Esta es una carta enviada por un aficionado, Paul Velasco, al presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, Jean Todt. En ella explica algunas de las sensaciones y desconcierto que un veterano aficionado siente ante la nueva Fórmula 1, y que podrían hacerse extensivas a otros muchos. Sonido, excesiva complicación tecnológica… y, sobre todo, la incompresión ante la situación que subyace en la fórmula de ahorro de combustible y que le costó el podio al Daniel Ricciardo.
Querido presidente de la FIA, Mr. Jean Todt
Como apasionado aficionado a la Fórmula 1 durante más de cuarenta años, nunca me han interesado los aspectos técnicos de este deporte, y estaba contento mientras los coches tuvieran buena presencia, hagan ruido y sean muy rápidos. Mi pasión por este deporte está más en los héroes con sus cascos puestos que en aquello que está fuera de la vista y hace que todo funcione.
Sin embargo, últimamente su organización me ha obligado a prestar atención a aspectos técnicos del deporte, lo que he intentado hacer a pesar de milimitada capacidad para entender las  subterráneas complejidades de la Fórmula 1.
Pero este fin de semana, en el gran premio de apertura de una nueva época, me siento obligado a escribirle esta carta como un profundamente confundido y, de alguna manera, desilusionado gran aficionado a la Fórmula 1.
Tengo una lista de cosas que molestan mucho, como la falta de ese hermoso sonido, y la ridícula ausencia de entrenamientos que supuso empezar la temporada sin estar preparados, y mucho más… Pero pueden ser temas menores en comparación a mi mayor preocupación: ¿por qué demonios han obligado a introducir estos Ultrasonic Fuel Flow Meters (UFFM) (sensores que controlan el flujo de combustible) a la vez que hay una restricción de 100 kg de combustible para la carrera?
El 'Ultrasonic Fuel Flow Meter' (gillsensors.com)El 'Ultrasonic Fuel Flow Meter' (gillsensors.com)
Según mi entender: ustedes han introducido una restricción de 100 kg de combustible como máximo para ser usada durante la carrera por cada coche, lo que significa que si un piloto está por encima (del consumo) durante toda la carrera se puede quedar sin gasolina antes de que termine la carrera, algo que en sí mismo va en contra de la naturaleza de la Fórmula 1, pero esto es otro tema.
‘Quedarse sin combustible porque se va demasiado rápido durante mucho tiempo’ como concepto es simple de entender para los aficionados, y sin duda sencillo de controlar por los comisarios: vigilas a los mecánicos introduciendo los cien kilos en el depósito, cierran la tapa, y si el coche llega hasta el final, bien, y si se queda sin combustible, es problema del equipo. Simple. Se acaba el juego.
Sin embargo, deciden complicar las cosas obligando a los equipos a añadir este ‘gadget’, el UFFM, (que es muy similar al Gardena que tengo para regar mi jardin), y que se supone mide la cantidad de combustible que entra en el motor y cuyo límite (de flujo) no debe pasar los 100 kilos por hora. Pero, ¿para qué necesitan este aparato? ¿Quedarse sin combustible no es suficiente limitación para pilotos y equipos? ¿No pueden imponerse a sí mismos la cantidad de combustible que quieren usar durante la carrera como parte de su estrategia?
Porque si se pasan, e intentan atacar demasiado, arriesgan a quedarse sin combustible, es fácil entender para gente como yo, incluso aunque no estemos de acuerdo con este formato de economía de consumo. Por tanto, la necesidad del UFFM, para mí, y aparentemente para la gran mayoría de los aficionados y gente con buenos contactos en la Fórmula 1, es inexistente. Y, para colmo, las unidades utilizadas para este propósito, suministradas por Gill Sensors, no son cien por cien fiables.
Quizás todos somos estúpidos, pero la necesidad del sensor debería ser explicada, particularmente al joven Daniel Ricciardo, a quien se tiró por tierra su gran día por el funcionamiento de su UFFM. Si empezó la carrera con 100 kilos de combustible y cruzó la línea de meta un par de horas después, en la mente de la mayoría no hizo nada mal. De hecho, debemos aplaudirle si hubiera estado quemando combustible, y después hubiera logrado llegar a la meta. Esto es inteligente, es estrategia, buen pilotaje, esto son las carreras, esto es Fórmula 1.
Además, le pregunto por qué sus comisarios en Melbourne necesitaron seis horas para tomar una decisión y descalificar a Ricciardo mientras el delegado técnico Jo Bauer informaba: “Durante la carrera, el coche número 3 ha superado de forma consistente el flujo máximo permitido de 100 kg/h”. Si ocurrió de forma consistente durante la carrera, ¿por qué el coche número 3 no recibio bandera negra? Hace falta una explicación. Charlie Whitingconfirmó después de la carrera: “Le recomendamos (a Red Bull) dos veces después de los entrenamientos y a las cinco vueltas de carrera que tomaran los pasos necesarios y cumplir con el reglamento”.
Para que conste, y aquí creo poder hablar de parte de millones de aficionados a la Fórmula 1, no somos los únicos cuando les pedimos que mantengan las cosas simples, y un tal Bernie Ecclestone parece estar de acuerdo con nosotros: “El reglamento, me parece, es un chiste. Si algo controla el flujo de combustible que utilizas durane la carrera, no hay necesidad de decir cuánto combustible puedes tener en la salida. Si usas demasiado te quedas sin él, parece ser algo simple, y no lo es”.
Aunque hay numerosas cuestiones que me gustaría que considerara en relación al deporte que amamos, la más urgente ahora –después de Australia- es porqué un trozo insignificante de plástico puede haber tenido un impacto tan significativo en la primera carrera de la temporada 2014, desluciendo su nueva era turbo.
La Fórmula 1 no debería decidirse en los despachos. La FIA responde de esto y nosotros, como aficionados, que somos el alma de cualquier deporte, merecemos una respuesta a esta cuestión. Espero su respuesta con interés, pero tampoco contendré la respiración esperando su respuesta.
Paul Velasco.