Miami fuerza el séptimo
San Antonio tuvo el anillo dolorosamente cerca. Pudo haber sido un tiro libre de Kawhi Leonard. O un rebote mejor cerrado. Incluso un lanzamiento desesperado de Tony Parker. Ningún detalle funcionó para los Spurs, que vieron cómo Miami sobrevivió a una noche que casi tuvo perdida (103-100). Un triple de Ray Allen a cinco segundos para el final del tiempo reglamentario y un tapón de Chris Bosh en la última jugada de la prórroga aplazaron el fin de fiesta. El ganador del anillo no se decidirá hasta la madrugada del próximo jueves.
Era su noche. Su partido. Su escapatoria. LeBron James estuvo a perder un anillo en casa por tercera vez en su carrera. La segunda que ese verdugo hubieran sido los San Antonio Spurs. La ejecución se aplazó y otra parte del mérito es suya por un último cuarto sobrehumano. Tardó mucho en aparecer, pero sus 16 puntos en ese periodo rescataron a Miami cuando mayores eran las grietas. Y un triple a 20 segundos del final ayudó a forzar la prórroga cuando sus propios errores –demasiados– casi habían enterrado de nuevo cualquier opción.
Fue un partido delirante, esquizofrénico, lleno de descontrol y bandazos en los últimos minutos. San Antonio llegó a disfrutar de 13 puntos de ventaja (58-71) bien cercano el último cuarto. Tradicionalmente habría sentenciado, pero la defensa de Miami dictó en sentido contrario. LeBron James (32 puntos, 10 rebotes, 11 asistencias) pudo con Tony Parker, Chris Bosh (10 puntos, 11 rebotes) amordazó a Tim Duncan y los Spurs empezaron a palidecer.
Miami se encendió desde esa defensa, como tantas veces predicaErik Spoelstra, pero tardó en encontrar alternativas a LeBron en los minutos finales. Pudo costar caro si San Antonio llega a castigar los tiros libres. Manu Ginobili perdonó a 28 segundos del final (89-94). Kawhi Leonard, a 19 (92-95). «Hemos estado a un par de segundos de ganar el título y lo hemos dejado escapar. No tengo ni idea de cómo nos vamos a recuperar de ésta. Estoy destrozado», confesó el argentino tras la derrota.
Al error de Ginóbili respondió LeBron James con un triple. Al de Leonard, replicó Ray Allen con otro de tintes épicos. Bosh agarró un rebote ofensivo y hasta cuatro defensores corrieron hacia el escolta, que se levantó con la misma finura de siempre para firmar una canasta providencial. «Lo fichamos para partidos como éste», recordó LeBron James. En el tiempo extra añadió una bandeja, un robo, casi un tapón y dos tiros libres. Experiencia y sangre fría.
Llegada la prórroga, los San Antonio Spurs apenas podían saber dónde estaban. «No sé qué ha pasado», acertó a decir Tim Duncan. Quizá todavía no podían quitarse de la cabeza su imagen levantando el quinto título de la franquicia. Un espejismo que rozaron con la punta de los dedos. Un anillo que perdieron en el triple de Ray Allen, en los tiros libres de Ginóbili, los de Leonard o en ese tapón de Bosh que cerró el choque. El anillo que perdieron en uno de los desenlaces más extraordinarios que hayan conocido las Finales.
Exhibición y susto de Tim Duncan
Para cuando sonó el pitido final, la primera mitad parecía parte de otra historia. San Antonio había reposado en los hombros de Tim Duncan (30 puntos, 17 rebotes), como lo ha hecho en las últimas 16 temporadas. A sus 37 años desarboló a Miami con un arsenal ofensivo inabarcable. Desde aquel tiro a media distancia que tenía enamorado a San Antonio antes de debutar en la NBA, hasta todo tipo de recursos para finalizar el poste. Pidió, exigió el balón, sediento de un último sorbo de gloria.
Funcionó como en los mejores tiempos hasta que el enorme desgaste al que le había sometido Chris Bosh empezó a pasar factura. No anotó en el último periodo, ni en la prórroga y, lo que es más preocupante, terminó cojeando ostensiblemente tras un choque fortuito con el jugador de los Heat. Parker desapareció bajo la defensa de LeBron James, Ginóbili tras sus fantasmas (de vuelta) yDanny Green por 'culpa' de una vigilancia más estrecha. El trabajo oscuro y muy efectivo de Kawhi Leonard (22 puntos, 11 rebotes) quedó corto.
San Antonio se desmontó pieza a pieza, incapaz de superar la muralla de los Miami Heat, desconcertado por un final repleto de aciertos, errores y sorpresas. De aristas. A un minuto para el final la seguridad del pabellón había acordonado la pista para preparar las celebraciones de San Antonio, sin sospechar que aún quedaba uno de los desenlaces más hermosos que hayan dado unas Finales. Un cierre loco. Inexplicable.
«De lejos, el mejor partido que he vivido», apuntó James. Y en la madrugada del jueves al viernes, el séptimo partido. «Las dos mejores palabras del deporte», como dice Spoelstra.
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