jueves, 31 de marzo de 2011

Los sueldazos en las Cajas....

Las cajas de ahorro inflan sus estructuras directivas
Publicado el 30-01-2011 a las 23:39 por Jaime E. Navarro [Fotonoticia]

La reestructuración de las cajas de ahorros no está suponiendo una reducción de sus estructuras: el número de consejos ha aumentado y los altos directivos se mantienen en sus puestos, en contraste con los 15.000 empleados que han sido prejubilados o despedidos.

Es consecuencia de las denominadas fusiones frías o Sistemas Institucionales de Protección (SIP), uno de los modelos utilizados por las cajas para unirse, con el objetivo principal de evitar el posible veto de las autonomías a sus uniones.

Los SIP crean un banco central para el grupo de cajas, en el que vuelcan todo su negocio bancario, quedando las cajas como un cascarón vacío que gestiona la obra social. No obstante, todas ellas mantienen la obligación de convocar a su asamblea general, la comisión de control, la de gestión de la obra social y sus consejos, a los que se suman las comisiones y el consejo del nuevo banco.

Este planteamiento, de escasa lógica económica, ha hecho que el número de puestos en los consejos del sector haya aumentado un 25% en el último año. La mayor parte son consejeros que compatibilizan su nuevo cargo en el SIP con su antiguo puesto en el órgano de gobierno de la caja.

La cúpula
En lo que se refiere a la alta dirección de los nuevos grupos, prácticamente no se han producido salidas de ejecutivos de las cajas integrantes del SIP. Aunque se ha registrado una reducción real de los órganos de gestión de las cajas, no se ha traducido en un menor número de directivos en nómina.

Si antes cada caja tenía un director financiero, el nuevo grupo sólo necesitaría ahora uno. Si el SIP lo conforman seis cajas, se amortizarían formalmente cinco puestos. Pero las entidades han recolocado a sus directivos dentro de los nuevos organigramas, siendo prácticamente inexistentes las salidas de directivos y las incorporaciones de profesionales externos.

Un primer directivo (presidente ejecutivo o director general) puede percibir un sueldo medio de entre 400.000 y 500.000 euros en el sector de cajas. Las retribuciones de los primeros ejecutivos de las mayores entidades alcanza supera el millón y medio de euros. El presidente de La Caixa, Isidro Fainé, percibió el pasado año 2,69 millones en 2010.

Modelo retributivo
Desde el sector también explican que la ausencia de incorporaciones de profesionales muy cualificados, provenientes de los bancos cotizados u otras empresas financieras sofisticadas, se debe a la falta de atractivo de los esquemas de remuneración de las cajas y por las diferencias salariales. Un mismo profesional en un puesto similar puede llegar a ganar el triple en un banco que en una caja.

“Las cajas han tenido, tradicionalmente, un modelo retributivo que incentiva poco la consecución de objetivos a sus empleados, ya que, a diferencia de la banca, la parte de salario fijo es muy alta”, señala Carlos Dafauce, socio de la firma de cazatalentos Boyden, quien puntualiza que el sector va a demandar en el futuro profesionales vinculados a los mercados de capitales. Hasta ahora, las cajas no han necesitado este tipo de perfiles o han externalizado estos servicios en empresas como Ahorro Corporación.

“La estructura directiva que, por el momento, ha quedado en las cajas tiene su razón de ser en la filosofía de los procesos de integración” puntualizan desde una de las grandes entidades del sector.

Los SIP –a diferencia de las fusiones por absorción, en la que una de las entidades es la que controla el proceso– se han dado entre cajas que han debido negociar entre iguales, al auspicio del supervisor. “Nadie se ha podido imponer del todo en estas integraciones, por lo que lo más sensato era un reparto de las áreas de dirección entre las distintas cajas y, así, lograr un equilibrio de poder”, subrayan desde otra entidad.

El futuro del sector pasa, inevitablemente, por un proceso de bancarización más profunda. La intención del Gobierno y el Banco de España es la de convertir a las cajas en fundaciones, lo que supondría una reducción considerable de los órganos de gobierno. No obstante, en el sector se resisten a perder su condición de cajas y han evitado una modificación del marco legal.

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