Asturias impulsará la biomasa como protagonista en el relevo del carbón
La región tiene más de 4.100 hectáreas que podrían transformarse en cultivos energéticos para un tipo de generación que crea 30 empleos por Mw
Asturias busca relevo al carbón. Lo hace la Administración, pero también las empresas eminentemente energéticas y todo apunta que la biomasa tendrá un papel protagonista. EdP ya ha anunciado que estudia reemplazar el combustible fósil por otros, entre ellos biomasa, para prolongar la vida de sus centrales y Hunosa trabaja en un plan para transformar la térmica de La Pereda en una instalación que utilice esta materia orgánica. La necesidad de abordar la transición energética y la riqueza forestal de la comunidad se convierten en dos factores que convergen en la posibilidad de impulsar cultivos energéticos para «cubrir el tránsito a las renovables», como apuntó ayer la directora general de Energía, Minería y Reactivación del Principado, Belarmina Díaz, en una jornada sobre biomasa organizada en Mieres por CC OO de Industria. En ella participaron responsables de las administraciones y de empresas que ya trabajan en este tipo de generación.
Las ventajas que pusieron sobre la mesa son muchas, aunque también los problemas que presenta su desarrollo. Asturias dispone de toda la cadena de valor -desde la materia prima a tecnología propia- y su fomento permitiría sustituir parte de los Mw que se perderán con el cierre de térmicas, a la vez que se mantiene el empleo, se fija población en el mundo rural y se gestiona mejor el monte para prevenir incendios, aspectos que destacó el secretario general de CC OO de Industria, Damián Manzano.
Según un estudio de Ence, por cada megavatio instalado se generan 27 empleos, una cifra que la Fundación Asturiana de la Energía (Faen) eleva a 35,6, frente a los 0,7 de la eólica y la hidráulica y los apenas dos de la nuclear y la solar. Esta compañía tiene una central en Navia con capacidad de 77 Mw y que no solo abastece a su planta de celulosa, sino que genera excedentes. «El foco lo ponemos en la sostenibilidad. Es una energía muy social porque responde a las demandas del siglo XXI, es capaz de disminuir huella de carbono, aprovecha materias primas que tendrían usos no tan buenos y fomenta la economía circular», seguró el director de sostenibilidad agroforestal de Ence, Javier Sánchez Hernando, que destacó la gran potencialidad que tiene en Asturias, «pero esperemos que no se quede solo en potencialidad».
Este mensaje fue de los más repetidos durante la jornada. Las posibilidades están ahí. Julio Artigas, jefe del departamento de biomasa del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (Idae), recordó que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) contempla duplicar la potencia instalada actual hasta los 800 Mw y que esta generación tendrá «un papel bastente relevante».
La directora de la Escuela Politécnica de Mieres, Asun Cámara, cifró en más de 4.100 las hectáreas de zonas forestales desarboladas, lo que se conoce como suelos naturales, que podrían reconvertirse en cultivos energéticos con los que abastecer a centrales. Investigaciones de la propia entidad académica prueban desde 2008 cómo reconvertir terrenos de Hunosa ociosos y degradados por la minería en cultivos energéticos. Para ello se ha probado en unas 700 hectáreas en terrenos entre Mieres y Langreo la repoblación con chopos, sauces y abedules. «Se trata de volver a dar una visión energética a terrenos que lo han sido históricamente», explicó.
Dificultades
Sin embargo, si el sector aún no se ha desarrollado es porque se enfrenta también a grandes problemas. El minifundismo en Asturias complica el acceso a la biomasa y la logística es muy compleja. «No se sabe qué tierra tenemos y quién es el propietario», señala Cámara. Otro problema es que, como recordó el director de Faen, Juan Carlos Aguilera, esta generación es menos rentable que la fotovoltaica o la eólica, por lo que hay que aplicar mucho conocimiento a la explotación pensar en la cadena de valor completa de este «oro del futuro». En este sentido, apuesta a dimensionar las plantas para aprovechar los recursos disponibles y no entrar en grandes proyectos que obliguen a importar biomasa, algo que elevaría los costes y dificultaría su rentabilidad.
El director de desarrollo de energía de Imasa, Fransico Javier Cobos, apuntó también la necesidad de que se generen subastas y retribuciones específicas que permitan competir a la biomasa, ya que más allá del rendimiento energético evita al Estado mantener los montes y tiene un importante componente social. Su compañía construye plantas de este tipo con tecnología propia que ha permitido eliminar el agua de refrigeración «y que cada vez son más sostenibles», aclara. Cobos apuntó la posibilidad de que en los castilletes de mina se pongan grandes astilladoras y apuntó nuevos proyectos, como uno en Villaviciosa para producir pellets y venderlos a través de El Musel.
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