La reforma laboral y los recortes meten los derechos sociales en el túnel del tiempo
Los sindicatos alertan de que el retroceso del estado del bienestar devuelve a los trabajadores a situaciones superadas hace un siglo // La vuelta del asambleísmo cambia los modos de organización de las últimas décadas
Domingo04 de mayo de 2014
Es evidente que en 1914 se vivía de manera diferente a la actual. La esperanza de vida era menor, el analfabetismo representaba un mal endémico, y los trabajadores sufrían condiciones de miseria. Sin embargo, en cuanto a derechos laborales y reclamaciones sindicales, parece que todos hemos entrado en la máquina del tiempo para volver a aquellos años. Los recortes sociales sucesivos desde hace dos décadas, el paulatino desmantelamiento del Estado del Bienestar y la pérdida de la capacidad de resistencia y de presión sobre la patronal de los sindicatos, están acercando a los obreros y parados de hoy a situaciones muy similares a las de hace un siglo, la época del despertar del movimiento obrero.
Esa desconfianza en los sindicatos para resolver los conflictos laborales ha ido generando un caldo de cultivo, en algunos casos, favorable al asamblearismo. El caso más reciente y eficaz ha sido el de Tenneco. Las cúpulas de los sindicatos mayoritarios ven con preocupación este fenómeno porque sienten que pierden el control de la situación, es decir de la negociación y la representación. El fenómeno asambleario, además, parece que está empezando a coordinarse y deja de ser un caso aislado de uno u otro centro de trabajo. Así, se ha creado la Asamblea de Trabajadores en Lucha, que ha convocado para el próximo 17 de mayo una manifestación en Oviedo. Este colectivo agrupa a cada vez un mayor número de afectados por despidos y EREs de 20 empresas que se han unido "ante la masacre laboral que se está produciendo en Asturias". En ella están trabajadores de Tenneco, Coca Cola, Benito Sistemas, Sedes, General Dynamics, Cocinas Asturianas, Palacio de las Nieves y Urogallo, Lavandería de Cabueñes, Hotel León, Cajastur, Intoxicados de Mercurio, subcontratas de Hunosa, Matadero Central, Fábrica de Armas de Oviedo, Fundición nodular, Carteros de Asturias, Cébrano y la Cofradía de Pescadores.
En Asturias, por su tejido industrial y minero, esa regresión en el tiempo se nota más, según explican las fuentes consultadas. La crisis industrial con sus sucesivas reconversiones ya desde la década de los ochenta del siglo XX, la decadencia de la minería asturiana, del sector naval y de la industria pesada, ha ido creando extensos territorios “desérticos” laboralmente, habitados por familias que viven de prejubilaciones bien dotadas pero que poco a poco se van consumiendo.
AQUELLOS TIEMPOS DE LA JORNADA DE OCHO HORAS
La jornada de ocho horas en España se conquistó en 1919, después de la huelga de La Canadiense en Cataluña, que organizaron los trabajadores de la CNT, por entonces el sindicato de mayor implantación por delante incluso de la UGT. La victoria de los obreros fue tal que, a partir del 1 de octubre de 1919 la jornada máxima total sería de 8 horas al día y de 48 a la semana, para todos. España fue así el primer país de Europa en donde se consiguió la jornada máxima de 8 horas, que era una reivindicación histórica de la clase obrera.
Hoy son pocos los que trabajan ocho horas, salvo los funcionarios y las empresas grandes donde aún se respetan los convenios colectivos. La mayoría de los que están empleados, según reconocen representantes de diferentes sindicatos, trabajan más de ocho horas y ni siquiera cobran las horas extras. Ello implica también un mayor riesgo de inseguridad laboral y una mayor exposición a los accidentes de trabajo.
Pero además, no solo trabajan más los que están empleados, sino que sus salarios se han ido recortando en mayor medida. La escasez de trabajo y las altas cifras de paro generan “miedo” entre los que aún conservan un puesto de trabajo y en esas condiciones es fácil que el trabajador acepte lo que le echen, explica Gilberto García, secretario de Acción Sindical de CCOO de Asturias.
Para este dirigente sindical está claro que ni la economía, ni la sociedad son comparables a la de hace cien años. Lo que sí ocurre, a su juicio, es un fenómeno paralelo al de hace un siglo en otro plano, ya que entonces los trabajadores iban consiguiendo poco a poco conquistas hasta ir mejorando su condición, mientras que ahora, las conquistas obtenidas por aquellas luchas ya asentadas se están perdiendo poco a poco “y no sé si nos llevarán a las reivindicaciones de hace cien años, pero tal parece, como ocurre con la jornada laboral y la inseguridad”.
“En el fondo se trata de ser competitivos y eso se hace a partir de los costes laborales y nos lleva a reformas que nos dejan con lo mínimo y que tienden hacia los copagos, las privatizaciones de lo público”, lamenta.
Desde CCOO --asegura-- “hemos convocado más huelgas en estos años de crisis que en las etapas anteriores, pero esas huelgas ya no son como antes, porque hay miedo a perder el puesto de trabajo y pierden efectividad”. Según Gilberto García la pérdida de derechos de los trabajadores no es paralela a la de los empresarios, “ya que ellos tienen cada vez más beneficios y cada vez hay más ricos y más pobres”. Además observa que hay una masa de miseria “que está creciendo y que empieza a ser difícilmente asumible dado que puede crear un estallido social”.
EL CASO DE TENNECCO
Samuel Fernández, sindicalista de Tenneco, cuya asamblea ha conseguido parar en los tribunales el cierre de la empresa gijonesa, tiene claro que si “no somos nosotros los que paremos las agresiones contra los trabajadores nadie lo va a hacer”. Ellos lo han conseguido, por lo que piensan que hay que seguir el modelo asambleario “dado que los sindicatos mayoritarios, que hasta ahora tenían el poder de negociar en nuestro nombre, no están consiguiendo parar los cierres y los despidos”.
Samuel no cree que estemos como hace cien años aunque si observa que se produce un proceso a la inversa: “nuestros abuelos peleaban para ir consiguiendo cosas y nosotros para evitar que nos las quiten”. A su juicio todo dependerá “de los que luchen” porque “cuando más recorten más paro habrá y van a condenar a la gente a la miseria. La pregunta es ¿se van a defender? No creo que el pueblo permita que se llegue a esa situación”. Pone como ejemplo su empresa: “en Tenneco la gente se preguntaba si teníamos que llegar a este punto y hemos visto que sí, que hay otra manera de hacer sindicalismo, recuperar el modelo que se hacía en los años 30 y 40 del siglo XX, más asambleario. Eso molesta a las cúpulas sindicales, pero es que han demostrado que no son capaces de evitar cierres y despidos. Ahí están Suzuki, Crady, la minería, el sector naval y por ese camino desaparecerá todo. Dicen que no hay nada que hacer y sí hay mucho que hacer: no aceptar la pérdida del puesto de trabajo, aunque haya que seguir negociando, pero sin despidos”.
Manuel Nieto, de la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI) también destaca el resurgir del asamblearismo, “algo que no es nuevo, era la forma tradicional de hacer sindicalismo hasta que llegamos a los Pactos de la Moncloa (1977) y trajeron el nuevo modelo de pacto y burocrático”. Respecto a la posible regresión del mundo laboral hacia tiempos remotos, cree que “avanzamos hacia una precarización que nos va a llevar al tiempo de nuestros bisabuelos de principios del siglo XX. Por ejemplo, lo de las ocho horas es hoy algo extraño. Se trabaja o menos o mucho más. Hay jornadas de más de ocho horas en donde no se pagan las horas extras y luego hay falsas medias jornadas de cuatro horas, cuando trabajas cinco o seis y te aseguran por menos, haciendo medias jornadas encubiertas”.
Sobre los instrumentos de lucha de los trabajadores, este sindicalista piensa que hace cien años era más sencillo “porque el enemigo de los trabajadores era más visible: la gran burguesía, el terrateniente... Ahora el enemigo es más disperso y nos matan democráticamente, dando vía libre a las reformas laborales y no te dejan enfrentarte a ellos porque te reprimen democráticamente. Es más difícil luchar”.
Otro sindicato que históricamente siempre ha funcionado defendiendo el asamblearismo es la CNT. Su secretario general en Asturias, Héctor González, aunque, como el resto de los sindicalistas consultados, no cree que estemos como hace cien años, si ve que “no tenemos ningún tipo de derechos y formas de organización para conseguirlos”. Hace cien años --dice-- “las condiciones de vida eran muy malas pero la tendencia era a ir mejorándolas, es decir, al revés que ahora, que vamos hacia atrás”. A su juicio, si nuestros abuelos obreros iban de conquista en conquista se debe a que “tenían herramientas de lucha, partidos o sindicatos, y hoy es todo lo contrario, la gente se desapega de las formas tradicionales de organización, algo que se han ganado a pulso los sindicatos mayoritarios y los propios políticos. Si tanto se quejan ahora de que vamos fatal ¿porque no se movilizan a los trabajadores? Porque solo les interesa el pacto social a costa, eso sí, de bajar nuestros derechos. No se han dado cuenta aún de que negociar siempre es un error, porque el empresario siempre quiere más, nunca se sacia”. Y aunque cree que sigue habiendo muchas diferencias entre nuestros abuelos y nosotros “ya empiezan a verse algunos casos concretos que nos retrotraen a un siglo hacia atrás, como por ejemplo las jornadas, largas e interminables y sin remunerar de muchas empresas”.
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