Ingredientes: 600 g de zanahorias, 180 g de cebolla picada, 50 g de apio picado, 40 g de jengibre, 100 g de limoncillo, 2 dl de zumo de naranja, 1 l de agua, 250 g de nata, 50 g de mantequilla, 2 cucharadas soperas de aceite de oliva, sal y pimienta. Además: 1 cucharada sopera de cebollino picado, 1 puñado de cacahuetes, 1 yogur natural, hojas de menta fresca y brotes de espinaca.
Elaboración: se cortan las zanahorias y el jengibre en rodajas y el limoncillo en trozos pequeños. Se rehoga la cebolla con la mantequilla y una cucharada de aceite en una cazuela durante 5 minutos sin que coja color. Se añaden el apio y la zanahoria y se deja 5 minutos más a fuego bajo. Se vierte el zumo de naranja y se agregan la nata y el agua. Se sala y se cuece a fuego medio 40 minutos. Pasado el tiempo se tritura, se incorporan el jengibre y el limoncillo y se cuece otros 20 minutos. Se cuela y se pone a punto de sal.
Acabado y presentación: la sopa, bien caliente, se vierte sobre una base hecha a partir de yogur batido, unas gotas de aceite de oliva, cebollino picado, cacahuetes, brotes de espinaca y las hojas de menta.
Mis trucos
El limoncillo o hierba limón tiene un sabor cítrico muy acusado. Da un contrapunto fantástico a las sopas y es todo un chispazo en curris, ensaladas, marinadas y conservas. También casa de maravilla con la leche de coco en platos de pescado, marisco o pollo.
Reinos de humo, por Benjamín Lana
Quién fue el mejor pintor del mundo en 2013 y qué lugar ocupaba en el ranking en 2011? ¿Y el segundo mejor escritor del planeta en 1984? ¿Ha arqueado usted las cejas en claro gesto de sorpresa? ¡Qué tendrá que ver el arte con las clasificaciones del fútbol o de la bolsa! Podríamos saber qué cuadro fue el más cotizado en 2013, pero de ahí nadie deduciría que su autor es el mejor del mundo porque su aportación a la humanidad va en paralelo a la de otros genios de su altura. La calidad de un escritor tampoco guarda relación directa con el número de ejemplares vendidos. El fenómeno de los best seller así lo atestigua.
En los últimos años de esplendor, de exaltación de la figura del cocinero-autor y de explosión de la creatividad, la cocina ha empezado a soñar con ser incluida en esa lista de disciplinas superiores que llamamos arte. Pero, a diferencia de lo que ocurre con ellas, se va embarrando en un proceso de frivolización, entre otros motivos por la aparición creciente de clasificaciones cada vez más simplistas y fatuas. Una sociedad que utiliza los números ordinales como principal y casi única herramienta para tratar de entender y aprehender la complejidad de la cultura humana camina hacia la superficialidad y la debilidad. ¿De verdad creen ustedes que El Celler de los hermanos Roca es peor este año que el pasado? ¿Que Elena Arzak era la mejor cocinera del mundo exactamente en 2012? ¿Se imaginan cambiando el ranking para subir o bajar a Vargas Llosa, ahora que ha muerto García Márquez?
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