La paradoja de Catalunya En Comú es que siendo una formación política que no está articulada en torno al eje nacional que hoy vertebra el debate en Catalunya y en España, Xavier Domènech (Sabadell, 1974) está viviendo quizá las semanas políticas de más intenso trabajo de su carrera. Junto a Pablo Iglesias, es el principal promotor de la tercera vía para desbloquear el conflicto, a través la Declaración de Zaragoza y de la asamblea de partidos por la Libertad, la Fraternidad y la Convivencia, unas iniciativas a las que se han sumado tanto los partidos catalanes como el PNV, En Marea, Mes per Mallorca y Compromís, pero que no han logrado su objetivo último: atraer al PSOE de Sánchez a una dinámica distinta a la vía de la represión policial y judicial del gobierno del PP.
¿Teme que la prisión de Cruixart y Sànchez entierre las posibilidades de una solución dialogada?
Es obvio que el diálogo se tiene que dar a partir de una situación de desescalada de la tensión, y no de escalada represiva. Eso significa que no haya personas que sean llevadas a prisión por razones que nosotros entendemos políticas; significa que debe cesar la intervención de la Generalitat y significa que no debe aplicarse el 155. Y que entremos en una situación de normalidad en Catalunya, también en lo económico y lo social. Todo lo que lleve hacia ahí conduce al diálogo, y es obvio que los gestos contrarios dificultan esa posibilidad.
¿Una eventual entrada del mayor Trapero en la cárcel sería una línea roja para ese diálogo?
Sería una pésima noticia que caería encima de la pésima noticia del lunes, que fue bastante grave por sí misma. Porque, si me apura, que la actuación represiva se cebe en la sociedad civil, con una movilización ciudadana pacífica, que siempre han buscado la distensión, es un mensaje grave del PP a la sociedad catalana. No quiero establecer líneas rojas, porque se han cruzado ya tantas, pero estamos ante un escenario que no se resuelve y que parece que no se quiere resolver. El sueño que acaricia Ciudadanos de que esto se soluciona modificando las mayorías parlamentarias es no entender que hay un problema de fondo en la sociedad catalana; es volver a lo de siempre. El debate de fondo es cómo desescalar, en primer término y luego, cómo asumir las demandas mayoritarias. Tenemos un problema de distorsión política que afecta al sistema político catalán y al español en su relación con la sociedad, con sus votantes. Las encuestas dicen que el 75% de los votantes del PSC creen en el referéndum pactado, el 57% de los votantes de Cs, también; hasta el 49% de los votantes del PP catalán apoyan un referéndum. Y esto afecta a porcentajes de entre el 90 y 100% del resto de partidos. Está clarísima cuál es la solución que ve la sociedad catalana, pero esto no se traduce en un debate porque los partidos no quieren debatir sobre esto.
Al final, todas las soluciones encallan en el problema del PSOE, que ya solo dialoga con el PP”
¿Cree que vamos a una ulsterización de Catalunya, a un enquistamiento de la cuestión?
Creo que a partir de ese 80% de los catalanes que quieren decidir, todos los actores políticos tienen dos responsabilidades: por una parte, facilitar escenarios que posibiliten el cambio político y que a la vez imposibiliten la frustración de una parte de la población catalana. Y por otra, que no ocurra que la riqueza de la pluralidad de la sociedad catalana se convierta en una cristalización en torno a ejes de identidad. Que no se produzca una ulsterización es responsabilidad de todos los actores políticos y veo actitudes políticas que pretenden pasar por denunciarla, pero que en el fondo la propician. Si hablamos de una ulsterización en el sentido de una cronificación del problema, debemos trabajar para que no se produzca, pero hay una serie de actores políticos, más que sociales, que no afrontan de verdad el problema y están haciendo un flaco favor a sus propuestas. Dicho de otro modo, abrir el melón de la Constitución no se puede hacer desde el apoyo a la aplicación del 155. Una cosa y la otra son excluyentes, contradictorias.
¿Adónde cree que conduce esta relación epistolar entre el Rajoy y Puigdemont?
Estamos en la época de las comunicaciones y yo no digo que se comuniquen por Twitter, pero levantar el teléfono no me parece mucho pedir. Hay una petición clara de Puigdemont en su última carta para celebrar una reunión con Rajoy. Creo que tocaría hacerla ya para normalizar la situación institucional, para hacer ver que se puede afrontar el diálogo y el debate incluso con los adversarios más enconados, y para que no parezca que se están difiriendo las soluciones. Porque en el fondo, debate epistolar no es sobre la DUI, sino que es más bien “tú dime que no la has declarado, y yo no aplicaré el 155”. Esto es un debate de muy poca profundidad política ante una situación que es muy seria y muy política.
¿En qué medida cree que las comisiones constitucional y territorial propuestas por el PSOE y aceptadas por el PP pueden contribuir a resolver la situación?
Hay varios elementos a considerar. En primer lugar, se anunció como un gran pacto algo que solo comunicó así uno de los dos partidos. El PP no le ha dado valora ese acuerdo. Rajoy dijo estar dispuesto, pero la forma de anunciarlo no se corresponde con lo que explica el PSOE de un gran pacto. En segundo lugar, ese pacto, que no se ha explicado, es exclusivo entre estos dos partidos, cuando es obvio que el bipartidismo forma parte del pasado, ha muerto. Nosotros no sabemos nada de este pacto, el PSOE no nos ha explicado nada de lo que pretenden, ni siquiera a nosotros que somos la tercera fuerza estatal y la primera fuerza en las elecciones generales en Catalunya. Tercero, esos dos partidos en Catalunya no representan ninguna mayoría, por eso lo normal es que lo hubieran planteado en términos más inclusivos. En cuarto lugar, como decía, no puedes plantear abrir el melón constitucional a lomos de la intervención del autogobierno. Cuando Margarita Robles presentó esto en el Congreso dijo defender el espíritu del 78, y eso pasa por el reconocimiento de que la Generalitat antecede a la Constitución: primero el autogobierno y después lo constituyente. Nosotros presentamos una comisión más ambiciosa en enero, y creemos que tenía un sentido fuerte plantearlo en ese momento. Si entonces el PSOE la hubiera aceptado quizá hoy estaríamos en otro escenario. Es positivo que existan esas comisiones, pero el PP y PSOE lanzan el mensaje de que esas comisiones se quieren convertir en el único foro de diálogo, pasando incluso por encima de foros que ya existen, como la comisión bilateral Generalitat-Gobierno. Tú no puedes plantear el diálogo dándoselo hecho a la otra parte. Este diálogo tiene muchos actores, muchos espacios, pero exige una fase bilateral. En ese sentido, o se abren los términos y se acepta que esta comisión puede ser importante pero que no es el espacio de resolución en exclusiva, ni siquiera centralmente, o si no, la sensación que transmiten es que tratan de no afrontar la realidad del problema. Llevamos años así, y sabemos adónde lleva esto.
El conflicto está llegando a una situación grave y Europa no puede hacer ver que no le afecta”
¿Teme que se intente con estas comisiones un cierre Constitucional por arriba?
Claro, en la medida que es un pacto entre PP y PSOE. Pero por eso digo que tiene poco recorrido. Cualquier reforma de la Constitución tiene que votarse vía referéndum. Hay que abrir el espacio si se pretende hacer una reforma constitucional que, además, pueda solucionar más cosas. Si las principales fuerzas políticas catalanas no están en este debate, y es evidente que PP y PSOE han querido que no estuvieran, tiene muy poco recorrido, porque esto lo tendrán que refrendar los ciudadanos de Catalunya.
¿Y cómo afrontar una reforma o un proceso constituyente duradero, dada la actual configuración del parlamento?
Entre los grandes problemas que hay encima de la mesa, tenemos un Estado con un sistema político en crisis. Ese sistema, los viejos partidos, tiene que asumir que con la simple pulsión de restauración no vuelve el pasado. Y esto condiciona cómo afrontan esos debates. En lo relativo a Catalunya, hay un 80% de ciudadanos que quiere decir vía referéndum. Y un 40% que está dispuesto a desobedecer. Cualquier Estado o Gobierno en su sano juicio, ante estos números, se plantearía que está ante una crisis de Estado y que la resolución no es meter a gente en prisión. Y si tu proyecto es relegitimar el marco constitucional, eso no lo logras enviando requerimientos. En Catalunya tenemos una situación bloqueada en esta tensión. Hay un 80% de ciudadanos que quieren decidir, independientemente de lo que digan los partidos que dicen representarlos, que están subordinados a sus direcciones estales, un 80% de la población que cree que el Estado está agotado. Por eso tenemos que generar nuevas agendas sociales que respondan a esta demanda. Debemos proponer modelos de país, no solo modelos de Estado, y en el centro de esos modelos tienen que estar las mayorías. Por eso debemos avanzar a un gran Pacto de Claridad.
¿Pacto de Claridad?
Hay una mayoría para el cambio en Catalunya, que además se ha expresado en múltiples movilizaciones populares de distinto signo. Esto tiene que trasladarse a un pacto. Hace pocas semanas, hubo una propuesta que desbloqueaba la situación y que podía concitar apoyos suficientes, por los sondeos que yo pude hacer. Se trataba de una propuesta de Pacto de Claridad, que no estaba hecha desde un lenguaje soberanista, sino desde el federalismo. Para entendernos, no era una propuesta Quebec, sino una propuesta Canadá: se trataba de pactar cómo se debe poder decidir el futuro, con qué porcentajes es vinculantes una decisión, qué tipo de preguntas han de responderse… Y al final, como siempre, está el problema de los socialistas. Era de esperar que el nuevo PSOE que salió de las primarias no se convirtiese muy rápido en el nuevo PSOE de Susana Díaz. Tendrán que decidir si apuestan claramente por desbloquear esta situación, pero estamos viviendo un PSOE que ya solo dialoga con el PP. Y esto es una de las claves del bloqueo actual.
¿Cree que se puede invertir el pacto del 78 con Tarradellas, el que prefigura la Generalitat a la Constitución, y que vayamos a un autogobierno fruto de una cesión de soberanía estatal, un autogobierno que sea una merced y no un derecho reconocido?
Hay cosas que se pueden desbloquear ya con leyes orgánicas y que son materialmente constituyentes. Se puede hacer con el Poder Judicial, o se pueden revertir las privatizaciones en lo público y apostar por una economía pública del bien común. Y eso creo que es materialmente constituyente. Sobre el tema de Catalunya, se puede utilizar el artículo 92 para acordar un referéndum pactado. El PSOE ha venido con su propuesta de toda la vida y en Catalunya, lo mismo. La restauración de la Generalitat, que forma parte del proceso constituyente, se había ganado con la acción de muchísima gente, no con una decisión por arriba. Hoy es muy evidente que lo que ocurre en Catalunya no es un suflé y los que lo decían, han jugado con fuego durante demasiado tiempo. Nosotros hemos estado mucho tiempo planteándolo, y mientras lo ninguneaban, ese problema ha ido creciendo y se ha convertido en central. Hay una realidad que emerge que tiene que ver con las aspiraciones colectivas, y no con pactos en despachos. Y aunque no se está afrontando de cara, esa percepción hoy está clara hasta para los que públicamente lo niegan.
“Que la actuación represiva se cebe con representantes de la sociedad civil envía un mensaje grave del PP a la sociedad catalana”
¿Cree que puede haber elecciones a corto plazo en Catalunya?
En Catalunya hay un escenario que tiene que normalizarse. Esto requiere puentes y esto lo deben protagonizar los responsables de los dos gobiernos. Y, si no pueden, deben acudir a una mediación, mejor si es internacional. La situación está llegando a un punto grave en que la UE no puede hacer ver que no le afecta. Tampoco España. Pero cabe la posibilidad de que algunos actores piensen que una salida electoral puede dar oxígeno. La salida electoral es una solución a corto, porque el problema de fondo sigue ahí. Debemos generar escenarios que no generen frustración y que sea inclusivos con todos los sectores. Eso pasa por un debate amplio y plural, que en último término puede llevar a unas elecciones. Si vamos a unas elecciones con todo irresuelto, serán unas elecciones para no hacer frente a los problemas. Hay gente que sueña muchas cosas que no pasan.
¿Gente qué sueñan cosas que no pasan?
Hay un actor, Ciudadanos, que quiere elecciones, lo ha dicho, porque sueña con la presidencia de la Generalitat. A veces pienso que el PSC también lo quiere. Pero a los adversarios se los gana con propuestas, no con intervenciones externas. Si la situación de bloqueo se eterniza sine die, habrá una resolución, que puede ser la aplicación del 155 para convocar elecciones. Pero eso no solucionará nada y nuestra responsabilidad es trabajar para desbloquear la situación y afrontar el problema de fondo.
¿Si hay elecciones convocadas por el 155, estaría dispuesto a ser candidato a la Generalitat?
Le soy muy sincero: No hemos tenido un debate sobre esto porque no estamos trabajando con esa perspectiva. Algunos sí están en esa clave, lo cual es irresponsable porque lleva a soluciones contraproducentes. Sería el momento en que los responsables políticos dejaran de mirar encuestas.
¿Y cree que la legislatura también en el Congreso está llegando a su fin?
El problema de esta legislatura es que se quiso cerrar muy rápidamente lo que no estaba cerrado. El PP accedió a la presidencia por la implosión del PSOE, y esto genera una situación en que un partido gobierna pero no está claro con qué mayorías, aunque es verdad que en los momentos clave siempre consigue el apoyo del PSOE. Y lo hemos dicho una y otra vez: Esta situación, si se quiere, mañana se acaba. Hay mayorías alternativas para un gobierno que desbloquee la situación, no solo de alternativas progresistas, sino casi diría de responsabilidad histórica.
¿En un conflicto político que se arbitra en función de un eje nacional simplificado (español vs catalán) cree que su posición puede tener un grave coste electoral para ustedes como algunos vaticinan?
Estamos demostrando que nuestra posición es la que es para intentar desbloquear la situación, no está pensada en términos electoralistas. Creo que es la posición que debemos mantener y espero que sea recibida por la sociedad como lo que es: trabajo constante para que incluso de las mayores crisis podamos salir con bien. Queremos que haya un nuevo pacto fundante en Catalunya y España. Si lo conseguimos, estamos cumpliendo con lo que nos hemos planteado. Y eso nos permitiría construir un futuro con las nuevas fuerzas de cambio.
Usted dijo hace meses que la solución al conflicto catalán pasaba por el Congreso de los Diputados. ¿Sigue viéndolo así?
La cuestión catalana se resuelve claramente con la capacidad de articular grandes mayorías en Catalunya, unas mayorías que son conscientes de que el Estado no se sostiene. Y creo que una de las principales claves es considerar esas mayorías, y la otra es cómo ese sistema político del Estado, que se ha transformado después del 20D, metaboliza esas realidades. Seguimos en la no aceptación por parte de los grandes partidos del cambio que supuso el 20D. Pareció que el PSOE de Sánchez viraba hacia esa asunción, aunque ahora vivimos un cierre del PSOE en esquemas bipartidistas. El problema es que, como ese bipartidismo no existe ya, aunque generes titulares, no tienes capacidad de transformar la realidad.
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