Tres interrogantes para Mario Draghi
María Gómez Silva
El BCE celebra esta semana su reunión semanal, en medio de una presión creciente para que pase a la acción. El presidente de la institución tiene tres posibilidades para intentar atajar las bajas tasas de inflación y la debilidad de la recuperación.
El Banco Central Europeo celebra su reunión mensual el próximo jueves, en medio de una presión creciente para que abandone las buenas palabras y se pase a los hechos. Las expectativas del mercado son máximas, aunque muchos analistas creen que Mario Draghi esperará un mes más, hasta junio, para tomar algún tipo de decisión. Repasamos las posibilidades que tiene sobre la mesa el presidente del BCE, antes de esta cita clave.
1.- El poder de la palabra. La primera posibilidad (y la más fácil) que tiene Draghi es repetir que hará todo lo necesario para salvaguardar la zona euro. Éste es el discurso que inauguró el aciago verano de 2012 y que le ha resultado muy eficaz hasta ahora.
"Parece fácil de entender que el ECB siga utilizando la política verbal más bien que aprobando medidas efectivas concretas. Por un lado, es complicado sentir urgencia para tomar medidas observando la continua mejora de las primas de riesgo que vemos y el optimismo hacia el futuro que muestran las encuestas de confianza. La realidad de fondo es que el mercado ya está haciendo parte del trabajo de estas medidas, sin provocar debates sobre mutualización de riesgos", explica José Luis Martínez, estratega de mercados de Citi.
No obstante, esta estrategia comienza a ser "cada vez menos efectiva y cotiza cada vez menos en los mercados", según advierte Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB, quien, no obstante, otorga un 100% de posibilidades a que Draghi opte por repetir esta estratagema el jueves.
2.- Recortar los tipos de interés y bajar la tasa de depósitos a la banca. Dentro de las medidas ortodoxas que el BCE puede poner en marcha sin levantar las suspicacias del poderoso Bundesbank está un recorte adicional de los tipos de interés desde el 0,25% actual hasta el 0,10% ó el 0,15%; acompañado de una bajada de la tasa de depósito hasta ponerla en negativo, de manera que los bancos europeos tuvieran que pagar por tener aparcado su dinero en el BCE. Bernal otorga un 50% de posibilidades a que el BCE opte por esta segunda opción en la reunión del próximo jueves.
No obstante, opina que ambas medidas son "de cara a la galería", pues los tipos de interés y la tasa de depósito ya están en niveles muy bajos. Más bien, esta opción serviría a Draghi para demostrar que su gestión "está en línea con el discurso que hace" y también para ganar algo tiempo para ver cómo evolucionan los datos macroeconómicos.
Lo mismo opina Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia: "Dado que seguimos en un escenario de tasas de inflación muy por debajo del objetivo del BCE desde hace unos meses, no descarto una bajada de tipos, si bien mi opinión es que su eficacia es vía expectativas y no por el efecto que dicha bajada pueda tener sobre la recuperación de la inversión. Con tipos ya tan bajos, la eficacia de nuevas bajadas es marginal". Eso sí, a su juicio "la bajada se interpretaría como que el BCE es sensible a la situación preocupante en la eurozona (la temida deflación) y que por tanto mueve ficha y actúa en lugar de decir como hasta ahora que está dispuesto a actuar", explica Maudos.
El catedrático de la Universidad de Valencia interpreta de manera similar la posible bajada del tipo marginal de los depósitos hasta tasas negativas: "Esa medida apenas tendría efectos sobre el crédito, ya que la banca europea en este momento solo tiene en la facilidad marginal de depósitos 29.532 millones de euros (la española 1.525). Resultaría insignificante si en lugar de estar inmovilizada fuera al crédito".
3.- Poner en marcha un programa de compra de activos a la americana (conocido como QE, según las siglas anglosajonas). Esta tercera posibilidad es más remota, si bien muchas casas de análisis han comenzado a barajarla de cara a finales de año, si la inflación no entra en vereda. Además, el propio BCE alimenta las esperanzas del mercado en este sentido con declaraciones en uno y otro sentido. La dificultad de que Draghi opte por esta posibilidad radica en que sale fuera de las medidas "habituales" que suele adoptar un banco central y, sobre todo, porque cuenta con la oposición de Alemania. No obstante, hay que reconocer que la inflación actual de la zona euro se encuentra muy por debajo del objetivo del BCE y que el crecimiento es renqueante. El BCE debería hacer algo y se le han agotado las medidas ortodoxas.
Asimismo, Francia ha impulsado un durísimo programa de ajustes y es lógico que pida contrapartidas al BCE, como por ejemplo una bajada del euro (desde niveles de 1,40 a 1,30-1,25, por ejemplo), que es una de sus reclamaciones clásicas de Francia para ayudar a impulsar la competitividad de sus exportaciones.
A este respecto, Joaquín Maudos cree que lo realmente eficaz sería una compra de deuda en dólares para favorecer la depreciación de euro. "Con esta medida se conseguirían dos objetivos: favorecer el crecimiento (vía exportaciones) y alejarnos del fantasma de la deflación al estimular la demanda", explica.
En todo caso, se desconoce la forma que tendría este programa (que según algunas fuentes el BCE ya ha comenzado a ensayar), aunque Bernal apuesta porque se trate de bonos privados, no públicos.
Respecto a las posibilidades de que el BCE sorprenda al mercado con una medida así el próximo jueves, Miguel Ángel Bernal le da unas posibilidades de entre el 10% y el 15%. Por su parte, José Luis Martínez explica que no espera una "QE" hasta "la parte final de año". En caso de aprobarse, opina que "tendría efectos mayores en bolsa que en deuda, dado que sus efectos en deuda ya los estamos viendo sin necesidad de que se aplique".
Bernal cree que la renta variable se podría disparar durante tres días pero, después, tocaría el momento de la reflexión para valorar la letra pequeña de la medida y considerar si el rally tiene fundamento.
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