El segundo adiós de Walter Bonatti
Fallece el alpinista italiano, que en 1954 sobrevivió en el K2 a una noche a la intemperie a 8.100 metros de altitud
ÓSCAR GOGORZA 14/09/2011
Bonatti perdió la fe en el ser humano en 1954, durante la conquista del K2. En las laderas de la segunda montaña más elevada del planeta (8.611 m), sus compañeros de expedición Lacedelli y Compagnoni forzaron una experiencia extrema. Bonatti y el sherpa Mahdi habían porteado seis botellas de oxígeno hasta los 8.100 metros de altitud, pero Lacedelli y Compagnoni habían montado el campo de altura más arriba. Se hizo de noche, Bonatti no veía la tienda y a gritos logró comunicarse con sus compañeros, quienes le conminaron a que descendiese. No había luz suficiente para emprender el descenso y Bonatti y Mahdi pasaron la noche al raso, experiencia desconocida para el ser humano. A Mahdi le cortaron todos los dedos. Bonatti, físicamente indemne, apenas 24 años de edad, sufrió posteriormente un calvario psicológico: nadie quiso creer su versión en Italia para no empañar la fiesta de la conquista del K 2. Bonatti invirtió medio siglo en demostrar su inocencia y no cejó hasta que el Club Alpino Italiano le pidió perdón. Entre medias, se refugió en las cimas y en sí mismo: tenía que aprender a confiar de nuevo en el prójimo. Así se hizo su leyenda. Con 35 años, su popularidad y su elevado nivel intelectual le permitieron fichar por Época, publicación para la que trabajó escribiendo acerca de viajes tan remotos como intrépidos.
Para muchos, el Bonatti periodista resulta irrelevante. Para los que entienden que un alpinista sin ética, sentimientos e intelecto no es más que un tipo que escala piedras, ambas figuras van de la mano, son indisolubles y señalan la verdadera dimensión humana del personaje.
Jordi Corominas es el alpinista más sobresaliente que ha dado el alpinismo español en las últimas décadas. Guía de Montaña, como Bonatti, guarda celosamente una fotografía tomada en 2010 en la que ambos sonríen mirando a la cámara. Esta imagen sustituye a otra que conservó en su mesa de trabajo durante años y en la que alguien había escrito una frase de Bonatti: "Asomarse al abismo de uno mismo". De eso habla sobre todo el alpinismo... cuando es auténtico. Como Bonatti.
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