España doblega el coste laboral
Trabajadores de una planta de automóviles
EFE
Los tres últimos años de moderación salarial y de contracción de los costes laborales unitarios empujados por la fuerte destrucción de empleo empiezan a dar frutos. Empiezan a recomponer la competitividad comercial de España, que ofrece ya superávit de bienes con la Unión Europea, y una mejora muy importante en servicios no turísticos.
Los costes laborales unitarios encadenan ya tres años completos de descensos (de 2010 a 2012), que se mantendrán también en este ejercicio, tras haber subido de forma ininterrumpida hasta 2009 todos los años desde que arrancó el siglo. De 2001 a 2009 las subidas acumuladas son del 30,03%, nada menos que un 3,33% cada año. Sin embargo, los descensos acumulados en los tres últimos años llegan al 6,8% (un 2,26% cada ejercicio de media).
Así, el balance de los doce primeros años del siglo, que en la práctica coinciden con la permanencia de España en el euro, es de un avance de los costes laborales unitarios del 23,23%, con una subida media anual del 1,93%, según los datos del Banco de España y Eurostat.
Los competidores más directos de España, los países que conforman la UME, han registrado en los doce años primeros del siglo un avance del 20,36%, con una media anual de avance del 1,69%. Europa ha experimentado un ritmo más contenido en los avances de los costes, pero han crecido todos los años, con la única excepción de 2010, en que cayeron un 0,7%. En el último año completo registrado, 2012, mientras en España los costes unitarios caían un 3,4%, en la zona euro avanzaban un 1,7%.
El saldo del comportamiento de esta variable desde que arrancó la moneda única sigue perjudicando a España, aunque ya de forma muy residual. Sus costes laborales acumulan tres puntos más que en los competidores, lo que supone que prácticamente el diferencial ha sido absorbido en los últimos ejercicios.
Este extraordinario ejercicio de devaluación interna de costes ha propiciado que la competitividad de España frente a la Unión Europea y la zona euro medida exclusivamente con los costes laborales se haya recompuesto plenamente. De hecho, el deterioro frente a los 27 miembros de la UE había acumulado doce puntos hasta 2009 desde el principio del siglo y ahora España ha recuperado toda la pérdida e incluso ha mejorado tres puntos adicionales. Con la zona euro el mayor diferencial en contra de España se alcanzó en 2007, justo antes de comenzar la crisis, y ha sido absorbido íntregramente y España es ahora dos puntos más competitiva que los países con los que comparte euro.
Pero la competitividad no se mide únicamente en costes laborales, pese a que en el caso de la zona euro no haya diferenciales imputables al movimiento de las divisas. En el índice de competitividad cuantificado con los precios industriales (precios de producción) España conserva una desventaja de más de once puntos acumulados desde el arranque del siglo tanto frente a la Unión Europea como a la eurozona. Tomando la referencia de los precios de consumo (precios finales de los productos) la pérdida es ligeramente menor.
En cualquiera de los dos casos España ha perdido, a grandes rasgos, un punto porcentual cada año en materia de precios industriales de los bienes con los que comercia. Un año puede ser insignificante, o incluso dos; pero cuando se acumulan más de diez y una crisis reduce el vigor de la demanda en todos los mercados, los bienes producidos en España se resienten frente a los de la competencia. Es un proceso paulatino que mostró su punto culminante en casi el 10% sobre PIB de déficit por cuenta corriente del año 2008, contabilizando tanto las compras masivas de bienes y servicios del exterior, financiados con entradas de capital vía sistema financiero, como la decreciente venta de bienes y servicios españoles fuera.
El problema está más allá de Europa
En todo caso, donde más alarmante es la pérdida de competitividad es en relación a los mercados ajenos a Europa, ya que los europeos se mitigan por la ausencia de diferencial de tipo de cambio, por la existencia del euro. Pero una comparación con los países desarrollados (los que forman parte de la OCDE), revela que el daño ocasionado por los costes laborales y los precios de producción no laborales, llevados a la factura final de precios de consumo, es alarmante. Así, tomando como base 1999, los costes laborales unitarios han llegado a deteriorar el índice de competitividad en 26,6 puntos en el año 2007, justo al inicio de la crisis. Desde entonces se inició una leve corrección, que se intensificó a partir de 2010 para descender hasta una pérdida de solo 13 puntos. Esto es: España ha corregido la mitad de los excesos generados por los sobrecostes laborales, pero falta aún el resto. El ajuste ha sido de dos puntos y medio cada año desde 2008.
Si analizamos la evolución de los precios de producción, también desde base cien en 1997, en Alemania avanzan en diez años diecisiete puntos, mientras que en España lo hacen en 33 puntos. Mantener esta disciplina con los costes de producción y laborales es uno de los factores que determinan la gran capacidad de venta de manufacturas alemanas en Europa.
Los costes laborales unitarios encadenan ya tres años completos de descensos (de 2010 a 2012), que se mantendrán también en este ejercicio, tras haber subido de forma ininterrumpida hasta 2009 todos los años desde que arrancó el siglo. De 2001 a 2009 las subidas acumuladas son del 30,03%, nada menos que un 3,33% cada año. Sin embargo, los descensos acumulados en los tres últimos años llegan al 6,8% (un 2,26% cada ejercicio de media).
Así, el balance de los doce primeros años del siglo, que en la práctica coinciden con la permanencia de España en el euro, es de un avance de los costes laborales unitarios del 23,23%, con una subida media anual del 1,93%, según los datos del Banco de España y Eurostat.
Los competidores más directos de España, los países que conforman la UME, han registrado en los doce años primeros del siglo un avance del 20,36%, con una media anual de avance del 1,69%. Europa ha experimentado un ritmo más contenido en los avances de los costes, pero han crecido todos los años, con la única excepción de 2010, en que cayeron un 0,7%. En el último año completo registrado, 2012, mientras en España los costes unitarios caían un 3,4%, en la zona euro avanzaban un 1,7%.
El saldo del comportamiento de esta variable desde que arrancó la moneda única sigue perjudicando a España, aunque ya de forma muy residual. Sus costes laborales acumulan tres puntos más que en los competidores, lo que supone que prácticamente el diferencial ha sido absorbido en los últimos ejercicios.
Este extraordinario ejercicio de devaluación interna de costes ha propiciado que la competitividad de España frente a la Unión Europea y la zona euro medida exclusivamente con los costes laborales se haya recompuesto plenamente. De hecho, el deterioro frente a los 27 miembros de la UE había acumulado doce puntos hasta 2009 desde el principio del siglo y ahora España ha recuperado toda la pérdida e incluso ha mejorado tres puntos adicionales. Con la zona euro el mayor diferencial en contra de España se alcanzó en 2007, justo antes de comenzar la crisis, y ha sido absorbido íntregramente y España es ahora dos puntos más competitiva que los países con los que comparte euro.
Pero la competitividad no se mide únicamente en costes laborales, pese a que en el caso de la zona euro no haya diferenciales imputables al movimiento de las divisas. En el índice de competitividad cuantificado con los precios industriales (precios de producción) España conserva una desventaja de más de once puntos acumulados desde el arranque del siglo tanto frente a la Unión Europea como a la eurozona. Tomando la referencia de los precios de consumo (precios finales de los productos) la pérdida es ligeramente menor.
En cualquiera de los dos casos España ha perdido, a grandes rasgos, un punto porcentual cada año en materia de precios industriales de los bienes con los que comercia. Un año puede ser insignificante, o incluso dos; pero cuando se acumulan más de diez y una crisis reduce el vigor de la demanda en todos los mercados, los bienes producidos en España se resienten frente a los de la competencia. Es un proceso paulatino que mostró su punto culminante en casi el 10% sobre PIB de déficit por cuenta corriente del año 2008, contabilizando tanto las compras masivas de bienes y servicios del exterior, financiados con entradas de capital vía sistema financiero, como la decreciente venta de bienes y servicios españoles fuera.
El problema está más allá de Europa
En todo caso, donde más alarmante es la pérdida de competitividad es en relación a los mercados ajenos a Europa, ya que los europeos se mitigan por la ausencia de diferencial de tipo de cambio, por la existencia del euro. Pero una comparación con los países desarrollados (los que forman parte de la OCDE), revela que el daño ocasionado por los costes laborales y los precios de producción no laborales, llevados a la factura final de precios de consumo, es alarmante. Así, tomando como base 1999, los costes laborales unitarios han llegado a deteriorar el índice de competitividad en 26,6 puntos en el año 2007, justo al inicio de la crisis. Desde entonces se inició una leve corrección, que se intensificó a partir de 2010 para descender hasta una pérdida de solo 13 puntos. Esto es: España ha corregido la mitad de los excesos generados por los sobrecostes laborales, pero falta aún el resto. El ajuste ha sido de dos puntos y medio cada año desde 2008.
Por qué Alemania vende más que España
La pérdida de competitividad de España frente a la zona euro en los diez primeros años de la crisis es especialmente pronunciada respecto a la economía alemana. No obstante, una parte notable se ha recuperado en los tres últimos años por la contracción de los costes laborales unitarios de España, como consecuencia del doble descenso del empleo, primero, y de los salarios nominales en muchas actividades, después. La acumulación de desequilibrio de coste laboral con Alemania es vertiginosa desde la entrada en el euro hasta 2007. En concreto, tomando base cien para la curva de CLU de am,bos países, mientras la alemana llega en 2007 escasamente a 105, la española se va hasta 138: acumula una desventaja España de unos 33 puntos en el periodo. Lo que es lo mismo: pierde un tercio de su competitividad vía costes laborales con la primera economía de la eurozona. Hay que recordar que España cuando ingresa en la Unión Monetaria lo hace a un tipo de cambio especialmente depreciado, tras cuatro devaluacxiones en los años anteriores y una adicional en la fijación de los tipos de cambio irrevocables de 1998.Si analizamos la evolución de los precios de producción, también desde base cien en 1997, en Alemania avanzan en diez años diecisiete puntos, mientras que en España lo hacen en 33 puntos. Mantener esta disciplina con los costes de producción y laborales es uno de los factores que determinan la gran capacidad de venta de manufacturas alemanas en Europa.
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