CASI 300 CARTAS INÉDITAS DEL PUEBLO AL DICTADOR
A Franco, con amor
Con el mayor respeto y sólo llevado de la más alta admiración a la gloriosa e ilustre personalidad de V.E. me permito dirigiros estas modestas líneas como saludo al nuevo preclaro hijo de nuestra amada y querida Patria chica, la dulce y hermosa Galicia, que por el bien y salvación de la también Patria grande, la España de nuestros amores y orgullo, da nuevamente un Patricio más, para unirlo a la lista de Mendez Núñez, Eduardo Soto, José Canalejas y el inolvidable y siempre llorado José Calvo Sotelo, villanamente asesinado por los canallas y cobardes marxistas, plaga repugnante que hoy sufre nuestra invicta Patria y Madre España”. José D.G. Jerez de la Frontera, 26 de noviembre de 1936.
“He de advertirle que tiene en sus manos un libro que produce tristeza”. Un arranque inmejorable para catapultar el libro a lo más alto de las listas.Antonio Cazorla Sánchez, catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Trent University (Canadá), avisa de que es probable que durante la lectura haya que hacer “una pausa para recuperar el ánimo”. Porque entre manos andan las voces de unos años miserables, desde la guerra civil a los peores de la posguerra (1936 a 1945). El historiador ha recopilado las cartas de todos aquellos que, por algún motivo, pedían salvación o venganza, justicia o devoción a Francisco Franco Bahamonde (1892-1975).
Cartas a Franco de los españoles de a pie, publicado por RBA, es realmente un libro sobrecogedor. Hay misivas de soldados y voluntarios, de militares y policías, de esposas, madres y padres de soldados, de niños, de religiosos, de extranjeros; unas piden clemencia, otras le rinden culto, otras tratan sobre la miseria, el hambre y la corrupción, y algunas piden justicia… Es una selección de las cientos de miles que se encuentran en el Archivo del Palacio Real en Madrid, sección Casa Civil de la Jefatura del Estado, y que fueron catalogadas hace poco más de dos años. “Es la primera vez que se utilizan para una investigación”, explica Cazorla Sánchez, que ha elegido 273 casos.
La importancia de estos testimonios que son documentos o documentos que son testimonios reside en que pueden ser leídas por el público. Es material de primera para el historiador, pero una lectura conmovedora para el profano. Como asegura el profesor, las cartas dejan oír la voz del pasado y sus miedos, sus amenazas, las súplicas. Son pequeñas novelas que llegan con siete décadas de retraso y plantan un mosaico de crueldad y desdicha.
Franco en su despacho de Salamanca, junto con su hermano Nicolás Franco, gobernador general del Estado. (EFE)
Euterio S., el 13 de marzo de 1943. Querido Caudillo, con honda pena te comunico que el pueblo no puede resistir más golpes; ya lleva muchos y muy grandes y el último aquí a la bista [sic] es la subida de la luz y el pago de los contadores siendo esto último contraproducente por obligar a pagar el guardián de la Compañía, pues está bien visto que antes como ahora las grandes empresas consiguen lo que antes y no sacian su apetito de ganar millones a costa de la clase media, el trabajador y pequeños empleados, que siempre son las víctimas, y llegan momentos como los actuales que no se puede con tanta carga, pues todo va en aumento, no suben los pequeños sueldos; ni jubilaciones y en ese plan de vida y que solo comen y triunfan los enchufados, ya no contamos con derechos, todos son de izquierdas y la gran mayoría comunistas y esto es lamentable tantas ofertas y nada se cumple. Querido Caudillo, tanto como el pueblo bueno te quiere.
El recopilador ha eliminado, con total acierto, apellidos y direcciones postales de los particulares, y así aclara que el fin no es la denuncia, sino la muestra de“cómo explicaron y presentaron los españoles de a pie su realidad” ante el dictador. “Y, en el proceso, qué retrato de su tiempo nos dejaron”. Ese no es más que el de un país enterrado en el dolor y la pobreza. Cartas a la desesperada, en las que la muerte entra en la vida con descaro.
Hay relaciones familiares en riesgo por los sobresaltos de la guerra, la movilización de cientos de miles de personas, y también los hay que acuden a Franco para restablecer esas relaciones tradicionales o para aprovechar su papel de víctimas y castigar al marido o amante infiel. Explica el profesor que las mujeres y los padres de los soldados pedían para estos y para ellos mismos permisos, dinero, pensiones, datos sobre el paradero de los suyos, etc. Los familiares de los perdedores buscaban un acto de caridadpara encontrar a un hijo desaparecido.
Frente de Aragón. Agosto de 1936. J. M. Pérez Molinos
El 14 de febrero de 1938, desde Montijo escribe Isabel C. G. Es importante destacar que el extracto es literal, sin modificaciones ortográficas: Mi Excelentísimo y Benerado Caudillo. Con el mayor respeto y humillación recurro a su Excelencia para comunicarle mi situación tan angustiada. Se trata de una Madre de un Combatiente Boluntario acemas de dos años y le suplica haga su Excelencia justicia enmi Triste Situación pues teniendo una hija de diezciocho años llevaba rrelaciones con un chico de esta de su misma edad y de sumisma sociedad por locual nada me estrañaba sus rrelaciones masdicho chico undia que fueron de paseo le mancillo su onra y prometiéndole casarse con ella enseguida. Mas cuando esta pobre Madre medicuenta estaba mi hija encinta de tres meses entonces llame a el ime prometió casarse con ella sepusieron las amonestaciones. Sepidió permiso ael Señor Obispo para que se efectuara el enlace antes de terminar el plazo de las amonestaciones y fue concedido iuna bez fechada la ora de casarseno sepresentaba seba alla mas idice que abariado de opinión que su Madre no quiere. Digame su Excelencia este pobre hijo que esta en las trincheras para limpiar España de las malas acciones de los Marsista hacían y quebengan asu casa ibea hijos sin padres […] Por Dios lepido mi general meaga justicia para bien de mi hija ide esa pobre criatura que nobenga ael mundo sinpadre que es una pena que la España de Franco tenga hijos sin padres.
El historiador asegura que han sido sus prejuicios los que han guiado su colección y que en esta han quedado fuera los textos más impactantes. “Por cuestiones de espacio casi siempre, pero también por motivos éticos”. Destaca la evolución que la imagen del general despliega a lo largo de los años, pasando de ser el general de los rebeldes, en julio de 1936, a convertirse en el caudillo u otras exageraciones propias de la propaganda.
“Durante la lectura de estas cartas se ve la miseria moral y material que la guerra y la dictadura impusieron a los españoles. Sólo esta miseria, por un lado, y el poder inmenso de Franco, por otro, pueden explicar el tono y los temas de esta correspondencia”. Se dirigen a él con halagos, invocando su piedad o denunciando a vecinos y conocidos.
A veces, los destinatarios también fueron la mujer de Franco, Carmen Polo, a la que llaman La Señora, quien tuvo oficina propia, o la hija de ambos,Carmencita. Aunque era la clásica estrategia envolvente para llegar al dictador.
Mi respetuoso y querido señor Teniente-Coronel: Recibí el retrato de nuestro Salvador Generalísimo Franco, el caudillo que lleva a España por los caminos de la victoria contra la canalla que tenía a la patria acobardada y engañada y envenenada. Este retrato será mi tesoro y cuando salga del hospital y cure y vuelva a la guerra, a la guerra irá conmigo nuestro Generalísimo; y cuando vaya al pueblo, también vendrá al pueblo, y cuando yo me case y haga casa, presidirá mi casa. Y podré enseñarlo siempre a todos y si llego a tener hijos a mis hijos, para decirles lo que hicimos en esta guerra siguiendo a este héroe y este caudillo de esta gran España. Viva España, Viva Franco, Viva el Ejército español y sus milicias. Haga favor de decirle al Generalísimo que toda mi vida agradeceré este recuerdo, que es ejemplo de lo que es nuestra patria, donde el primer español manda su retrato al más humilde, al último español, que dio su sangre y daría su vida por España y por Franco. Escribe Benito R., soldado del regimiento número 26 al Teniente-Coronel Ayudante-Secretario del Jefe de Estado desde el hospital de Zamora, el 16 de febrero de 1937.
El hallazgo es de suma importancia, además, por la imagen que el dictador proyectaba sobre los españoles. “En contra de las mentiras que se iban a empezar a propagar a partir del verano de la muerte de 1936, al hombre que se transformó en el Caudillo no le esperaba nadie, ni él mismo. Como tampoco esperaba nadie la dictadura cruel, cerril y miserable que finalmente impuso. El azar, la mala fe y la dinámica de la violencia, esta última sin parangón en la historia española reciente, dieron lugar al caudillo y al régimen que dirigió con mano de hierro hasta el día de su muerte”, escribe el historiador.
El profesor Cazorla Sánchez explica que, con todo, lo peor para los españoles no fue el endiosamiento de un general, sino la violencia de la guerra. “En el verano de 1936, muy pocos españoles querían, o esperaban, la guerra. Pero el franquismo, basándose en hechos reales y memorias parciales, como las intervenciones en las últimas Cortes republicanas de Gil Robles o del “protomártir” José Calvo Sotelo donde denunciaban la violencia reinante,construyó el mito de un país en caos al borde de la revolución, con un gobierno entre débil y cómplice con tanto desmán”.
“El marxismo, que fue fácil de prender, en estas masas descuidadas fatalmente por los Gobiernos que ya de izquierdas o derechas no se preocupaban más que de intrigas políticas, aún no ha sido desterrado […] Necesariamente han de aplicarse medidas severas y de gran energía y a ello estoy dispuesto, contando de antemano que obrando con espíritu y verdadera justicia social encaminada a la conquista de la paz, y aunque prescinda en momentos precisos de la célebre “justicidad”, he de interpretar con tal conducta y proceder las órdenes y deseos de nuestro invicto Caudillo”. Florencio A. Alcalde. 27 de febrero de 1940, Badajoz.
Soldado republicano escribiendo una carta en el frente. De Kati Horna
Las cartas desvelan la influencia del protocolo que la propaganda había logrado instaurar, se decía lo que el régimen decía que se debía decir. Palabras, conceptos todo emana del discurso oficial. Todo era lealtad, pero también desesperación. El historiador asegura que en la España tan dura de la posguerra, y ante un Estado “tan arbitrario y (salvo a la hora de reprimir) ineficaz”, el caudillo era “para muchos la única esperanza de justicia”.
Muchos de los particulares se muestran en sus cartas como fieles por necesidad. Necesitaban creer que lo que se decía de él era verdad y que “lo malo que se vivía todos los días era producto de la camarilla que le rodeaba y le engañaba”. Pero Franco sí sabía lo que ocurría. Sabía del hambre, la injusticia y la represión, “pero lo único que a él le importaba eran otras cosas, empezando por las amenazas a su poder”. No tanto por los cientos de miles de problemas anónimos que saturaban y se estrujaban en las cuartillas de papel que recibía.
Excelencia: Perdón por el atrevimiento, pero en mi desesperación de verme inútil ya tres años para servir a mi patria con 20 años y no poder correr a coger un fusil, me dirijo al Padre de todos en ruego de un puesto en un sanatorio antituberculoso porque siendo la lesión que padezco poco grave creo que en poco tiempo de estancia en él estaría en disposición de servir a España en el sitio que me ordenaran. Dios guarde a S. E. muchos años para el bien de España”. Francisco B. M. Cheles (Badajoz) a 28-12-1938. II año triunfal.
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