Es decir, la economía crece por factores relacionados con la inercia y con el contexto europeo, y no por un ensanchamiento del potencial de crecimiento, que mide el incremento máximo que puede alcanzar una economía en relación al avance de la productividad y al uso del capital físico y humano.
Pues bien, el Gobierno estima que el año próximo el crecimiento potencial del PIB apenas será del 0,9%, frente al 2,3% que crecerá la economía. Por lo tanto, la misma tasa de variación que se registrará de este año, lo que significa un nulo avance en términos de productividad y de ensanchamiento de la oferta económica a través de los multiplicadores de empleo e inversión. Para 2019 y 2020, el Gobierno prevé avances respectivos del 1,1%. Igualmente, muy por debajo del PIB observado.
La ligera aceleración del PIB potencial se explica, según el Ministerio de Economía, por el perfil creciente de las aportaciones al crecimiento del factor trabajo, del capital y de la productividad total de los factores (PTF), que mide la diferencia entre el crecimiento del PIB y el incremento de una media ponderada del capital y del trabajo. Y como resultado de ello, el 'output gap' (o la llamada brecha de producción) entra en terreno positivo en 2018 (0,5%) después de años en negativo a causa, principalmente, de la destrucción de empleo.
Esto no significa, sin embargo, que se estén corrigiendo los desequilibrios estructurales de la economía española, y que ahora están ocultos a causa de la coyuntura (el Banco de España ha llegado a estimar que las dos terceras partes del avance del PIB se deben al ciclo económico). Y en concreto, el propio Gobierno reconoce en el Plan Presupuestario remitido este lunes a la Comisión Europea que este año el ciclo económico aportará 1,2 puntos a la reducción del déficit público, mientras que el esfuerzo estructural estimado por los técnicos de Economía y de Hacienda se situará en apenas dos décimas porcentuales de PIB.
Prácticamente la totalidad del recorte del desequilibrio fiscal se debe a la coyuntura
Esto se traduce en un ajuste fiscal nominal de 1,4 puntos, lo que permitirá situar el déficit público en el 3,1% del Producto Interior Bruto (PIB) si se cumplen las previsiones. O lo que es lo mismo, prácticamente la totalidad del recorte del desequilibrio fiscal se debe a la coyuntura y no a la articulación de medidas destinadas a aumentar los ingresos o reducir los gastos.
Esfuerzo estructural
Lo significativo es que tampoco ocurrirá eso en 2018. El propio Gobierno estima que el año próximo la corrección del déficit público “vendría determinada casi en su totalidad por la aportación del ciclo económico, que mejora el saldo público en ocho décimas porcentuales de PIB”. Es decir, el esfuerzo estructural resultante será prácticamente nulo.En concreto, se pasará, si se cumplen las previsiones, de un déficit del 3,1% al 2,3% solo por la existencia de un ciclo económico alcista derivado de factores coyunturales que son, precisamente, los que más benefician a una economía como la española en relación a los países de su entorno.
Por un lado, porque al ser una economía altamente endeudada, aprovecha más el desplome de los tipos de interés (que continuará en 2018), y, por otro, debido a que al tratarse de un gran importador de petróleo, el descenso de barril de crudo beneficia especialmente a la economía española frente a otros países menos dependientes.
El crecimiento del PIB potencial -ese 1% en los próximos años- representará la tercera parte de lo que avanzó en promedio anual entre 1983 y 2007
El Gobierno aclara en su comunicación a Bruselas que ha elaborado sus estimaciones sin cambios legales, es decir sin la aprobación de nuevas medidas de recortes del gasto o subida de impuestos. Aunque el Ejecutivo no lo justifica en el plan presupuestario, frecuentemente esgrime que la ausencia de reformas para ensanchar el crecimiento potencial de la economía tiene que ver con su minoría en el Congreso, lo que explica la inactividad parlamentaria. Y que afecta, incluso, a leyes que son una mera transposición de directivas comunitarias, como la reforma hipotecaria o la reforma de las pensiones, pese al cuantioso déficit que acumula el sistema de Seguridad Social.
El crecimiento del PIB potencial -ese 1% en los próximos años- representará la tercera parte de lo que avanzó en promedio anual entre 1983 y 2007 (último año sin crisis). Pero si en los años ochenta la productividad fue “la principal fuente del crecimiento”, según el Banco de España, en las décadas posteriores ese efecto se trasladó a la población, en particular la de origen inmigrante. En los últimos años, ha crecido debido a la creación de empleo, pero hay que tener en cuenta que la población activa (la suma de ocupados y parados) lejos de crecer continúa disminuyendo.
Ahora, por el contrario, ni la productividad ni la población ayudan a ensanchar el potencial de crecimiento de la economía. Tampoco las reformas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario