El empleo lo crea la demanda
Por José Molina Molina, Doctor en Economía, Sociólogo y Miembro de Economistas Frente a la Crisis / Murcia
No olvidemos que demanda, empleo y crédito son los pilares del crecimiento, porque el delirio cesáreo de algunos puede arruinarnos la vida social y económica
Los esfuerzos desde las políticas institucionales para crear empleo se están estrellando contra un principio elemental que rige en la economía: el empleo lo crea la demanda. A más demanda, más consumo; a más consumo, más producción y a más producción, más empleo. Las pymes y la economía productiva recogen los impulsos de la demanda y es cuestión de visión político-empresarial que el impulso de ese crecimiento de la actividad productiva se dirija a una economía sostenible, nunca para fomentar burbujas especulativas.
Los ahorros consecuencia del crecimiento deben ser invertidos en las economías regionales, no en operaciones fuera de los entornos productivos. Hay ejemplos de referencia, tanto positivos como negativos. En California, su Administración Federal está arruinada por su política fiscal y porque su banco federal invirtió preferentemente en operaciones especulativas fuera de sus fronteras, mientras que en el Estado de North Dakota, su banco federal lo invierte por norma en la economía de su propio Estado. El profesor Timothy Canova de la Universidad de Orange (California) compara las dos situaciones, con resultados dispares en sus economías y en el empleo. Por otro lado, en Noruega también los bancos públicos practican políticas similares que dan resultados muy positivos en su economía y empleo. Hay quien afirma que es el petróleo, pero otros Estados tienen petróleo y su economía y empleo van muy mal. La diferencia es crear demanda y saber invertir en la región de cada territorio para crear un empleo estable, no un ‘empleo golondrina’.
Los recursos en las Administraciones Públicas deben servir de palanca para la política económica. Por eso hay que pensar que con la bancarización del sector financiero, y sus políticas precedentes de privatización, perdimos los instrumentos que otros tienen para impulsar la economía y, precisamente por haber eliminado de nuestro escenario esas instituciones que ahora hemos echado en falta, en nuestro país hemos tenido que utilizar al ICO para que saliera en apoyo de pymes y Administraciones locales.
Andamos cojos. Una cojera estructural provocada por aplicar políticas con rigideces, de la misma forma que ahora aplicamos como conversos la ‘regla de oro’ del equilibrio presupuestario, como si se tratara de un nuevo dogma. Equilibrio sí, pero con prudencia. Porque no han pensado, o no quieren reconocer por ideología, que el paro no tiene solución sin reforma fiscal que aumente los ingresos públicos, para lo que es preciso que paguen más los que más tienen y poseen.
Hace tiempo, algunos ideólogos de ese neoliberalismo llamaron “simplezas keynesianas” al efecto multiplicador que transmitía el fuerte ajuste presupuestario y sus efectos en cascada en la economía real. Ahora ya conocemos por las informaciones de Eurostat que el coeficiente de Gini, que mide las desigualdades en los países de la UE, o sea, las diferencias de las rentas más ricas y las más pobres han subido 2,7 puntos desde 2008 en nuestro país y hemos superado en desigualdad a Portugal.
Los salarios están a la baja y, por otra parte, la acumulación de rentas y riqueza es cada vez mayor, lo cual está configurando un efecto perverso, según deduce el profesor Piketty en su investigación ‘El capitalismo del siglo XXI’, porque la riqueza que se acrecienta en manos de las grandes fortunas, se incrementa más por la renta que obtienen que por inversiones innovadoras. Por eso el profesor Touranne nos dice que, cuando hay crisis, la sociedad civil sufre y ese sufrimiento impide que se dinamice la convivencia. Cuando esto ocurre es una avería sistémica, porque el ‘reparto’ no llega y las migajas del bienestar son más bien un malestar insoportable.
El delirio cesáreo de algunos puede arruinarnos la vida social y económica, porque el silencio de las víctimas, el miedo, las presiones y las prohibiciones nos pueden llevar a una servidumbre voluntaria por ser incapaces de impulsar una economía socialmente potente. Todo ello sin olvidar que demanda, creación de empleo y crédito, son tres pilares para el crecimiento.
Autor de “Ciudadano y Gasto Público” Aranzadi (2014) 3ª edición.
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