José Luis Gómez: «España olvida a sus intelectuales»
El actor se pone de forma soberbia en la piel de Miguel de Unamuno en «La isla del viento»
La aproximación al personaje no fue muy distinta a la que experimentó con otros, pese a que esta vez se trataba de «una figura gigantesca». «Me imagino, me impregno... y ya soy», confiesa José Luis Gómez, que en La isla del viento hace una composición soberbia de Unamuno, entre la severidad y la ternura. «Tuve clarísimo que sería él», comenta Manuel Menchón. «Acabé el guión el 26 de enero de 2014, día de mi cumpleaños, que coincidió con el discurso de ingreso de José Luis en la Real Academia Española. Después de verlo por televisión busqué una foto suya y le dibujé una barba con tippex. ¡Y era Unamuno!».
Gómez realizó una «inmersión» de la mano de Menchón. «Una larga estancia en mi casa de Punta Umbría. Me trajo una ingente cantidad de libros, textos, testimonios de gente que le conoció, fotografías... Había leído a Unamuno muy joven -quizá demasiado-, a principios de los 60, y la memoria que conservaba de él no era exacta. Aquellos días en la playa con el director me sirvieron de mucho. La imaginación es lo más importante para el actor, pero es eficaz cuando impregna todo tu ser, no solo la cabeza». En su opinión, Unamuno «tenía el corazón como un castillo. Acuñó una frase que me encanta: ‘Pensar el sentimiento, sentir el pensamiento’».
«No debemos ser como rocas, inmutables y muertas», exclama Gómez-Unamuno. «Debemos ser como molinos, permanecer en pie frente al viento cuando este más arrecie, y que esa fuerza sea la que nos mueva». La escena del paraninfo de la Universidad salmantina, su choque con Millán-Astray, un mutilado que quiere una España mutilada, es uno de los momentos álgidos de la película. «El del 12 de octubre es un acto de coraje y de expiación por el error cometido, ya que Unamuno apoyó inicialmente a los sublevados. Él, un republicano convencido, aunque no del Frente Popular. Le afligen la violencia, la polarización y el resentimiento de la juventud española, a la que adora».
En opinión de José Luis Gómez, «España olvida a sus grandes intelectuales. Nuestros sucesivos gobiernos han sido poco ilustrados. Sin duda querían lo mejor para el país, pero la falta de formación, de entendimiento de nuestra Historia, fueron evidentes. La figura de Unamuno es esencial en este momento por su alineamiento social, sin banderías. Él intentó que se impusiera el imperio de la lengua, no de la raza. Se dice que el español es la tercera lengua del mundo, pero en Europa apenas tiene vigencia. El tópico está por encima de la cultura. Una cultura que debe interrogar, criticar, ser inquisitiva».
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