En plena crisis, el bajo nivel educativo surge como el talón de Aquiles de Portugal
LISBOA—Isabel Fernandes, una risueña joven de 22 años con una constelación de estrellas tatuadas alrededor del ojo derecho, no está segura de cuántas veces repitió el quinto grado. Dos, dice riendo. O quizá tres. También repitió el séptimo grado. Dejó la escuela con una educación de octavo grado a los 20 años.
Fernandes vive en un barrio pobre cerca del aeropuerto. No trabaja. Los empleadores, dice, "piden un nivel educativo más alto". Incluso los empleos de limpieza son difíciles de encontrar.
Portugal es el país más pobre de Europa occidental. También es el que tiene un nivel de estudios más bajo y eso ha surgido como una dolorosa desventaja para sus crecientes problemas económicos.
El miércoles por la noche, la crisis económica se convirtió en política. El Parlamento portugués rechazó el plan de recorte de gastos y aumento de impuestos del Primer Ministro, José Sócrates, quien presentó su renuncia. El jefe de gobierno permanecerá en el cargo hasta que se forme un nuevo liderazgo.
Sin los recortes de presupuesto, Portugal necesitará, casi con seguridad, un rescate internacional. El país se quedará sin dinero este año a menos que atraiga nueva financiación, en un mercado que le ha impuesto altos costos de endeudamiento.
La situación ha llevado a los líderes de la Unión Europea, que se reunieron el jueves en una reunión previamente programada, a pensar en un plan de contigencia para el que sería el tercer rescate de la zona euro, después de Grecia e Irlanda.
El estado de la educación en Portugal explica porqué un rescate será probablemente requerido y porqué será costoso y difícil. En otras palabras, Portugal debe demostrar que puede generar suficiente crecimiento económico a largo plazo para pagar sus cuantiosas deudas. Una fuerza laboral poco preparada lo hace difícil.
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El trabajo mecánico y barato que en su día sostuvo la industria textil portuguesa se trasladó a Asia. Los países del otrora bloque comunista que se unieron en masa a la Unión Europea en 2004 ofrecen una mano de obra más barata y trabajadores con mayor nivel escolar. También se han llevado todos los trabajos especializados.
Apenas 28% de la población portuguesa entre 25 y 64 años terminó la secundaria. En Alemania, esa cifra sube a 85%, en la República Checa a 91%, y en Estados Unidos a 89%. En comparación, esa tasa es de 33% en México y de 68% en Chile, entre otros países latinoamericanos.
"No veo cómo puede crecer sin educar a su fuerza laboral", dice Pedro Carneiro, un economista del University College de Londres que dejó Portugal para hacer sus estudios de posgrado en EE.UU.
El problema de la educación aquí ilustra la magnitud del reto que enfrenta Europa en su intento por enderezar su rumbo. Los recortes rápidos y dolorosos de presupuesto, aplicados en toda la región, son el primer paso.
Pero el segundo paso es mucho más difícil y se demorará mucho más. Los 17 países unidos por el euro tienen niveles de desempeño económico muy diferentes. A menos que la brecha se reduzca, las presiones que provocan los países más débiles con sus grandes volúmenes de deuda, sin duda volverán a surgir.
Mejorar la educación en Portugal no es algo que vaya a ocurrir rápidamente. Recortes significativos en el gasto educativo dificultan la tarea. Incluso si hubiera progresos, cosechar los beneficios podría tomar años.
Grecia e Irlanda, los países de Unión Europea que ya han sido rescatados, llegaron al borde del abismo con relativa rapidez: Grecia perdió el control luego de descubrirse que había subestimado la precaria salud fiscal del gobierno; Irlanda se autoinmoló en medio de un caos de especulación inmobiliaria.
En cambio, la crisis de Portugal se ha cocido a fuego lento. Durante una década, su crecimiento estuvo rezagado frente al promedio de la zona euro. Las industrias tradicionales como la cosecha de corcho y la zapatería no pudieron impulsar a todo el país. El auge tecnológico de mediados de la década anterior pasó de largo por Portugal.
Sin embargo, sus habitantes no dejaron de gastar. En los últimos 10 años, la economía, tanto el sector privado como el estatal, ha acumulado un déficit con el resto del mundo de más de 130.000 millones de euros.
El resultado es una montaña de deuda. Este pasivo soberano, parte del cual es interno, podría ascender a 90% del Producto Interno Bruto este año. La economía entera debe al extranjero una suma equivalente a más dos años de su producción económica.
Antes de presentar su renuncia, el primer ministro impulsó unos recortes presupuestarios en el Parlamento bajo presión de otros países de la zona euro. Pero en una entrevista antes de la crisis del miñercoles, Sócrates dejó claro que la inversión en la educación era una prioridad, a pesar de los costos. Calmar a los mercados es importante, dijo, pero e país no debería "perder la visión y la estrategia".
Existe bastante evidencia de que la educación aporta beneficios económicos. Hace una generación, Irlanda era uno de los países más pobres de la Unión Europa, pero invirtió en la educación técnica y se reinventó como un destino para empleos de alta tecnología. El país está hoy, a pesar de una terrible crisis bancaria, entre las naciones más ricas de Europa.
Eric Hanushek, profesor de la Universidad de Stanford, y otro profesor de la Universidad de Múnich han ligado el crecimiento del PIB con el desempeño de la población en las pruebas estándar de educación. Ambos calculan que la tasa de crecimiento a largo plazo de Portugal podría ser 1,5 puntos porcentuales más alta si tuviera los mismos puntajes que la supereducada Findlandia.
Portugal recién empezó gradualmente a hacer obligatorios 12 años de escuela. Hoy, los portugueses pueden dejar la escuela en el noveno grado y muchos lo hacen. El gobierno dice que se están adelantando reformas. Pero es un largo camino. "Hemos acumulado años y años de gente ignorante", lamenta Belmiro de Azevedo, un magnate industrial.
El ejecutivo describe el sistema como calcificado. La administración central ejerce un cerrado control. Los planes de estudio son al mismo tiempo poco exigentes y rígidos. Las tasas de abandono escolar son elevadas. Las escuelas luchan para acomodar el influjo de inmigrantes de las antiguas colonias portuguesas en África, como Cabo Verde y Guinea-Bissau.
"Si obtiene un título en Portugal, gana casi el doble que aquellos que no lo tienen. Eso es lo que les enseño a mis hijos", dice Paulo Gonçalves, un agente de ventas de Hewlett-Packard Co.
Esto es especialmente cierto en un contexto en el que el desempleo supera 11%. "Con la crisis, tenemos que ir a la universidad", dice Sophie Alves, una estudiante de último año de secundaria que planea estudiar terapia ocupacional. Con sólo un título de secundaria, "no puede hacer nada, ni siquiera trabajar como mesera".
Hay evidencia sustancial en cualquier parte que la educación ofrece amplios beneficios. Irlanda era uno de los países más pobres de la Unión Europea hace una generación. Pero invirtió dinero subsidiado por la UE a la educación técnica y se redefinió a sí misma como un lugar para el trabajo de alta tecnología, se hizo dos veces atractiva al bajar los impuestos corporativos. Irlanda está ahora, incluso después de la brutal crisis bancaria, entre las naciones más ricas en Europa.
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