martes, 2 de noviembre de 2021

Uno más de menos...un carbayón de fuste...D.E.P.

Fallece Toño Urrusti, la segunda generación de una estirpe de hierro El reputado escultor falleció ayer en Oviedo a los 73 años tras una larga enfermedad ALBERTO ARCE Martes, 2 noviembre 2021, 10:04 Toño Urrusti, la segunda generación de la estirpe ovetense de escultores de hierro, falleció el lunes en el Hospital Universitario de Asturias (HUCA), a los 73 años de edad, donde estaba ingresado por el último golpe de una larga enfermedad que padecía desde los últimos años. La comunidad artística asturiana se queda huérfana y su hijo Kiko, el actual virtuoso a los mandos del legado familiar del arte y el metal. La basílica de San Juan el Real de Oviedo acogerá el funeral mañana a la una de la tarde. En 1960, Rafael Rodríguez Urrusti, dejó su trabajo en los talleres de la fábrica de armas de La Vega después de veinte años de oficio como maestro ajustador para emprender una nueva vida profesional por su cuenta. Y también una artística. En esos primeros años con un taller de medianas dimensiones y un puñado de obreros, realizó trabajos de cerrajería artística como el cierre de la finca que hoy en día alberga al Museo de Bellas Artes de Asturias, entre otros. Pero fue más allá y siempre se llevó a su hijo con él. Antonio, que por aquel entonces ya trabajaba en el taller, desarrolló una pequeña colección de animales hechos con trozos de hierro junto a su padre. Y la aceptación fue tan grande que poco tiempo después la Caja de Ahorros de Asturias les encargaría su primera gran obra artística, un mural para sus oficinas principales en la capital del principado. Después una carrera artística extensa en la que no solo formaron parte las calles de Oviedo, sino que desde su mítico taller a un lado de la «Catedral del Ensanche» llegaron las primeras exposiciones fuera de Asturias (Vigo, Lugo, la Coruña, Santander o Madrid, entre otras ciudades). Por otro lado, y gracias al Centro Asturiano de Oviedo y a su hermandad con las entidades del mismo nombre del resto del mundo, las obras del taller de Urrusti terminaron adornando los muros de sus edificios, al menos con una escultura en cada uno de ellos. Una de las más importantes está colocada en la sede del Centro Asturiano de Buenos Aires, se trata de la mítica figura del rey Pelayo reproducida a tamaño natural. Toño Urrusti, igual que su padre lo había hecho con él, inculcó todo lo aprendido a su hijo Kiko, la tercera generación de esa estirpe ovetense del hierro. Juntos, siguieron el mismo camino, alcanzando aún más fama y conquistando nuevos mercados internacionales como Portugal, Holanda, Alemania, Estados Unidos o Brasil.

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