"No se debe gastar lo que no se tiene". Ése fue uno de los eslóganes más repetidos por Mariano Rajoy en la campaña previa a las elecciones que le abrieron las puertas de la Moncloa en noviembre de 2011. La recesión estaba en su momento más álgido, y la principal receta del líder del PP para combatirla consistía en aplicar recortes adicionales a los ya decididos por José Luis Rodríguez Zapatero, tendentes a embridar el galopante déficit público.
La controvertida política de austeridad llegó incluso a los servicios de mayor repercusión social (sanidad, educación, pensiones, desempleo), algunos de los cuales se quedaron sin financiación estatal (dependencia). Pero no por eso se resolvió el problema del déficit, como había prometido Rajoy antes de su primer gran triunfo electoral; entre otras cosas porque se cruzó en el camino la crisis financiera, que sería atajada a base de dinero público de difícil recuperación.
Debido en buena medida a ello, la diferencia entre ingresos y gastos arrojó en 2012 un saldo negativo de 108.847 millones de euros, equivalentes al 10,5% del Producto Interior Bruto (PIB) y aún mayor del registrado en el último año de Zapatero, que tantas críticas recibió por su gestión económica. A partir de entonces, el déficit empezó a descender, aunque aún hoy continúa siendo el más alto de toda la Unión Europea: el 4,5% frente a una media del 1,5%.
Desde que el PP volvió a gobernar hasta el cierre del primer semestre de 2017, el desfase acumulado era de 447.020 millones de euros, lo que supone una media de 81.276 millones anuales, claramente por encima de los 74.223 de la segunda legislatura de Zapatero. A pesar del eslogan de que “no se debe gastar lo que no se tiene”, con Rajoy en la Moncloa se generan cada día 222 millones de euros de déficit.
Eso ha tenido una repercusión directa en la deuda pública, que ha alcanzado un nivel impensable antes de que estallara la crisis. El último gobierno socialista la dejó en 743.530 millones de euros y a 30 de junio estaba ya en 1.137.853 millones. Es decir, que en cinco años y medio ha crecido nada menos que un 53%. La cifra per cápita, por su parte, ha pasado de 15.881 a 24.455 euros.
Uno de los problemas que debió afrontar Rajoy fue la prima de riesgo, que determina el coste de la deuda y que contribuyó a engordarla durante los primeros compases de su mandato. Cuando tocó techo en 2012, poniendo a España al borde del recate, llegó a los 650 puntos básicos. Pero ahora está en torno a los 116 y ha habido momentos en que el país se ha financiado gratis, por lo que ya no es de recibo imputarle el ingente volumen del déficit y de la deuda.
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