Doug Holzer, como otros residentes de Wyoming, teme que las regulaciones ambientales perjudiquen la economía del estado.
GILLETTE, Wyoming—El carbón sigue siendo el rey en el corazón de la cuenca Powder River de ese estado, en donde una columna de camiones que transportan cargas recién extraídas asciende todos los días por una ladera en las afueras de la ciudad.
Por eso, cuando la conversación en un bar local se centra en las nuevas normas de emisiones de carbono propuestas en junio por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos —reglas que golpearán con mayor fuerza a la industria del carbón— los clientes habituales responden con una mezcla de incredulidad y rechazo.
"Lo que hacemos aquí nos llena de orgullo", resalta Doug Holzer, operador de equipo pesado en la mina Coal Creek, de Arch CoalACI 0.00% Saboreando una cerveza Budweiser después de salir de su turno nocturno, Holzer, de 57 años, pregunta en voz alta de donde obtendría EE.UU. su electricidad si no fuera por el carbón local. "Estamos calentando a todo el país", asevera.
A los líderes políticos de Wyoming, el estado que genera 40% de toda la producción de carbón de EE.UU., no les interesa contemplar una era poscarbón. Aunque las nuevas normas de emisiones probablemente acelerarán la transición a otras fuentes de energía para la generación de electricidad, Wyoming ha prometido mantener el carbón como un baluarte de su economía, ya sea para consumo interno o exportación.
El gobernador de Wyoming, Matt Mead, ha buscado en las últimas semanas defender a un nervioso sector minero al indicar que los niveles propuestos de emisiones no solo perjudicarán al estado, sino al resto del país, que sigue dependiendo del carbón para casi 40% de su electricidad.
Las nuevas normas de la EPA buscan reducir la contaminación de carbono generada por las plantas de electricidad en un promedio de 30% para 2030 con respecto a los niveles de 2005. La propuesta otorgaría flexibilidad a los estados a la hora de implementar los estándares y Wyoming tendría que disminuir sus emisiones de carbono en 19%, menos que la mayoría del resto de los estados, según el Centro de Clima de Georgetown.
Las normas propuestas bien podrían intensificar la transición desde el carbón a otras formas de energía que arrancó parcialmente con el auge del gas de esquisto en este y otros estados, lo cual elevó la presión sobre los mineros de carbón de Wyoming para encontrar nuevos mercados.
A partir de 2012, se han suspendido o están programadas para suspenderse en la próxima década 297 unidades que utilizan carbón en plantas generadoras de electricidad debido a las regulaciones pendientes de la EPA y las fuentes de energía más económicas, según SNL Energy, una empresa especializada en datos de la industria.
Mead es partidario de que se construyan terminales de carbón en el noroeste del país de modo que el carbón de Wyoming se pueda exportar a mercados en Asia, aunque las propuestas son resistidas por algunas ciudades y activistas que no quieren que los ferrocarriles de carbón atraviesen sus comunidades.
"Esta batalla y pelea dista mucho de haber terminado, en mi opinión", afirmó Mead a seguidores del Partido Republicano. "Seremos muy enérgicos a la hora de defender lo que es bueno para Wyoming y lo que es bueno para el país".
Ningún lugar en Wyoming ha sentido el impacto de los estándares propuestos más que la cuenca Powder River, una zona rica en minerales que cuenta con 12 minas de carbón. Según datos del estado, la industria carbonífera empleó a unas 6.500 personas el año pasado y la minería de carbón generó más de US$1.000 millones de ingresos para Wyoming durante el año fiscal 2013, la mayor cifra en una década.
La mayoría del carbón de Wyoming se extrae aquí y después se envía a más de 30 estados. "El carbón no se va a terminar", dijo el representante Tom Lubnau, el presidente republicano de la asamblea del estado, que representa a Gillette. "Está muy bien tener pensamientos nobles hasta el momento en que el aire acondicionado deja de funcionar".
En Gillette, un pueblo de 32.000 habitantes donde los mineros se reúnen en los bares y restaurantes después de los cambios de turno, es fácil toparse con la ira contra las políticas federales del medio ambiente. "Nuestra forma de pensar aquí es que si eliminan el carbón, veremos cuantas luces se quedan encendidas y cuántas plantas eléctricas siguen operando", afirma Luke Schlautmann, un mecánico de 34 años que trabaja en una de las minas de carbón cerca del pueblo, mientras terminaba su almuerzo en Lula Belle's Cafe.
Shane Durgin, presidente de la mina de carbón Belle Ayr, de Alpha Coal West Inc. en la cuenca Powder River, dijo que a menudo escucha las grandes preocupaciones de sus empleados sobre el futuro del carbón y sobre su propio sustento. "Como industria, no somos el hijo predilecto en este momento", expresa. "Tenemos muchos retos" por delante.
En su defensa de la industria carbonífera, las autoridades del estado indicaron que durante casi una década Wyoming había destinado cantidades significativas para lograr que la producción del carbón sea más contaminante.
A partir de 2006, se han invertido US$80 millones en fondos estatales y privados para investigación sobre el carbón limpio en la Escuela de Recursos de Energía de la Universidad de Wyoming.
El año pasado, la legislatura destinó US$15 millones para construir un centro de pruebas para el desarrollo de usos comerciales del carbón, que las autoridades del estado esperan creará un mercado de productos derivados del carbón. El centro será el anfitrión de una competencia de US$10 millones del uso comercial del carbón.
Wyoming también es un importante productor de gas natural, pero las autoridades del estado dicen que no sería necesariamente fácil para los mineros de carbón aplicar sus habilidades a esa industria.
Algunos grupos ecológicos afirman que Wyoming simplemente está aplazando lo inevitable. El estado emite la mayor cantidad de carbón per cápita en EE.UU., según los datos más recientes de la administración de información de energía del país. Y el carbón es responsable por casi toda la generación de electricidad del estado.
Esto tendrá que cambiar, indicaron grupos ecológicos que han instado al estado a diversificar su economía. "Gillette no tiene un plan B", dice Shannon Anderson, una coordinadora del Consejo de Recursos de la cuenca Powder River, un grupo local de preservación. "Wyoming realmente no tiene un plan B".