Wall Street amortigua la huida de inversores chinos a golpe de autocartera
Las cotizadas de Wall Street tienen previsto dedicar a recompra de acciones propias el equivalente a la capitalización de Microsoft en un año marcado por la retirada de China.
Wall Street
José M. Del Puerto / 20-04-2016 • 09:38
Los inversores chinos están en huida y Wall Street no es una excepción. Sin embargo, las cotizadas de la Bolsa neoyorquina parecen haber apostado por un contundente antídoto para evitar el impacto que la retirada de los asiáticos podría tener en su cotización: engordar autocartera.
El cambio de modelo económico de China se está dejando sentir también en sus pautas de inversión, que como las del resto del mundo también buscan reinventarse ante el sobrevenido entorno de bajos tipos de rendimiento. En el último año, las ventas de inversores chinos alcanzaron los 96.000 millones de dólares, eliminando casi por completo cualquier posición de los 97.000 millones que habían acumulado entre 2008 y 2014 en el parqué neoyorquino, según un reciente informe publicado por Goldman Sachs.
Una retirada que, sin embargo, no ha tenido en las cotizadas donde mayor era su presencia un impacto tan acusado como habría cabido esperar. Esto se debe, según el banco de inversión, a la proliferación de planes de compra sobre acciones propias entre las cotizadas de Wall Street. Una promesa de adquisiciones que frena el contagio vendedor que podría suponer la retirada de los asiáticos si no encontrasen una tan segura contraparte al otro lado de la ventanilla inversora.
La huida del inversor chino, según destaca el jefe de estrategia para EEUU de Goldman Sachs, David Kostin, se concentró fundamentalmente en el último trimestre del año pasado. Sin embargo, su movimiento fue tan abultado que supuso más de la mitad de las ventas internacionales netas sobre cotizadas estadounidenses. Y, lo que es más significativo, no se produjo un trasvase hacia la renta fija en búsqueda de rendimientos más seguros, pues los papeles del Tesoro Federal sufrieron la retirada de posiciones por 130 millones de dólares, según señala en su informe.
Un dólar fuerte ante la progresiva subida de tipos de la Fed, el miedo a un frenazo económico global con epicentro en la propia China y los cambios de modelo inversor provocados en Canadá y Oriente Medio por la pérdida de valor del petróleo y la paralización de muchas explotaciones de fracking auguran que este año el panorama se repita. El año 2015 fue de hecho y según el referido informe, el ejercicio en que más salidas netas de capital extranjero se produjeron en Wall Street desde 2004.
Las estimaciones de Goldman Sachs pasan por ventas netas de inversores internacionales por 50.000 millones de euros para la Bolsa de Nueva York en el que sería el segundo año consecutivo con retirada de posiciones extranjeras. Una cifra abultada pero que en nada queda frente a las recompras de acciones propias ya proyectadas: 450.000 millones de dólares, unos 396.000 millones de euros y el equivalente a todo el valor bursátil de una gigante como Microsoft.
Desde varias casas de análisis se hace hincapié en que los programas de recompra de acciones suelen proliferar cuando los mercados están especialmente volátiles o bajistas y una compañía considera que sus cifras de balance no están adecuadamente reflejadas en su cotización. Además, en EEUU la tradición en torno a este modelo es mucho más dilatada que en Europa, donde el dividendo directo ha sido siempre la opción preferencial de las compañías.
No obstante, Kostin remarca que este redoble de autocarteras no es casual en un momento en el que China sobresalta a los mercados internacionales con cada dato macro o declaración de alguno de sus dirigentes de primer nivel. La prueba más evidente de este “maquillaje” a la retirada de Pekín la encuentra en comparar la cifra de efectivo prevista para recompras este año con los 360.000 millones que de media en los últimos cinco las cotizadas del parqué neoyorquino habían dedicado a este menester.
El cambio de modelo económico de China se está dejando sentir también en sus pautas de inversión, que como las del resto del mundo también buscan reinventarse ante el sobrevenido entorno de bajos tipos de rendimiento. En el último año, las ventas de inversores chinos alcanzaron los 96.000 millones de dólares, eliminando casi por completo cualquier posición de los 97.000 millones que habían acumulado entre 2008 y 2014 en el parqué neoyorquino, según un reciente informe publicado por Goldman Sachs.
Una retirada que, sin embargo, no ha tenido en las cotizadas donde mayor era su presencia un impacto tan acusado como habría cabido esperar. Esto se debe, según el banco de inversión, a la proliferación de planes de compra sobre acciones propias entre las cotizadas de Wall Street. Una promesa de adquisiciones que frena el contagio vendedor que podría suponer la retirada de los asiáticos si no encontrasen una tan segura contraparte al otro lado de la ventanilla inversora.
La huida del inversor chino, según destaca el jefe de estrategia para EEUU de Goldman Sachs, David Kostin, se concentró fundamentalmente en el último trimestre del año pasado. Sin embargo, su movimiento fue tan abultado que supuso más de la mitad de las ventas internacionales netas sobre cotizadas estadounidenses. Y, lo que es más significativo, no se produjo un trasvase hacia la renta fija en búsqueda de rendimientos más seguros, pues los papeles del Tesoro Federal sufrieron la retirada de posiciones por 130 millones de dólares, según señala en su informe.
Un dólar fuerte ante la progresiva subida de tipos de la Fed, el miedo a un frenazo económico global con epicentro en la propia China y los cambios de modelo inversor provocados en Canadá y Oriente Medio por la pérdida de valor del petróleo y la paralización de muchas explotaciones de fracking auguran que este año el panorama se repita. El año 2015 fue de hecho y según el referido informe, el ejercicio en que más salidas netas de capital extranjero se produjeron en Wall Street desde 2004.
Las estimaciones de Goldman Sachs pasan por ventas netas de inversores internacionales por 50.000 millones de euros para la Bolsa de Nueva York en el que sería el segundo año consecutivo con retirada de posiciones extranjeras. Una cifra abultada pero que en nada queda frente a las recompras de acciones propias ya proyectadas: 450.000 millones de dólares, unos 396.000 millones de euros y el equivalente a todo el valor bursátil de una gigante como Microsoft.
Desde varias casas de análisis se hace hincapié en que los programas de recompra de acciones suelen proliferar cuando los mercados están especialmente volátiles o bajistas y una compañía considera que sus cifras de balance no están adecuadamente reflejadas en su cotización. Además, en EEUU la tradición en torno a este modelo es mucho más dilatada que en Europa, donde el dividendo directo ha sido siempre la opción preferencial de las compañías.
No obstante, Kostin remarca que este redoble de autocarteras no es casual en un momento en el que China sobresalta a los mercados internacionales con cada dato macro o declaración de alguno de sus dirigentes de primer nivel. La prueba más evidente de este “maquillaje” a la retirada de Pekín la encuentra en comparar la cifra de efectivo prevista para recompras este año con los 360.000 millones que de media en los últimos cinco las cotizadas del parqué neoyorquino habían dedicado a este menester.
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