domingo, 22 de diciembre de 2024
La necesaria recuperación del Internacionalismo en la Izquierda....
Líderes de ultraderecha se organizan para conquistar el mundo (pero tienen un problema)
"Los marcos ideológicos de tantos movimientos pueden ser difíciles de conciliar", señalan los expertos.
El líder de VOX, Santiago Abascal, y el presidente de Argentina, Javier Milei.
El líder de VOX, Santiago Abascal, y el presidente de Argentina, Javier Milei.A. Pérez Meca / Europa Press
Víctor López
Madrid-21/12/2024 20:37-Actualizado a21/12/2024 22:49
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"Tenemos que estar a la altura del momento histórico y la forma más efectiva de hacerlo es trabajando juntos, estableciendo canales de cooperación a lo largo y ancho del mundo, retomando la idea de que el mal organizado se vence mediante la organización de los buenos". Javier Milei es quién pronuncia la cita. Los buenos, según el mandatario argentino, son los partidos, fundaciones y lobbies de extrema derecha. Y el mal organizado, todo lo demás. Los movimientos sociales y la migración. El activismo climático, los feminismos y la comunidad LGTBIQ+. La "agenda woke", como le llaman los que están –precisamente– en contra de la igualdad de derechos.
Milei ha pedido tejer una "red global" de extremas derechas, un frente transoceánico que englobe a todos los líderes ultranacionalistas del mundo. Meloni, Trump y Orbán. Le Pen, Modi o Bolsonaro. Bukele, Netanyahu y Abascal. "Tenemos que ser como una legión romana que se impone siempre sobre ejércitos más grandes", comparó el dirigente argentino durante una de sus últimas visitas a Roma. Milei acaba de cumplir un año al frente de la Casa Rosada. Llegó al poder en una suerte de motín electoral, prometiendo recortes para menguar el gasto público. Lo que ha conseguido es remarcar la pobreza social, llevar al límite su "motosierra".
Esta no es la primera vez que coge fuerza la idea de un hermanamiento de extremas derechas. La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) de 2023 tuvo como lema Unite we stand, en español, Unidos resistiremos. Hungría acogía durante aquella primavera la cita. Meloni también lleva meses intentándolo. La primera ministra italiana ganó las elecciones con un marcado discurso antieuropeísta; pero pronto cambió de oratoria para buscar alianzas con sus homólogos europeos e incluso hacer guiños a los populares. La coalición que persiguen no cierra las puertas a casi ningún actor: neoliberales, democristianos, conservadores de toda la vida, grupos que se definen como de centroderecha –pero no lo son– y hasta neofascistas mínimamente presentables.
"Estamos ante un ejercicio problemático en sí mismo. El ultranacionalismo inherente a las formaciones de extrema derecha choca de lleno con la lógica internacionalista de estas alianzas transoceánicas. Y además, los marcos ideológicos de tantos movimientos pueden ser difíciles de conciliar", señala Jesús Casquete, catedrático de Historia del Pensamiento Político en la Universidad del País Vasco. Milei, anarcocapitalista confeso, tropieza –a priori– con Le Pen y su chovinismo del bienestar. "Sólo para los franceses, eso sí", añade el profesor. Las rencillas históricas y territoriales que enfrentan a algunos de estos países tampoco facilitan un dogma común.
Milei, Trump y compañía ponen el foco en las "guerras culturales" por cuestiones migratorias, familiares, morales o de género. Lo hacen porque es su principal caballo de batalla, porque tienen que destacar los puntos en los que convergen. Es una forma de reducir todos los demás aspectos en los que pueden diferir. "Tenemos dos planos; uno más propiamente europeo y otro que se enmarca en una escala global. Meloni, Le Pen y Orbán han reajustado su estrategia; empezaron pidiendo la salida de la zona euro y ahora hablan de "ocupar" Bruselas. En términos globales, la extrema derecha ha conseguido forjar una red que es francamente poderosa, una internacional reaccionaria, algo que va más allá de las divergencias y demuestra que [estos grupos] son capaces de trabajar de manera conjunta", precisa Steven Forti, historiador y autor del libro Democracias en extinción (Akal).
"Estos partidos tienen un objetivo principal: imponer y consolidar la hegemonía de su ideología política, aprovechando la crisis que atraviesan las grandes formaciones conservadoras, socialdemócratas y liberales desde los años ochenta. Lo que buscan es afianzarse como una alternativa política seria y normalizada, con todas las implicaciones que esto tiene para las democracias y el respeto de los derechos fundamentales", expone Anna López Ortega, politóloga y experta en extremas derechas. La actual alianza entre partidos, grupos y lobbies ha catapultado sus acciones hasta convertirlas en políticas de Estado. Hungría, Argentina y próximamente Estados Unidos son sus modelos de referencia.
La extrema derecha y el imperio romano
Milei no escatima en referencias militares, habla de una "legión romana", de "imponerse" al resto. Y no sólo tira de citas históricas; también apela al conflicto, señala al enemigo. Los "buenos", los partidos de extrema derecha, están "solos" ante el peligro. "Las legiones romanas no tuvieron éxito por numerosas, sino por estrictas en su disciplina y por la buena coordinación de sus tácticas. Milei quiere que la internacional reaccionaria se organice en estos términos; recoge esta obsesión que tienen muchos líderes de extrema derecha por el imperio romano, un tema vinculado a la masculinidad hegemónica que quieren rescatar e imponer. Las metáforas bélicas son propias del lenguaje populista", subraya Laura Camargo, profesora de análisis del discurso y autora de Trumpismo discursivo (Verbum).
Las fuentes consultadas por este diario recuerdan que el "lenguaje militarizado" que utilizan estas redes bebe de la "vieja extrema derecha", la que nace tras la Segunda Guerra Mundial, la que nunca termina de renunciar a la violencia. "Los valores que proyectan son siempre militaristas: valor, honor, desprecio al miedo y altruismo. Hablamos de actores que destacan los momentos épicos y silencian los más grises, porque hacer lo contrario es ser un antipatriota, en nuestro caso, un antiespañol. Ellos no tienen miedo, están solos contra todos y entienden que la defensa de la patria no admite compromisos", añade Jesús Casquete.
Vox, la pieza española del puzle
España y el mundo asisten desde hace una década al surgimiento de una alianza global de extremas derechas; "un proyecto hegemónico" que refrendan en las urnas el 28% de los europeos, la mitad de los estadounidenses y casi seis de cada diez argentinos. "El papel de Vox tenemos que analizarlo en términos de competencia electoral; intentan hacerle el sorpasso al PP no sólo en las urnas, sino también en el ámbito de las relaciones internacionales. Milei y Trump consideran a Abascal uno de los suyos", desliza Anna López Ortega. El líder de la extrema derecha española ha sido elegido este año presidente de Patriotas por Europa, donde comparte bancada con Viktor Orbán y Marine Le Pen.
Steven Forti explica en su libro que Vox actúa como una especie de "puente" entre Europa y América Latina; tiene "encuentros frecuentes" con sus homólogos a ambos lados del Atlántico. "Los ultras no dejarán de pelearse, como han hecho a lo largo de estas cuatro décadas, pero seguirán colaborando siempre que les convenga", insiste el también profesor. Las cumbres internacionales y los foros –muchos, abiertamente homófobos, machistas y ultracatólicos– sirven como punto de encuentro para los líderes de esta ola reaccionaria, son "cruciales" para tejer redes de cooperación. Laura Camargo, profesora de análisis del discurso, sentencia: "El internacionalismo está de capa caída en las izquierdas, pero las derechas han considerado que es fundamental para su propio éxito. Esto me preocupa. Tenemos que recuperar las alianzas internacionales de izquierdas".
Víctor López
Periodista. Redactor de Memoria y Última Hora. Graduado en Periodismo por la USC y máster en Comunicación de las Organizaciones por la UCM. Descrubrió el periodismo local en La Voz de Galicia y pasó por Infobae España antes de aterrizar en Público.
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