lunes, 9 de marzo de 2015

Visitas Obligadas.O.Pelayo.

El Bellas Artes homenajea a Orlando Pelayo a los 25 años de su muerte

La pinacoteca rescata 26 obras de sus fondos para recorrer la aportación de uno de los artistas asturianos a la vez más singulares y más representativos de su momento histórico
Juan Carlos Gea

JUAN CARLOS GEA

@JCGEAMARTIN
JUEVES 05 DE MARZO DE 2015
El 15 de marzo de 1990, a los setenta años de edad, fallecía el pintor Orlando Pelayo, uno de los artistas asturianos más singulares y al tiempo más representativos del periodo en que desarrolló su trabajo: la segunda mitad del siglo XX. Con tal motivo, el Museo de Bellas Artes de Asturias ha organizado una revisión de la obra del artista gijonés, exiliado en 1939, afincado primero en Orán y más tarde en París, y religado a sus raíces asturianas durante las últimas décadas de su vida. La pinacoteca regional ha seleccionado, a modo de homenaje y recordatorio, 26 obras pictóricas y una escultura de entre las 33 pinturas, 22 dibujos, 13 estampas y 6 esculturas con las que Pelayo está representado en sus fondos.
Esta condensada revisión de la obra de Orlando Pelayo abarca, no obstante, todos los periodos del pintor, que encontró su primer código verdaderamente personal en una fusión del intenso colorido fauvista y de una descomposición de las figuras de estirpe postcubista. La muestra recoge también el periodo de abstracción en el que Pelayo trazó sus Cartografías de una ausencia, paisajes pictóricos que evocan el territorio sentimental de la España de la que había tenido que exiliarse al final de la guerra civil, y prosigue recalando en las dos etapas más personales de Pelayo: sus "espectros", figuras cargadas de un aliento literario e histórico en las que relee desde la pasión y la distancia el pasado de su país, y las series, iniciadas a principios de los 70, en las que reformula la fisonomía de sus personajes con una ejecución más ligera, a base de acrílicos.
A través de ese recorrido queda constancia de la aportación de un artista culto y bronco, crítico hasta la sátira, pero también cargado de nostalgia y pasión por la cultura española, que se vio también profundamente influido por la cultura europea de su tiempo a través de su amistad con literatos como Camus o Jean Grenier, y que recuperó posteriormente su asturianía a través de los lazos con artistas contemporáneos suyos y la participación activa en la vida cultural local, en particular la gijonesa. Su obra fue a principios de la década de los noventa, recién fallecido el artista, objeto de varias antológicas en Gijón, Albacete --provincia donde transcurrió parte de su infancia-- o París que descubrieron la aportación de Pelayo a nuevas generaciones de espectadores.

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