Podemos: una defensa de la pluralidad
"Quienes suscribimos estas reflexiones compartimos la convicción de que Podemos nació al calor de la creencia en el carácter colectivo y plural de la verdad mediante la deliberación, condición esta de los progresos comunitarios efectivos. Eso hubo al principio. Y ese comienzo mostró su capacidad para articular políticamente un legítimo malestar masivo. Tal espíritu de construcción política y social activó la transformación del mapa político en nuestro país, alentando las energías de un sector llamativamente amplio y plural de la ciudadanía. Mucha gente que ha acompañado a Podemos a lo largo de este camino cargado de peripecias, esfuerzos y logros siente traicionada su expresada convicción ante las evidencias de que quien se considera un líder indiscutible e insustituible lleva mucho tiempo manteniendo un soliloquio ajeno a todo diálogo real, siguiendo una estrategia que destruye lo más sustancial del increíble trabajo llevado a cabo en común por parte de mucha gente.
No hay duda de que semejante deriva era una posibilidad que se permitió en el momento fundacional del partido, al encontrarse avalada por unas normas, consideradas revisables por muchos, que concedían un poder excesivo al dirigente y la cúpula, sacrificando la legítima expresión de la pluralidad a las exigencias electorales. Entonces se optó por un modelo organizativo cuyas hipotecas terminarían lastrando el funcionamiento de la democracia interna del partido. Sin duda, el hecho de que quienes ahora sufren las consecuencias de ese modelo lo aplaudieran entonces con entusiasmo debería ser también objeto de una reflexión urgente. Una cultura de la deliberación, en la que atender a las posiciones del otro no se tilde de mera pérdida de tiempo frente a la imposición de una caricaturesca presentación hierática de los grandes valores, requiere de una cultura civil que desgraciadamente no ha primado en el gobierno interno de Podemos.
Las últimas noticias del cese del portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid visibilizan una tendencia más profunda que lleva meses golpeando duramente a los cuadros de la formación. Vemos prácticas de gestión irresponsable y sectaria de los conflictos internos. Nos preocupa que, en tan poco tiempo, un partido de vocación plural y democrática haya podido enquistarse en una división tan difícil de reconducir a procedimientos deliberativos. ¿Qué cabría identificar en la base de esta conducta? Sin duda, una pulsión que se niega a compartir el poder que un partido moderno debe producir y distribuir sin ilusiones de trascendencia, y que impide toda convivencia, discusión y proyecto político y civil maduros. La patología es arcaica: la fe ciega en la omnipotencia propia como ideal político, que desemboca en una negación de la propia vulnerabilidad, al precio de desmantelar dispositivos de cooperación en la diferencia trabajosamente configurados. Como en toda personalidad, también en una colectiva, el estado más saludable exige la sabia y prudente gestión de los conflictos, no el dibujo de una fórmula algebraica basada en dualidades simplificadoras. Sin el aprendizaje de esta virtud práctica no se construye ningún proyecto humano creíble.
Si algo caracteriza al Podemos que aportaba una renovación política era su capacidad para encajar los ataques, su lucha contra los callejones del gato mediáticos que distorsionan el sentido de los vicios y las virtudes públicas, su habilidad para ajustar la propia posición y mensaje para defenderse del código gastado de los apologetas del presente. Un Podemos vivo, que no busca la forma de imponer su mensaje a una sociedad pasiva, sino que aspira a interpretar y responder con inteligencia a las demandas planteadas por una población sufriente, indignada y decepcionada por un sistema político y social, en el que los males de la indigencia material y cultural muestran todo su espectro. Ese Podemos es una necesidad para la democracia. Sin embargo, ninguna de estas tareas se cumplirá si se silencian las voces discordantes, se monopoliza el discurso o se imponen estrategias políticas periclitadas en el tiempo actual.
Somos conscientes de estar describiendo el camino a la madurez. De esta empresa uno siempre puede zafarse refugiándose en el absoluto de los paraísos narcisistas, un consuelo que la cruel realidad pronto se encargará de reducir a cenizas. Ahora es un buen momento para prevenir perversiones políticas en el Podemos que el país necesita, para ahorrarse escenarios cainitas, que están destruyendo a la izquierda, para impedir disciplinas en el dogma. Es un buen momento para promover el ejercicio público de la conjugación de diferencias (que solo una lectura débil del antagonismo puede entender como un juego letal para las fuerzas en liza y para la unidad). Nos gustaría que Podemos pudiese recuperar el ritmo y la estrategia comunicativa que pusieron a una tradición política corrupta y sus prácticas clientelares contra las cuerdas, y de volver a la contundencia y la convicción que ahora parecen amenazadas por divisas ensimismadas. Es difícil de creer que la diferencia, que entonces resultó tan eficaz, se haya convertido en el lastre del que conviene prescindir cuanto antes, a costa de cruentos y gratuitos sacrificios personales, sociales y políticos. La lógica del camino que se ha iniciado posee rasgos inequívocos de una pulsión de muerte que podría segar una vida prometedora que ha hecho de Podemos una esperanza española. Por responsabilidad con esa esperanza ya propia de una inmensa ciudadanía, debemos alzar la voz y exigir la corrección de este rumbo suicida".
* Firmantes:
Fernando Broncano. Catedrático de Filosofía de la Universidad Carlos III de Madrid.
Germán Garrido. Profesor de Filología Alemana de la Universidad Complutense de Madrid. Consejero social de la Universidad Politécnica de Madrid.
Isabelle Marc. Profesora de Filología Francesa de la Universidad Complutense de Madrid. Consejera social de la Universidad Rey Juan Carlos.
Fernando Ángel Moreno. Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Consejero social de la Universidad de Alcalá de Henares.
José Luis Moreno Pestaña. Profesor titular de Filosofía de la Universidad de Cádiz.
Roberto Rodríguez Aramayo. Profesor investigador del Instituto de Filosofía del CSIC.
Nuria Sánchez. Madrid Profesora de la Universidad Complutense de Madrid.
Juan Varela-Portas. Profesor titular de Filología Italiana. Consejero social de la Universidad Autónoma de Madrid.
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