lunes, 16 de diciembre de 2024

Por un control Social CONSCIENTE.....

Política / Crisis Ecológica y Social Matthew T. Huber / economista “El movimiento climático tiene que ser parte de un movimiento antiausteridad más amplio” Esther Peñas 15/12/2024 Bluesky Icon

El escritor y profesor Matthew T. Huber posa en una imagen reciente. / Cedida

El escritor y profesor Matthew T. Huber posa en una imagen reciente. / Cedida En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí Más allá de la huella de carbono, la gestión de residuos o las políticas “verdes”, la responsabilidad de la crisis climática arraiga en una minoría capitalista que deja poco margen de acción de no revertir su proceder. Esta es la tesis principal del último ensayo de Matthew T. Huber (Chicago, 1970), profesor de Geografía en la Maxwell School of Citizenship and Public Affairs de la Universidad de Siracusa. Analista de las relaciones de la economía y la geografía con el capitalismo, las políticas climáticas y la justicia social, acaba de presentar El futuro de la revolución. Cambio climático y la búsqueda de una insurrección democrática global (Errata Naturae) en el que propone una reformulación de la solidaridad, recuperar la propiedad pública de los sectores clave (en especial el energético) y desmercantilizar las necesidades de la clase trabajadora. ¿Es posible una insurrección global en un momento como el nuestro, en el que la desafección política y las pantallas nos privan de sacar los cuerpos a la calle? Bueno, últimamente hemos visto levantamientos multitudinarios en muchos países (Bangladés, Sri Lanka, India, Chile, y se podría incluir la reciente revolución en Siria, para bien o para mal). Sin embargo, en Occidente, la izquierda y la clase trabajadora son demasiado débiles e incapaces de imaginar un derrocamiento revolucionario del capitalismo en el corto plazo. Por eso apuesto por reconstruir el movimiento de la clase trabajadora y por que la energía vuelva a ser de propiedad pública como pasos intermedios hacia una economía socialista más amplia, que apunte a desmercantilizar las necesidades de la clase trabajadora: vivienda, alimentos, transporte y energía (los sectores clave en el núcleo de la crisis climática). ¿Cuál es el vínculo entre “insurrección democrática” y “solidaridad de especie”? Están en juego las condiciones para la supervivencia de las especies No me identifico con la corriente “insurreccional” del marxismo o del socialismo. Acepto la tradición “socialista democrática”, que cree que es posible utilizar el poder estatal, a través de una política de masas de la clase trabajadora, y avanzar hacia una democratización más amplia de la economía y del Estado en general. Pero mi compromiso con el marxismo lo veo como un movimiento global para liberar a la humanidad (Marx realmente pensó que el proletariado global sería la “última clase”, que aboliría –de una vez por todas– la pobreza y las privaciones humanas con el poder social). Si bien Marx y sus seguidores articularon la solidaridad laboral internacional como clave para este proyecto, creo que la crisis ecológica y climática requiere que reformulemos esa solidaridad en términos ecológicos. No es sólo la humanidad la que necesita ser liberada; literalmente, están en juego las condiciones para la supervivencia de las especies. Por lo tanto, se necesita una economía basada en las necesidades sociales y la planificación socialista reformulada como proyecto destinado a salvar y ser solidario con todas las especies. ¿Lo que usted llama “política climática burguesa” es una lucha woke contra la emergencia climática? Creo que las formas en que la política del “despertar” exige nociones vagas de justicia sin ninguna referencia a la política de clases, ni a la necesidad de erosionar el poder de la clase capitalista entra en litigio con gran parte de lo que hoy se llama política de “justicia climática”. El corazón de esta justicia señala la responsabilidad y las cargas desproporcionadas por la emergencia climática, pero el objetivo no es simplemente distribuir estas cargas de manera más equitativa. Necesitamos eliminarlas. Y eso requiere poder (y creo que ha de ser la clase trabajadora quien lo ejerza). ¿Cómo hacer frente a esas cien empresas responsables del 70% de las emisiones globales si cada vez ejercen “menos violencia” para mantenerse con el poder, si de un modo u otro “colaboramos” con ellas? Necesitamos consumir productos para vivir, pero no somos “colaboradores” de las empresas Tienen mucho más poder como propietarios y organizadores de infraestructuras y cadenas globales de suministro de energía que nosotros, meros “consumidores”. La mayoría de nosotros necesitamos consumir sus productos para vivir en una sociedad capitalista. Por eso no nos veo como “colaboradores”, porque ahora mismo no tenemos alternativa. Tampoco es que ejerzan menos violencia, aunque la ejercen digamos más lejos, siguen alineándose con regímenes brutales y represivos en Arabia Saudita, Nigeria y Guinea Ecuatorial (por nombrar algunos). ¿Por qué los Estados no frenan a estas compañías, por incapacidad, por cuestión económica, por falta de compromiso real? La respuesta fácil es que muchos Estados están directamente bajo su influencia y dependen de su capital para obtener ingresos fiscales. Muchos de los Estados represivos antes mencionados dependen del dinero del petróleo para financiar la compra de armas (a menudo fabricadas en Estados Unidos) para reprimir a sus propias poblaciones. A comienzos de 2000, parecía que era posible una acción conjunta (Estados, sociedad civil) para combatir la emergencia climática, pero se fue desinflando, ¿a causa de qué? El movimiento climático siempre ha estado confinado a las clases profesionales altamente educadas que evocan una política elitista Mi argumento es que el movimiento climático siempre ha estado confinado a las clases profesionales altamente educadas que evocan una política fácilmente encuadrada como elitista, desconectada e incluso antagónica respecto de la clase trabajadora precaria, incluso en los países ricos. En mi libro analizo cómo sus diferentes modos de política climática (apostar por los criterios científicos, fijar precios tecnocráticos al carbono o decrecimiento, etc.) no resuenan en la mayoría de la clase trabajadora. De modo que el movimiento no tuvo capacidad para construir y conseguir el poder necesario para abordar la emergencia climática. ¿Está lo suficientemente concienciada la clase trabajadora con el cambio climático? Sí, creo que sí. Cualquiera puede ver que algo anda mal con el clima. El problema es que no ven que ninguno de los esfuerzos necesarios para contrarrestarlo mejore sus vidas (en todo caso, ven lo contrario). Asegura que la ecología de la clase trabajadora está ligada a los medios de reproducción (ocio). ¿Cómo trasladarla también al lugar de producción? Necesitamos tomar el control social o público sobre aquellas formas críticas de producción que hay que descarbonizar En última instancia, necesitamos un movimiento capaz de tomar el control social o público sobre aquellas formas críticas de producción que necesitamos descarbonizar (electricidad, transporte, agricultura, vivienda, etc.). Podemos atraer a la clase trabajadora en general ofreciéndole un programa que le brinde acceso gratuito y más barato a estas necesidades materiales en el ámbito de la reproducción (no lo veo como ocio per se, porque, como suelen señalar las marxistas feministas, reproducir la vida requiere mucho trabajo en el hogar y fuera de él). “Solo un control social consciente de la producción puede guiarnos a algo parecido a una vía sostenible”. ¿Cómo conseguir ese control social a corto/medio plazo? Tenemos que empezar poco a poco, con lo que llamo “socialismo en un sector”. Habría que comenzar con la propiedad pública de la electricidad: este es el sector eje de la descarbonización. Si podemos construir una gobernanza efectiva de la electricidad, de manera que la descarbonice y ofrezca electricidad más barata para todos, podremos defender el control de otros sectores críticos. Cuando se habla de “una transición justa”, ¿justa para quién y en qué términos? ¿No saldrán perjudicados, de nuevo, los mismos, es decir, los trabajadores? Los trabajadores de los combustibles fósiles deberían recibir un apoyo total a sus ingresos, educación gratuita y jubilación anticipada El término fue acuñado por el líder sindical Tony Mazzocchi en Estados Unidos. Su modelo fue el GI Bill, donde los veteranos recibieron apoyo material real para la transición a la economía civil después de la Segunda Guerra Mundial. Los trabajadores de los combustibles fósiles y otras industrias sucias deberían recibir un apoyo total a sus ingresos durante cinco años, educación gratuita y (si procede) jubilación anticipada. Sólo este tipo de vasto programa social podría convencerlos de que la transición no los perjudicará. De lo contrario, lo temen con razón. ¿Cómo es posible que los discursos de extrema derecha hayan calado tanto entre las clases más desfavorecidas en el asunto climático? Mientras los tecnócratas insistan en ver el cambio climático como un costo que debe ser asumido por los trabajadores, estas políticas serán un regalo para la derecha Muy simple: mientras los tecnócratas climáticos insistan en ver el cambio climático como un costo que debe ser asumido por los trabajadores (ya sea pagando un impuesto al carbono o comprando una costosa bomba de calor), estas políticas serán un regalo para la derecha, que califican la política climática como un proyecto liberal de élite para empeorar la vida de la clase trabajadora. Algunos sectores desligados de los beneficios y las previsiones del mercado (como sanidad y educación) están siendo dinamitados. ¿Qué les depara el futuro? Sinceramente, he llegado a la conclusión de que el movimiento climático no triunfará centrándose en un solo tema. Tiene que ser parte de un movimiento antiausteridad más amplio, que exija una renovada inversión a gran escala en bienes públicos e infraestructura pública después de décadas de austeridad brutal (y mortal). Es fácil comprobar cómo las inversiones climáticas en vivienda/electricidad/transporte podrían encajar en esta agenda; también tendría que incluir supuestas inversiones no climáticas en atención médica, educación y la economía más amplia del “cuidado”. No se puede eludir el hecho de que esta agenda requiere una redistribución masiva de la riqueza de los ricos; por lo tanto, una política de clase centrada en gravar a los ricos para financiar bienes públicos debe estar en el centro de este movimiento. Con la llegada de Trump al poder, resulta impensable que Estados Unidos lidere la lucha política contra el cambio climático. China tampoco está por la labor, ni Rusia. ¿Hasta qué punto su rebeldía mal entendida pone en juego la supervivencia del planeta? Bueno, independientemente de quién esté en la Casa Blanca, hay un auge en la inversión en energía verde tanto en EEUU como en China en este momento (¡en este último caso la escala es casi increíble!). Pero tienes razón, no se actúa a la velocidad ni a la escala necesarias. A medida que aumentan las temperaturas y los desastres empeoran, la incapacidad de la clase dominante para abordar esta crisis se hará cada vez más evidente. Y la necesidad de cambios radicales en la economía parecerá cada vez más de sentido común. La única analogía que se me ocurre es una del siglo XIX, cuando los ideales liberales de igualdad entraron en un choque histórico mundial con el modo de producción esclavista. Al final no había forma de escapar a una confrontación política masiva con ese modo de producción. Nos enfrentamos a algo similar con nuestra continua dependencia de los combustibles fósiles.

No hay comentarios: