insiste especialmente en que, lejos de esa imagen de ladrones de guante blanco tipo Arsène Lupin o de los falsos filántropos que sólo roban para admirar un cuadro, la motivación que se encuentra detrás de un robo de una pieza artística es siempre económica.
"Estas obras son robadas para pedir un rescate por ellas a la víctima o la compañía de seguros", asegura Charney, "incluso para ser vendidas entre organizaciones criminales a cambio de otros productos ilícitos, como drogas o armas".
Éstas son las principales formas de rentabilizar el robo de obras artísticas de primera categoría, que no pueden venderse en el mercado sin que el ladrón corra el riesgo de ser descubierto. La trayectoria de los artistas más cotizados está ampliamente documentada, y por ello un coleccionista sabe que no va a poder exhibir la obra adquirida. Para las antigüedades la situación es distinta, ya que no existen catálogos bien documentados.
Según la Asociación para la Investigación de Crímenes de Arte (ARCA, en sus siglas en inglés), cada año se cometen unos 100.000 robos de arte, por un importe de entre 6.000 y 8.000 millones de euros. De estos delitos, entre 20.000 y 30.000 son cometidos en Italia. Curiosamente los crímenes que más están creciendo son los que se comenten en museos, sobre los que sí existen datos, aunque tradicionalmente han sido más importantes los sufridos por iglesias y colecciones privadas.
Según Charney, lo más llamativo es que sigan creciendo a pesar de que las medidas de seguridad son cada vez más avanzadas, y destaca la novedosa técnica del blitz. Los ladrones, armados y encapuchados, entran en el museo en horario de apertura al público y roban las piezas en menos de tres minutos, que es el tiempo mínimo que cualquier servicio policial tarda en acudir al edificio.
Sería impreciso afirmar que los robos de arte en conjunto crecen o disminuyen. Una de las principales barreras para frenarlos es que en la mayor parte de países no existen estadísticas sobre este tipo de delito. Hasta ahora los criminólogos los han considerado anecdóticos o como un robo más contra la propiedad, cuando lo cierto es que las sumas que pueden alcanzar las obras de arte en el mercado "gris", como lo denomina Charney, son elevadísimas. Son, además, poco conocidas iniciativas como las del FBI, que tiene su lista de las 10 obras de arte más valiosas que siguen desaparecidas, o las de Interpol, que crea listas rojas con bienes en riesgo de ser sustraídos.
Hay cuadros de ida y vuelta, que pareciera que gustan de ser robados. Tenemos el ejemplo de El grito, de Edvar Munch, que ha sido robado dos veces en menos de 10 años, la última a plena luz del día. Tras la última sustracción-recuperación de El grito, las autoridades decidieron exponerlo sin marco y en una vitrina de cristal, para aleccionar a los visitantes sobre los daños, en ocasiones irreparables, que se produce en las piezas cuando son robadas. También los hay que tienen visos de no aparecer nunca, como El conde Lepic y sus hijas, de Edgar Degas, y Niño con chaleco rojo, de Paul Cézanne, robados de la Colección E. G. Bührle, expuesta en Zúrich, en 2008. Otros dos cuadros sustraídos en el atraco fueron devueltos a los pocos días.
La tragedia artística de la pintura española se llama Erik el Belga. René van der Berghe, que vive jubilado en España, fue acusado de instigar cientos de robos en las iglesias de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña y Aragón, durante las décadas de los setenta y los ochenta. Nunca se pudo probar su implicación, pero destaca el asalto a la iglesia de la localidad aragonesa de Roda de Isabena, de la que desaparecieron todas las tallas y pinturas. Dicen que el párroco durmió en la iglesia durante 16 años por el temor a que Erik reincidiera.
'TOP TEN' DEL FBI
Siguen desaparecidos...
1 En 1990 desapareció del Museo Isabella Stewart Tormenta en el mar de Galilea, de Rembrandt -en la imagen-, y El concierto, de Vermeer, entre otras obras por valor de más de 300 millones de dólares.
2 La Natividad de Caravaggio, que fue sustraída de una iglesia de Palermo en 1969, está valorada en 20 millones de dólares.
3 El Stradivarius de la solista Erica Morini fue robado en 1995 en su piso en Nueva York.
4 En un atraco con escaleras de cuerda y cristales rotos, el Museo Van Gogh, en Ámsterdam, perdió dos pinturas en 2002.
5 El Museo Ashmolean, de Oxford, sufrió el robo de Paisaje de Auvers-sur-Oise, de Cézanne.
6 Dos pinturas de Maxfield Parrish fueron robadas de una galería en California.
7 Monet, Matisse, Picasso y Dalí son los autores de las obras robadas en un museo de São Paulo en 2006.
8 Un caballero, de Van Mieris, desapareció en Sidney en 2007.
9 De la colección E. G. Bührle se robó El conde Lepic y sus hijas (Degas) -en la foto- en 2008.
10 La estatua de Entemena fue robada en la guerra de Irak y es el único objeto de esta lista que ha sido recobrado.
El pintor más caro es el más falsificado
Una pintura del pintor español Pablo Picasso ha vuelto a ocupar el puesto del cuadro más caro del mundo vendido en subasta hace unos días, cuando alcanzó por 106,4 millones de euros en la casa Christie's, en Nueva York. Se trata de Desnudo, hojas verdes y busto -en la imagen-, pintado en un solo día por el artista en 1932 y que hasta ahora había pertenecido a una colección privada.
De esta forma, el malagueño desbanca a Alberto Giacometti, el escultor suizo, cuya obra L'Homme qui marche se vendió en Sotheby's, en Londres, por 65 millones de libras (104 millones de euros) a principios del mes de febrero. El cuadro más caro de la historia es un Jackson Pollock que no fue subastado sino vendido de forma privada en los años cuarenta por 140 millones de dólares.
Picasso ocupa también el dudoso trono de ser uno de los artistas más falsificados y más robados del mundo, según explica el experto en crímenes de arte Noah Charney, algo que puede explicarse naturalmente por la popularidad del artista. Salvador Dalí y Joan Miró son otros de los españoles que tienen una posición destacada en este ranking.
El idealismo del robo de arte en la ficción
Los seguidores de Audrey Hepburn pudieron descubrir su lado más pícaro de la mano de William Wyler en Como robar un millón y…, filmada en 1966. La pareja formada por George Clooney y Brad Pitt, hoy como entonces Hepburn entre los actores más deseados, también ha manchado sus manos en robos de arte en una de las películas de la serie del señor Ocean -en al imagen- (Ocean's Eleven, Ocean's Twelve, Ocean's Thirteen). Hipótesis sobre el cuadro robado, de Raúl Ruiz, y El buen ladrón, de Neil Jordan, son otros ejemplos de ladrones de arte en el cine.
Entre las novelas, destacan por encima de todas las relacionadas con estos crímenes la serie sobre el ladrón Arsène Lupin, compuesta por ocho libros escritos por el francés Maurice Leblanc en la primera mitad del siglo XX. Recientemente, Noah Charney ha retomado el tema en El ladrón de arte.
Son meros ejemplos de la visión que han ofrecido la literatura y el cine de los robos de arte, una versión idílica, romántica y con un cierto toque de filantropía que no encaja en absoluto con el leitmotiv del crimen.
Datos
300 millones de dólares, casi 400 millones de euros, es el ma-yor botín de un robo de arte.
6.000 millones de euros es el valor estimado de las obras de arte que se roban cada año.
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