Vaya por delante que yo soy uno de los engañados por Jenaro García. A diferencia de todos los que aseguran haber sabido con antelación el fraude de Gowex, el que escribe no fue capaz de adivinar la monumental mentira de este muchacho criado en el Rastro, donde debió aprender solo el arte de los trileros. Como a muchos periodistas, a éste que escribe le llamó hasta en tres ocasiones para venderme su pomada. Las dos primeras -el pasado año- me resistí porque le veía aparecer hasta en Radio Taxi, obsesionado como estaba por engordar mediáticamente su artificio. De hecho, su despacho estaba repleto de cuadros con los numerosos reportajes que todos los periódicos de este país le habían dedicado con páginas enteras de incienso. Un tipo que estaba en todos los lados no tenía interés periodístico. Olía raro.
A la tercera -a principios de este año- accedí por no ser maleducado y al observar que numerosos fondos institucionales españoles y extranjeros compraban acciones de Gowex. Hasta Javier Botín, a través de su broker JB Capital, ensalzó el encanto del negocio del wifi gratis. Se lo recomendó sin dudar a sus clientes premium. Comprar a saco. Muchos se forraron, multiplicaron por dos su inversión. El equivocado debía ser yo. Muy pocos como brokers, como Fidentiis, uno de los mejores del mercado, se negaron a cubrir el valor por falta de transparencia.
Me leí las cuentas, la auditoría y me fui a las oficinas del Paseo de la Castellana con la batería de preguntas incómodas. Tras hora y media de interrogatorio, Jenaro respondió a todas las cuestiones impertinentes (dónde estaba el negocio real, los ingresos y los devengos, la posición de caja, los posibles competidores…) con una seguridad espectacular. Me la tragué. Hasta aquí mi confesión.
Antonio Zoido, el máximo responsable del MAB, sigue escondido, sin explicar qué ha fallado para que Gowex haya utilizado el salón de su casa para engañar a miles de inversores, a los analistas y al reguladorAunque a uno no le consuela, lo cierto es que el calvo del wifi era un auténtico profesional. Burló a todos. A los inversores (también a los listos de ahora, que, vaya oportunidad perdida para el ego, no avisaron a tiempo), a los periodistas y, por supuesto, a los reguladores de Europa, de Estados Unidos y de España, porque Gowex cotizaba en el New York Stock Exchange Euronext (la versión europea de la Bolsa de Nueva York), en el Mercado Alternativo Bursátil nacional y la propia bolsa estadounidense, donde tenía emitidos American Depositary Receipt (ADR),las acciones americanas de las empresas del Viejo Continente. Había cola de bancos para preparar el salto de Gowex a Wall Street.
Teniendo en cuenta que, después de Bankia, lo de Gowex es el mayor escándalo de los mercados patrios -no perdamos de vista que los rotos que hicieron Rato y compañía fueron mucho mayores y afectaron a muchos miles más de inversores-, uno ha echado en falta que Antonio Zoido, el presidente de Bolsas y Mercados Españoles, haya salido a dar la cara, a dar explicaciones de cómo Jenarín utilizó su Bolsa para engañar a todo quisqui. En BME, que después de ocho años ha recuperado el precio al que debutó en su propia stock exchange, consideran que con el comunicado que enviaron el pasado domingo por la tarde y con ponerse a disposición de la Justicia es más que suficiente.
Entienden que salir a dar explicaciones como hicieron sin querer el gobernador del Banco de España (Luis Linde) y la presidenta de la CNMV (Elvira Rodríguez) solo serviría para que le pusieran colorao a su veterano jefe (casi 70 años y sin límite para seguir en el cargo). Pero en eso también consiste ser presidente de una sociedad cotizada como BME, en estar a las duras y a las maduras, en explicar por qué un inquilino de tu casa al que le cobras un alquiler por cotizar ha aprovechado tu salón para montar una estafa. No se cobra 1,82 millones de euros al año (por cierto, un 76% más que en 2012) solo para hacerse la foto con los altos directivos no sospechosos cuando hay algún acto conmemorativo en el Palacio de la Lealtad. Como hace dos meses en el 25 aniversario de Repsol en los mercados. ConAntonio Brufau sí posó, si hizo valer su galón de jefe de la bolsa española.
Como el fundador de Gotham, el primer ejecutivo de BME, que lleva 20 años en la poltrona, se formó en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology. Del primero se conoce su obra y gracia. Del segundo solo el silencioEl deseo de pasar desapercibido es tal que don Antonio, que lleva presidiendo la bolsa española casi veinte años, no tiene previsto bajar al parqué a dar la bienvenida al consejero delegado de Logista, Luis Égido, que se estrena en bolsa el próximo lunes. Porque el de Zafra (Extremadura) tiene una gran capacidad para esconderse, como Batman o como Gotham, el desconocido justiciero de Gowex, al que todavía nadie pone cara y ojos, del que todavía no se conoce en qué calle del domicilio fiscal de Delaware (Estados Unidos) tiene su escondrijo.
Curiosamente, el presidente de la bolsa española comparte más cosas de las que uno se pensaba con el supuesto líder de Gotham, Daniel Yu. Ambos se formaron en Boston, en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), de donde ha salido el mayor número de premios Nobel de la historia (77 por los 44 de Harvard). Por lo visto, ambos aprendieron a actuar con sigilo. De Yu ya sabemos cuál es su obra y gracia. De Zoido, estamos a la espera.
Cada día que pasa es tarde. Porque cuando cada cierto tiempo suceden estas cosas (Gescartera, Afinsa, Madoff, fondos inmobiliarios, preferentes, etc...) los responsables están obligados a decir esta boca es mia, a salir al mercado y explicar los hechos. La transparencia en bolsa es fundamental, empezando por el presidente. Porque hasta la fecha, salvo el convicto, nadie ha reconocido -ni el auditor, ni Ernst & Young, el broker, ni el MAB- ninguna culpabilidad. Muy típico de este país.