Las conversaciones para aunar fuerzas de cara a una cada vez más probable repetición de elecciones que han venido manteniendo durante los últimos díasPablo Iglesias y Alberto Garzón se han saldado con un principio de acuerdo. El líder de Podemos ha aceptado todas las condiciones puestas sobre la mesa por el portavoz de Izquierda Unida-Unidad Popular: mantener la autonomía de su formación y establecer un pacto a nivel estatal, en lugar de acuerdos puntuales por territorios, como propuso la formación emergente de cara a las pasadas elecciones generales, según fuentes del gabinete del secretario general.
De consumarse el acuerdo para la confluencia, tendrá que ser ratificado por las bases de Podemos mediante una consulta interna, según han avanzado fuentes de la dirección del partido. El sector que representa Íñigo Errejón se opone a la alianza en los términos propuestos, y aunque el número dos del partido ya se mostraba ayer resignado ante lo inevitable, varios cuadros avanzan que harán campaña por el no en la consulta.
Los argumentos utilizados por el secretario general para justificar la alianza sontanto aritméticos como identitarios. Los primeros se centran en la suma del cerca de millón de votos obtenidos por IU, que se traducirían en la multiplicación de los dos diputados que obtuvo la coalición de izquierdas, debido a los efectos de la ley electoral. Los segundos, como definió un diputado perteneciente al núcleo duro de Iglesias, tienen que ver con demostrar que Podemos ha llegado a las instituciones para transformar la realidad y que su intento de “domesticación” por el 'establishment' ha fracasado.
Varios cuadros de Podemos afines a Íñigo Errejón avanzan que harán campaña por el no en la consulta para ratificar la alianza preelectoral
La aritmética electoral para dar el 'sorpasso' al PSOE es el fondo del debate. Si la confluencia con IU supondría la suma de los cerca de un millón de electores que apoyaron a Alberto Garzón, colocando a Podemos como segunda fuerza, o si ahuyentaría a las “mayorías sociales” no necesariamente identificadas con la izquierda. El destituido Sergio Pascual, mano derecha de Errejón, lo dejaba claro en una entrevista en RNE esta semana: “Evidentemente, nos vendrían bien esos votos si hacemos una suma aritmética, pero no sé si en política esto es tan fácil. Si ese acuerdo [con IU] nos hace volver al eje izquierda-derecha que la sociedad española ya ha superado y nos impide mantener la lógica de seguir incluyendo a más gente y sumar a los que faltan con el eje arriba-abajo, entonces quizá no sería buena idea”.
Al número dos del partido, Íñigo Errejón, no le hace falta hablar para que se le escuche. Pesos pesados del partido afines han salido en tromba para alertar sobre las consecuencias de acercarse a IU. Los últimos, Jorge Lago y Germán Cano, ambos miembros del consejo ciudadano estatal, máximo órgano de decisión entre asambleas, y responsables del 'think tank' de Podemos y del área de cultura, respectivamente. El director del Instituto 25-M ha criticado en una valoración remitida internamente a “los propios y extraños que piensan que lo de la transversalidad era una estrategia puntual (y más o menos electoral) para un momento excepcional (crisis económica, corrupción), pero que lo normal es y era lo de siempre: izquierda y derecha”. Lago defiende así que debe articularse, “desde la transversalidad, una identidad política nueva que aglutine a todxs aquellxs que entienden que sus anhelos y deseos no son compatibles con los partidos viejos, ni con sus modelos económicos, sociales y culturales”. Una identidad que, remata, “no es, no puede ser, la suma de las fuerzas de izquierda”.
El principal mensaje al que recurrirá la formación, de abrirse el escenario de la repetición de elecciones, está ya fijado y pasa por defender la construcción de un Gobierno de progreso, que además del PSOE incluya a IU y Compromís. Todo ello se revestiría de un giro discursivo hacia posturas más clásicas de izquierda. Si la propuesta que centrará la campaña pasa por un Ejecutivo de coalición con las fuerzas progresistas, aun manteniendo su autonomía propia, el razomiento defendido por Pablo Iglesias y sus afines es que se acompañe de un pacto preelectoral.
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