domingo, 14 de abril de 2019

Draghi y España....

España debe mucho a Mario Draghi, actual presidente del Banco Central Europeo. Con todos los errores cometidos en el pasado, si la Eurozona sigue existiendo es, en buena parte, gracias al italiano que ha presidido la entidad central europea desde el año 2011. En octubre se acabará el mandato del hombre que salvó el euro con su "whatever it takes" en 2012 y que puso en marcha políticas monetarias no convencionales que a día de hoy siguen escandalizando en algunos países como Alemania.
Pero la vida después de "Supermario" Draghi está cada vez más cerca, los tiempos del presidente se están terminando. No solo los del italiano: en general, y eso es más alarmante para los que se han visto beneficiados por las políticas del BCE en los últimos años, Frankfurt está en plena muda de piel, con cuatro cambios en poco más de un año. Pero por el momento las cosas no están yendo mal.
El temor de muchos Estados miembros, pero también de inversores y otros actores, es un giro total en la estrategia del BCE, que no se debería solo al cambio del presidente, sino que sería propiciada por un dominio "ortodoxo" de ese baile de sillas. La flexibilidad y la voluntad por ir más allá de su mandato hicieron que Frankfurt pudiera salvar el euro, pero nada garantiza que en el futuro la institución vaya a tener esa capacidad de liderazgo.
El baile de caras ya ha comenzado en la ciudad alemana y, al menos por ahora, el resultado está siendo bastante positivo para España. Luis de Guindos consiguió ser elegido vicepresidente del BCE, sin el apoyo entusiasta del Gobierno de Mariano Rajoy, lo que representó el regreso español al Comité Ejecutivo. Ahora el irlandés Philip Lane sustituirá a Peter Praet como economista jefe de la institución.
De los cuatro cambios, dos señalan a la continuidad y por el momento las cosas no van demasiado mal. Pero la gran partida se jugará más adelante, cuando toque buscar un sustituto a Mario Draghi. Hay muchos candidatos, y Madrid busca por cuál apostar en un pulso que no es solo entre "halcones" y "palomas", sino donde también protagoniza un rol clave la nacionalidad.
La actuación del BCE durante la crisis económica demuestra la importancia de la institución, el rol clave que juega en el futuro, al menos mientras no haya el compromiso político para completar una unión fiscal. "En esta crisis el BCE ha crecido como institución, la única institución europea que ha ganado fuerza", señala Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano.
"Mientras no hagamos la unión fiscal, un presupuesto contracíclico medianamente potente, que eso a corto plazo no lo vamos a hacer, tenemos que pensar que el BCE va a seguir siendo la institución que puede sacar las castañas del fuego cuando vengan tiempos de crisis. No se espera que lleguen mañana, pero vendrán, seguramente durante el mandato del próximo gobernador", añade el investigador, subrayando la importancia con la que cuenta esta institución.
Draghi, presidente del BCE. (Reuters)
Draghi, presidente del BCE. (Reuters)

"Halcones" contra "palomas"

No se puede entender la elección del próximo presidente del BCE como un acto aislado. Está interconectado con el resto de nombramientos en la cúpula de la UE, donde en muy poco tiempo se escoge además al presidente de la Comisión Europea, del Parlamento Europeo y, unos meses después, del Consejo Europeo.
Es un baile de máscaras en el que cuenta todo: nacionalidad, partido que controla el Gobierno y el resultado de las elecciones europeas. Por ejemplo: si finalmente el presidente de la Comisión es el alemán Manfred Weber, Berlín lo tendrá muy difícil para situar a uno de los suyos al frente del BCE. Si, por el contrario, el francés Michel Barnier acaba presidiendo el Ejecutivo comunitario sería casi imposible ver a un galo dominando Frankfurt.
Pero más allá de todas esas variables, la carrera de galgos comenzó hace mucho tiempo. Jens Weidmann, presidente del Bundestag, es considerado el más importante de los "halcones", es decir, los ortodoxos, los que son más favorables a que el BCE se mantenga pegado a su mandato, que se limita a mantener el nivel de inflación. Las opciones de Weidmann decayeron mucho en los últimos meses, pero ahora parece resurgir poco a poco, e incluso Giovanni Tria, ministro de Finanzas italiano, ha señalado que no tiene un veto contra el alemán.
Por el otro lado, en cabeza de las "palomas", está François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia. Hay muchos otros nombres, incluso alguno de ellos en el centro de ese eje: candidatos que son considerados halcones pero que son cercanos a Draghi y que han mantenido el apoyo al italiano durante todos estos años después de que decidiera ampliar la caja de herramientas del BCE.
En general este es el eje que importa a España, y no tanto el nombre concreto. Weidmann sabe que tendrá muy difícil porque es visto como demasiado ortodoxo y duro para prácticamente todos, y eso está haciendo que aparezcan otros nombres, como el del exgobernador del Banco central de Finlandia, Erkki Liikanen, así como su sucesor actualmente en el cargo, Olli Rehn.
Weidmann, uno de los candidatos a sustituir a Draghi. (Reuters)
Weidmann, uno de los candidatos a sustituir a Draghi. (Reuters)

¿Qué interesa a España?

A España lo que le interesa es que continúe el BCE como hasta ahora. Y en eso el hombre que esté al frente importa, pero no es definitivo. "Ahora estamos en una dinámica de tipos de interés muy bajos que se espera que continúen durante bastante tiempo, y a España, más allá de quién está la cabeza del BCE, lo que le interesa es que mantenga un apoyo a la Eurozona, con unos tipos de interés muy bajos que no incrementen el coste de la deuda", explica Federico Steinberg.
Pero, en cualquier caso, a Madrid le importa más bien que quien encabece el BCE sea un "perfil sureño", como indica el analista de Elcano, y en esa baraja estarían tanto los candidatos franceses (además del gobernador Villeroy de Galhau en las apuestas hay otros nombres galos) como portugueses, teniendo en cuenta que Italia no tendrá opciones de reeditar una presidencia italiana del BCE.
Toma de posesión de Hernández de Cos. (EFE)
Toma de posesión de Hernández de Cos. (EFE)
Y eso será más fácil de conseguir si, finalmente, el candidato del Partido Popular Europeo (PPE) a la Comisión Europea, el ya mencionado Weber, acaba haciéndose con el puesto. "Lo que es importante es que los 'top jobs' van en paquete, la decisión de quién manda en el BCE no es independiente de quién es el presidente de la Comisión Europea, la Alta Representante, vicepresidentes, del Parlamento, del Consejo… Si Alemania se lleva la presidencia de la Comisión Europea, pues entonces es más probable que el BCE caiga en manos de un francés, con una visión más similar a lo que podría interesar a España", explica Steinberg.
¿Y un posible candidato español? "El gobernador del banco de España, Pablo Hernández de Cos, es una estrella en auge en el sistema del BCE, pero más bien para la siguiente generación, es demasiado joven", señala el analista de Elcano.

El BCE del futuro

En cualquier caso, y por encima de nombres, muchas de las voces en Bruselas están de acuerdo con que lo fundamental será tener un BCE valiente, dispuesto a ser flexible. "Un BCE como el que hemos tenido con Draghi y no como el que tuvimos con Jean-Claude Trichet", añade Steinberg.
"Hay herramientas nuevas muy importantes que han sido introducidas durante el tiempo de Draghi, y lo importante no es el nombre de quién vaya a sustituirlo, sino que el BCE, el Comité Ejecutivo y el Consejo de Gobierno en general, esté comprometido con estas nuevas herramientas", asegura Gregory Claeys, del 'think-tank' económico Bruegel.
Y aunque muchos coinciden en que el nombre no lo es todo, sí que jugará un papel importante a la hora de tomar o impulsar decisiones en momentos difíciles, como admite el propio Claeys: "Será un problema si el próximo presidente del BCE no quiere utilizar las herramientas, porque considero que son cruciales".
Cree, como muchos otros en Bruselas, que el siguiente presidente tendrá que estar listo para dar pasos en la dirección de Draghi, y precisamente por eso Weidmann, que sabe que es visto por muchos como demasiado ortodoxo, está intentando suavizar sus posiciones públicas al respecto. "El presidente del BCE podría estar en una minoría para utilizar esas herramientas, y sería un poco raro ver eso", explica el experto de Bruegel, pero lo desvincula del eje halcón-palomas: "Que seas un halcón no significa que no estés comprometido con las herramientas".
Es necesario que el BCE del futuro sea "capaz de ser sensible a la debilidad de la cohesión social en los países del sur, que creo que es una bomba de relojería que tenemos que cuidar", asegura el experto de Elcano. "Eso es algo que desde los países del norte, que no tienen tasas de paro tan altas, que no han tenido tanta desigualdad, se considera que ya estás creciendo, estás fuera de la crisis y es el momento de subir tipos".
Es necesario que el BCE del futuro sea "capaz de ser sensible a la debilidad de la cohesión social en los países del sur"
Claeys apuesta porque el BCE no cambiará de la noche al día. "Habrá cierta continuidad, sea quien sea quien se convierta en presidente", asegura Claeys. "Espero que esto no se apoye sobre un solo hombre, espero que fuera toda la institución la que ha sido más flexible desde 2012", añade.
Pero puede que no baste con un perfil continuista para la siguiente crisis. Draghi seguramente termine su mandato sin subir los tipos de interés, y con la economía enfriándose muchos temen que el BCE haya perdido el tren para normalizar sus políticas, lo que deja pocas herramientas en la caja de Frankfurt para hacer frente a otra posible crisis. El próximo presidente le puede llegar a tocar ir más lejos de lo que ha ido Draghi.
Sede del BCE en Frankfurt. (Reuters)
Sede del BCE en Frankfurt. (Reuters)

Otros intereses españoles

El futuro de la Eurozona dependerá de muchas más cosas que el nombre que se pone en el rótulo del despacho del presidente del BCE. En su discurso del estado de la Unión en 2017 Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, llamó a arreglar el techo de la zona euro: tras muchos años lloviendo, por fin había salido el sol y era la oportunidad de tapar los agujeros del tejado. Pero no se ha hecho, las nubes vuelven a cubrir el cielo y la Eurozona sigue andamiada.
Los debates tímidos sobre un futuro presupuesto para la zona euro que ni siquiera tendría una función estabilizadora, el cortafuegos para el Fondo Único de Resolución y el estancamiento de las conversaciones sobre el futuro del Fondo de Garantía de Depósitos (EDIS), no son ningún buen augurio.
Los intereses españoles pasan precisamente por esta hoja de ruta: completar la unión bancaria con el EDIS y el "backstop" para el FUR, y por el otro lado completarla con una unión fiscal que tenga un presupuesto contracíclico, además de un seguro europeo de desempleo, como ya ha expresado en alguna ocasión el presidente del Gobierno Pedro Sánchez.
Pero el papel de España en la reforma de la Eurozona es más bien de actor de reparto. Francia y Alemania mantienen un pulso por cada elemento que se discute, y aunque Madrid tiene posiciones muy claras y es relativamente activa no forma parte del grupo de avanzadilla. "España está firmemente en el lado francés, es menos activa que otros países pero al menos su posición es bastante constante", señala Claeys, que añade que no se ve a los españoles "tratando de tejer alianzas y llevando adelante propuestas".
El interés español más importante en el futuro de Europa está precisamente en este último punto. Con el Reino Unido abandonando la Unión y con una Italia dominada por fuerzas populistas España tiene la oportunidad de ocupar un espacio importante en la sala de máquinas de la UE y de la Eurozona. Por el momento no está aprovechando la oportunidad.

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