El debate viene de lejos. Y, probablemente, sea tan antiguo como la propia constitución de CCOO. Pero ahora, ante la pérdida de relevancia del movimiento sindical, toma nuevos bríos. Por primera vez en décadas, el sindicato de Ignacio Fernández Toxo discutirá abiertamente la creación de una gran central sindical en España que suponga la fusión de las dos grandes centrales y del resto de sindicatos minoritarios que lo prefieran.
La discusión es todavía muy incipiente, y se formalizará este martes en una jornada organizada por CCOO en la que sus dirigentes "repensarán" el futuro del sindicalismo en el contexto más difícil desde hace décadas. Al menos, desde 1977, cuando CCOO fue legalizada en los estertores del franquismo. Hoy, los tiempos han cambiado, y no hay que olvidar que Josep María Álvarez, el reciente secretario general de UGT, se ha manifestado en alguna ocasión estar abierto a una fusión con CCOO.
En el documento de debate no se ahorra la autocrítica y se reconocen “errores e insuficiencias” adoptadas en la fase expansiva del ciclo económico. Errores que, en su opinión, “la crisis ha dejado al descubierto”. La conclusión de los redactores del informe es inapelable: “El cambio sindical ya era una necesidad antes de la crisis. Hoy es inaplazable”. Entre otras cosas, como sostiene el documento, porque se necesitan introducir “cambios importantes” en la organización; y saber si las estructuras sindicales “se adecúan a la configuración del tejido productivo”.
Sobre la fusión con UGT y otras centrales, el documento recuerda que la“vocación unitaria” de CCOO arranca desde el propio nacimiento, hace 60 años. Y se asume que “no es un asunto que quepa descartar de manera radical e irreflexiva”. Ahora bien, el documento se pone la venda antes que la herida y advierte que en algunos ámbitos lo que en realidad se pretende con la fusión de UGT y CCOO es “despejar el campo para la proyección de una alternativa” a los sindicatos mayoritarios.
El documento, por eso, lo que hace es analizar los pros y los contras de una fusión. Y en este sentido, CCOO se pregunta: ¿Sería deseable un proceso que pudiera culminar con la conformación de una central sindical unitariaque recogiese la pluralidad de composición de la clase obrera en España? Su respuesta es que “hoy, como hace cuarenta años, sin duda es, sí”. Pero a continuación plantea otra interrogación: ¿Es esto posible con el marco actual? Y, sobre todo, ¿es útil para el fin que se persigue, que no es otro que reforzar las capacidades del movimiento sindical? En este caso, “la duda es más que razonable”, responde.
Reflexión en común
La conclusión que sacan los redactores del informe, sometido este martes a discusión, es que “hoy lo más conveniente es reforzar la unidad de acción sindical”. Para lo cual se propone una “reflexión en común”.
Como se sabe, Podemos alentó la creación de un sindicato en banca hace casi dos años, mientras que otras fuerzas minoritarias podrían tener más probabilidades de crecimiento si se produce una fusión entre UGT y CCOO.
El documento no aporta ninguna línea de actuación, pero recuerda que entre las señas de identidad del sindicato desde sus orígenes (de nuevo tipo se autoproclamaba al comienzo de la Transición) se encuentra su “dimensión sociopolítica”. Es decir, un sindicalismo 'de clase' con voluntad de influir en la actividad política.
El documento parte de un análisis muy preciso sobre la situación del movimiento sindical en España, que sufre pérdida de afiliación y un serio desgaste de su credibilidad ante los nuevos colectivos que se incorporan al mercado de trabajo.
Se reconoce, de hecho, la baja tasa de afiliación sindical en España, donde existen unas 2.000 organizaciones registradas, activas o no. Es más, se admite que siendo CCOO la central que más afiliación tiene de entre todas las organizaciones sociales, políticas o sindicales, “estamos ante una de las tasas de afiliación sindical más bajas de la UE. Menos de siete de cada 100 personas asalariadas están afiliadas al sindicato”.
Las causas, sostiene el documento, son múltiples. Y van desde el tardío desarrollo de los sindicatos de clase, como consecuencia del corte que supuso la Guerra Civil y la dictadura, o el injusto trato dado a CCOO en relación con el patrimonio sindical. También, la composición de un tejido económico integrado mayoritariamente por pymes y micropymes, pasando por la atomización sindical derivada del marco de pluralidad sindical característico del sindicalismo del sur de Europa.
Igualmente, el hecho de que la representación unitaria sustituya, en la empresa, al sindicato en la negociación de convenios de eficacia general que afectan a toda la plantilla, “esté o no afiliada”, al igual que sucede con los beneficios de los convenios sectoriales, éstos negociados por los sindicatos representativos. El modelo es tan anacrónico, se sugiere, que CCOO destina 10 veces más recursos humanos y económicos en los procesos electorales que en el impulso de la afiliación al sindicato.
Eficacia y visibilidad
En su opinión, la afiliación directa y legitimidad social del sindicato crece cuando éste es percibido como un instrumento de mejora de lascondiciones laborales y sociales de los trabajadores, tanto a nivel micro (centro de trabajo, servicios jurídicos) como macro (negociación colectiva, concertación, presión institucional y social); y, al contrario, disminuyecuando éste se debilita o pierde eficacia y visibilidad, como ha ocurrido en los últimos años, como resultado de la crisis, la campaña de deslegitimación que han sufrido, las reformas laborales que han modificado sustancialmente el marco de relaciones laborales preexistente y las menores posibilidades de prestación de servicios.
Los datos que ofrece CCOO para avalar este argumento son los siguientes. Si durante la fase expansiva del ciclo económico el saldo afiliativo (altas/bajas) fue positivo, incrementándose el número de afiliados en 368.960, la relación se invirtió a partir de 2008 con el inicio de la crisis, en la que se perdieron 260.000 afiliados netos.
Ello, como sostiene CCOO, se ha traducido en niveles muy desiguales de permanencia: el 20,4% de los afiliados causa baja antes de un año, el 44,9% antes de los tres y sólo una cuarta parte permanece en la organización más de una década, con lo que la vida afiliativa media es de cuatro años.
El documento, en todo caso, recuerda que la fuerza del sindicato, su legitimación social, viene determinada por tres ámbitos que están interrelacionados: los niveles de afiliación; la representatividad alcanzada en las elecciones sindicales y los efectos de su acción en la empresa y en la sociedad.
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