domingo, 8 de diciembre de 2024

E.Garcia Morán revisita el Festin reaccionadrio de Mayor ? Oreja...

Aquelarre Eduardo García Morán Eduardo García Morán OPINIÓN El exministro del Interior Jaime Mayor Oreja, en una imagen de archivo. El exministro del Interior Jaime Mayor Oreja, en una imagen de archivo. Rodrigo Jimenez | EFE 08 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h. Comentar · 8 El Macho Cabrío reunió esta semana a brujas y brujos de tres continentes al son de los tambores del partido del pueblo sin el pueblo y del partido del pueblo ¡Viva Franco!, que son intercambiables, completamente complementarios, unívocos finalmente. El escenario donde Satanás fue invocado, el Senado, fue el escogido para el aquelarre porque es dominio absoluto de ese PP y de ese Vox. Empezó la sesión con uno de los adalides al retorno del cristianismo yihadista, Mayor Oreja, aunque de releer el Nuevo Testamento, cabe suponer que Cristo le echaría a él y a sus pringados a hostias del templo senatorial, implorando a la par al Padre que le quite de su vista, y de una puta vez, a esta secta que envilece el mensaje originario del texto bíblico. Repasó también el Mayor los ideales cristianos, los de él y su pandilla de poseídos, tan abominables que están sacados de las Tablas de la Ley del Ángel caído, los que dan poder y riquezas a los más horribles de los hombres, los que aplastan con sus botas de hierro a los miserables, a los perdedores, a los que no comulgan con su cínico relato, tan perturbador. De poder hacerlo, Cristo le pediría prestado a Zeus el rayo y los electrocutaría en un santiamén. Ese tal Mayor se acogió después, durante su intervención urbi et orbe, al Antiguo Testamento para recordarnos que todo ser vivo fue creado en apenas seis días. Es decir, no nos asombremos su cualquier día nos encontramos con un Tiranosaurio Rex vestido de Papá Noel en nuestras calles, aunque se podría objetar que tal encuentro no es posible porque esa criatura de Dios se extinguió hace 65,6 millones de años. Pero, entonces, surge la gran duda: ¿por qué no había Mayores Orejas en ese tiempo si todo bicho viviente salió del huevo a la vez, como los bebés ñus cada año para ampliar las posibilidades de supervivencia de la especie en territorio hostil? Sin embargo, mirado con atención, el Mayor y sus colegas sí pululaban entre los dinosaurios en forma de algo semejante a ratas. Pero he de refrenar, pues este camino puede conducirme a dudar un tanto del evolucionismo biológico, porque esos Mayores Orejas se me aparecen más próximos a la filogenia de las ratas que a la de los hombres. En todo caso, los creacionistas son unos genios de la estupidez, que, en sí, no es un problema (si usted quiere ser cum laude de la Universidad de la Estupidez, ¡aleluya!); el problema viene cuando se pretende que los demás comulguen con necedades semejantes, so pena de acabar chamuscado en la plaza del pueblo o hecho trizas en el palacete de Sol, que hoy ocupa un espíritu putrefacto, personaje propio de un aquelarre que se precie, que quiere deshacerse por inanición de la Universidad pública en favor de la privada, que ya dobla en número y en cuyas aulas los parias, tal vez cuando se vuelvan a invertir los polos magnéticos del globo, puedan encontrar un pupitre que les catapulten a la gloria. Durante el pandemónium senatorial, cargado de supercherías paganas e inmenso odio, que es lo opuesto al credo de la religión occidental triunfante pese a forjarse en un Oriente de arena y cabras, se escuchó que a los homosexuales hay que matarlos. Que las mujeres son las que incendian las carnes de los hombres y que su lugar son los hogares-estables, porque su condición no dista mucho del de las yeguas. Que hemos caído en el abismo del mal y, en consecuencia, hay que rescatarla. Pero ¿cómo se rescata a la civilización? Para los magos de ese aquelarre, el rescate pasa por la entronización de un dictador (el espíritu del Caudillo estuvo revoloteando todo el tiempo sobre el Senado) que zurre a las ovejas descarriadas, amén de que los afortunados sigan poseyendo todos los privilegios: todos los bienes materiales e inmateriales; todos los cuidados clandestinos de los ginecólogos abortistas en la «privacidad», que no en la «publicidad», para que sus perfectas «niñas» se quiten el «polvo» de encima para casarlas con perfectos «niños» y perpetuar así los omnímodos derechos de la clase requetepija; todas las bendiciones de curas y obispos que metieron (¿y meten?) las manos y los cipotes en los genitales de los terneros, o lo ocultaron (¿y lo ocultan?): Todo. No obstante este bastardo cónclave, el viraje de los rebaños del mundo hacia el fascismo no cesa, entre otras razones, como apuntaba la viñeta de El Roto el pasado jueves en El País, porque «la cultura del espectáculo es mayormente forraje», que viene a ser algo así como que la cultura en general está diluida en aguas fecales que se tragan con voracidad. Adelante, pues, pueblo, voten a los creacionistas, a los homófobos, a los machistas, en definitiva, a los reaccionarios, que ellos les flagelarán hasta el estertor como medio para la inmortalidad junto al ilusorio, pero reconfortante a futuro, Creador, que las élites lo pintan de anciano bondadosa pero que, en realidad, es el Macho Cabrío por excelencia, el mismo que profanó nuestro Senado. O sea, nuestra Santa Democracia, contra quien más manos se están sumando para lanzarle piedras, como si una ramera fuese, episodio del que ya nos advirtió un tal Jesús de Nazaret. Archivado en: Religión

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