Tengo la impresión de que estamos viviendo unas semanas de falsa inquietud y que quizá todo no sea sino pura ficción, creada bajo los auspicios de que la inseguridad es la antesala del temor y de que el miedo es la ayuda más consistente que tiene el poder para intimidar a los ciudadanos. Mientras, el presidente Sánchez asume sin complejos el pleno ejercicio de su cargo, sin bagatelas para los taciturnos constitucionalistas sobre si está en funciones o si sus funciones se asientan en los mismos sillares que su culo. Fue y vino, calló y dejó decir, enunció y nadie supo aclararse si vivía en el cielo, en la Moncloa o en Doñana. Si usas un Falcontodo te es vecino. Consciente siempre, con su rostro de deportista traslúcido e incoloro, de que el bien más preciado del Patrimonio Nacional es él.
Nada interrumpió sus familiares vacaciones, ni barcos mediterráneos, ni crisis europeas, ni menos aún negociaciones con los que se creen sus iguales y aspiran vanamente a formar gobierno a sus expensas. Que esperen sentados hasta que otorgue audiencia. Eso sí, bastaba que uno de sus adversarios se sentara a almorzar fuera de su circunscripción para que le cayera la del pulpo por su desprecio a la ciudadanía, que sufría los embates de la peste de los alimentos infectados. Es curioso, aunque ya no debería serlo, cómo se citaba al Gobierno andaluz, los del "trifachito, milana bonita" que se habían traído ya la carne mechada antes incluso de formar gobierno, aparcada "Susanita la dicharachera" que, como es sabido, no come porquerías como los del "trifachito, milana bonita". Pero ni una palabra de la alcaldía de Sevilla, que es de los nuestros y a los que se debe citar como "la alcaldía", sin adjetivos de pertenencia.
No recuerdo desde la muerte del Generalísimo y sus pompas fúnebres un mayor consenso y manipulación de los medios. La cosa ha llegado tan lejos y tan animada por el poder que para informar de las intenciones del Presidente, sobrado de funciones, recurre a una entrevista en el diario más leído y más adicto, donde Sánchez, el de la jeta traslúcida, recurre a dos adheridos a la causa -una, la directora Sol Gallego, porque le debe el cargo, y el otro, Carlos Elordi Cué, edecán por selección natural de la familia, la que por cierto me ha hecho saber que rompen cualquier trato con mi persona-. Así están las cosas en el código siciliano -Elordi fue corresponsal en España del romano La Repubblica- y ahora los compromisos con el poder arrasan una relación que venía de los años del cólera y que habían resistido incluso cuando Carlos Elordi propuso hacer a Ramón Tamames secretario general del PCE y luego se lanzó a las procelosas aguas del clan de Celorio, pequeña población veraniega asturiana donde se reunía lo más granado del socialismo madrileño, desde Rubalcaba y Lissavetzky a Elías Díaz y los restos viudos del PSOE de González.
Incidentes personales aparte, lo de Sánchez y El País ya lo viví con Pujol y La Vanguardia. Cuando tengas problemas políticos y no quieras que te repliquen, llama por teléfono y que te regalen las primeras páginas del domingo bajo la apariencia de que te entrevistan. Así consigues lo que quieres, dejar constancia de tus posiciones, evitar el engorro de que te busquen las cosquillas o de que te pregunten alguna inconveniencia, que es exactamente lo que esperan los lectores, que fieles y sumisos aceptarán esta intriga como una más de tantas como han vivido.
La artillería mediática está preparada para machacar a quien se tercie por distanciarse de la opinión convencional. Dejaron a Ciudadanos y Albert Rivera hechos fosfatina utilizando a viejos inventores del engendro que les exigían a mamporros que pactaran con Sánchez a cambio de ayuda para sus carreras y un futuro inquietante para su agrupación. Pero ahí siguen sumidos en una política numantina que se distingue sobre todo en que nada de lo que hacen tiene la conformidad de los controladores del futuro. Si yo no les voto ni creo que les votaré nunca, ¡cómo voy a permitirme la pedantería de señalarles lo que deben hacer para triunfar!. A lo más que llego es a describirlos, no a anunciar los resultados de su autopsia. Ahora ni siquiera les aprueban que marquen distancias con los socios del PP. Sorprendente.
El caso de Nosotras Podemos tiene algo de suicidio con cicuta. Una muerte teatral y lenta. Ante las bravatas de Sánchez que aún sigue sosteniendo su gran victoria electoral -123 escaños es una minoría parlamentaria que coloca al PSOE en posición de fuerza y al tiempo de resignación por sus limitaciones- Podemos siguió por la senda de la megalomanía del pobre: si los socialistas creen ser muchos, ellos en cambio son los suficientes.
Las negociaciones entre PSOE y Podemos fueron un modelo de incompetencia quizá por la causa común de que ninguno se hacía consciente de su fuerza y de su debilidad, unidas e indisolubles. Ambos jugaron con la vulgaridad del veterano del naipe. El tute, el chinchón, incluso el póker, por más que sirvan como metáforas no son otra cosa que juegos de mesa, y la política, el gobierno y el estado es asunto de mayor enjundia que un combate de boxeo. Demasiado tiempo mirando la pantalla los vuelve planos. Si cupiera algún mensaje en esta época de listos líquidos sería el de menos tuits y más ideas.
Todo parece preparado para la entronización de Pedro Sánchez I de España y V de Alemania, que con 123 diputados es aclamado ya como el único. Si el PNV y Esquerra Republicana le apoyan tendrá su costo, pero pone en lugar incómodo a Unidas Podemos, que creía ser la Princesa del cuento. Aquí no hay hadas ni brujas; todo es carnaza y personal de medio pelo buscando su lugar al sol que más calienta.
Seamos sinceros. Las promesas a la ciudadanía se cumplen o no, eso depende de muchos factores, pero lo acordado sobre las haciendas de los filibusteros se pagan o se purgan: en cualquier caso, tienen consecuencias de mayor calado. Para eso estamos los medios de comunicación al quite de que alguien rompa el pacto y nos precipitemos al abismo de los reproches y la descalificación. Nosotros somos notarios de los secretos que nadie debe destapar si se cumple lo que pactan los señores. Por lo demás, todo ya está listo.
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