Yanis Varoufakis: "No sé si podré hacer este trabajo"
Andreas Hoffmann y Marc Goergen - XL Semanal
No lleva corbata, ni escolta ni se muerde la lengua. El ministro de Finanzas griego es un político diferente y no solo en su país. También en Europa. Sus detractores lo tachan de bravucón. Sus fieles, de soplo de aire fresco. Del éxito de su gestión depende el futuro de Grecia e incluso la moneda única europea. Hablamos con él.
Han ido de capital en capital, buscando apoyos, pidiendo aplazamientos. El nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, y su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, saben lo que es estar con el agua al cuello. Grecia vive con la amenaza de quedarse sin dinero. Sin embargo, esa presión apenas se le nota a Yanis Varoufakis durante esta conversación en un hotel en Berlín, a la que acude sin corbata, sin ayudantes, sin guardaespaldas.
XLSemanal. En medio de la vorágine diplomática, ¿encuentra tiempo para reflexionar sobre su nuevo trabajo?
Yanis Varoufakis. Me gustaría tenerlo. Somos un Gobierno sin experiencia, y no nos han dado tiempo para empezar con el trabajo de los ministerios. Estamos trabajando a punta de pistola. El hecho de ir corriendo de reunión en reunión tras noches sin dormir prueba lo mucho que la crisis ha afectado al alma europea.
XL. ¿La política funciona como usted se esperaba?
Y.V. Por desgracia para Europa: sí. Pero nunca tuve expectativas muy altas... Me estoy dejando la piel en el ring porque me horroriza el estado en el que se encuentra la democracia europea. Si en Europa tenemos un déficit, es de democracia. Estamos transformando las instituciones que deciden sobre la vida de la gente en zonas sin democracia. Y de eso se aprovechan ciertos poderes oscuros.
XL. Ahora es ministro de Finanzas y puede hacer que las Bolsas tiemblen con solo una palabra. ¿Cómo se siente?
Y.V. Es un poder que preferiría no tener. No me mueve el poder. Puede sonar hipócrita, pero lo digo en serio. Y lo mismo se aplica a muchos miembros de nuestro Gobierno. Preferirían estar en la oposición. Se estaba bien en nuestro rinconcito a la izquierda [ríe].
XL. ¿Entonces por qué está usted en esto?
Y.V. Llevaba cinco años criticando esa política que asegura que no hay alternativa a nuestro rumbo actual. Y, un buen día, un hombre llamado Alexis Tsipras me preguntó: «Si llegamos al poder, ¿te gustaría poner en práctica tus ideas?». En momentos como ese tienes que ser consecuente con tus palabras. No es cuestión de si quieres o no quieres. Lo haces porque tienes que hacerlo.
XL. Es científico y profesor. ¿Qué le hace estar seguro de que es capaz de dominar el trabajo político?
Y.V. Nada en absoluto. No sé si podré hacer este trabajo. Quiero dar lo mejor de mí, pero no le diré que voy a tener éxito. Sería un necio o un mentiroso si lo hiciera, y no soy ninguna de las dos cosas. Lo que puedo hacer es trabajar día a día. Y veremos.
XL. Parece cambiar de opinión con frecuencia: primero amaga con que podrían ayudarlos los rusos, luego ya no...
Y.V. Eso no es cierto. Siempre he sido muy claro. «Primero quiere una quita, luego no quiere», eso dicen por ahí. Pero no. No. Llevo años diciendo lo mismo: cuando no se puede saldar una deuda, hay que recurrir a una quita. Se le puede llamar como se quiera, tanto el alemán como el griego son idiomas con gran inventiva. Pero lo importante es que la deuda griega no se puede pagar en un futuro cercano. A la quita que se produjo en 2012 ya la llamamos de otra manera. Grecia estaba en bancarrota, pero los europeos no quisieron admitirlo. Las pérdidas de los bancos debidas a la quita recayeron sobre el contribuyente griego y, al final, fueron transferidas a Bruselas, Berlín y Fráncfort. Aquello fue muy cínico. Lo que nos prestaron los europeos no fue por solidaridad, el dinero fue a parar a los bancos. Eso es lo que queremos cambiar.
XL. ¿Qué espera lograr de Angela Merkel y su ministro de finanzas, Wolfgang Schäuble?
Y.V. Angela Merkel es la política más astuta de Europa con diferencia, no cabe duda. Y Wolfgang Schäuble quizá sea el único político europeo con sustancia intelectual. Es un europeo convencido y un firme federalista.
XL. Pero una vez le atribuyó usted a Merkel un «pensamiento mágico». Fue hace dos años...
Y.V. Eso es mucho tiempo en la política europea. Creo que la cosa iba de cómo salir de la crisis. El Gobierno de Barack Obama había impulsado una política financiera expansiva y la Reserva Federal de los Estados Unidos hacía otro tanto con la política monetaria. Los británicos habían hecho recortes, pero su Banco Central inyectaba dinero en el sistema. Sin embargo, los europeos solo querían ahorrar. Eso nunca ha funcionado. Lo demuestra el pasado y la teoría económica. Creer en eso es lo que yo llamo 'pensamiento mágico'.
XL. Así que, según usted, solo hay que poner fin a la austeridad y todo irá sobre ruedas. Si tan sencillo es, ¿por qué en Europa nadie ha llegado a esa misma conclusión?
Y.V. Tenemos que mejorar nuestra coordinación. Muchos políticos europeos no tienen valor para salirse del camino marcado.
XL. Hombre, los países persiguen sus propios intereses...
Y.V. Y logran el efecto contrario. Quizá consigan alcanzar un equilibrio de intereses, pero se trata de un equilibrio terrible que conduce a una depresión como la de los años treinta del siglo pasado. O a una deflación como la que tenemos ahora. En Europa tenemos un nivel de endeudamiento muy alto, pero en el mercado financiero de Fráncfort hay miles de millones de euros parados, sin usar. De esta situación solo se puede salir con un New Deal como el de los Estados Unidos en los años treinta: el Estado invirtió ese dinero improductivo y, cuando la gente vio que se construían casas, se hacían carreteras, que los trabajadores tenían dinero, empezaron a invertir dinero ellos también.
XL. Usted mismo se vio afectado por la crisis, se marchó de Grecia hace dos años y se fue a Texas a dar clases en la universidad.
Y.V. Ya no podía seguir con mi trabajo, se habían producido muchos recortes en la facultad. Cuando me hice cargo del Ministerio de Finanzas, algunos me dijeron: «Tienes suerte... Si las cosas no funcionan aquí, siempre puedes volverte a Texas». Pero no, no es eso lo que quiero. Dejé mi puesto en Austin. De hecho, mientras hablamos ahora, mi mujer está desmontando nuestra casa allí.
XL. También se dice que recibió amenazas de muerte.
Y.V. Eso fue en 2011.
XL. ¿Y por qué fue?
Y.V. En aquella época ayudaba a periodistas a destapar escándalos bancarios. Una noche sonó el teléfono y una voz me preguntó si mi hijo [en rigor, su hijastro, Nicolas, hijo de su actual mujer] había llegado ya a casa. Luego, me describió el camino por el que había venido. Y dijo: «Si quiere que su hijo siga volviendo a casa, deje de investigar los negocios de los bancos». Ese fue otro de los motivos que me llevó a Texas.
XL. ¿Quién se encontraba detrás de aquellas amenazas?
Y.V. No tengo ni idea. Tampoco tenía miedo por mí. Pero si el objetivo es un hijo, tienes la obligación de hacer algo.
XL. En Grecia, los bancos forman parte de una élite de superricos que se han beneficiado de la crisis.
Y.V. Sí, pero los aplastaremos.
XL. ¿Cómo?
Y.V. Todavía no lo sé. Pero los tumbaremos. Para ello necesitamos la ayuda de los alemanes. Somos el primer Gobierno que se propone acabar de verdad con los cárteles de nuestro país.
XL. Pero si Grecia ni siquiera ha sido capaz de crear un sistema impositivo que funcione.
Y.V. El Gobierno anterior se limitó a fingir que quería hacer reformas. Basta con fijarse en su legislación fiscal, que concedía una especie de inmunidad fiscal a las personas a las que había que gravar. Es como preguntarle a un pavo si quiere que lo sacrifiquen por Navidad.
XL. ¿Y cómo quiere cambiar esa situación?
Y.V. Ahora contamos con una buena base de datos y sabemos cuánto dinero ha salido de Grecia y se ha transferido a cuentas en Europa y en otras partes del mundo. Al menos es lo que me dice la gente de mi ministerio. Podría saberlo con mayor exactitud si no tuviera que estar todo el tiempo de una punta a otra de Europa suplicando un poco de aire para respirar. Tenemos casos de personas que durante el año pasado se llevaron al extranjero 1500 millones de euros, pero que no han pagado más de 5000 euros anuales de impuestos en los últimos 20 años. ¿Cómo es posible? Hay que usar esos datos.
XL. ¿Se refiere a la lista que Christine Lagarde, la presidenta del Fondo Monetario Internacional, envió a Atenas con los nombres de 2059 griegos con cuentas en Suiza?
Y.V. La lista Lagarde solo afecta a un banco. Nosotros tenemos una lista de todos los bancos y de todas las transferencias. Mis empleados dicen que, hasta ahora, se les impedía perseguir esos casos desde las altas instancias.
XL. Parece usted el modelo del antipolítico. Vuela en clase turista, monta en moto. ¿Todo este simbolismo no lo desvía de los verdaderos problemas?
Y.V. No tiene nada que ver con simbolismos. Hace días, en Roma, había coches de la Policía abriéndonos paso. Esas cosas me ponen enfermo. ¡No teníamos prisa, no llegábamos tarde! Todavía quedaba una hora para la reunión. No soy tan especial como para que corten el tráfico. Quiero seguir viviendo mi vida. Quiero seguir montando en moto e ir a casa andando. ¿Tengo que ser desgraciado solo porque ahora soy ministro? Hay gente que me dice: «¿Por qué te vistes así?». ¡Si siempre me he vestido así! ¿Por qué debo cambiar?
XL. En sus primeros días como ministro se le veía casi siempre con una cazadora de cuero. Ya no la lleva.
Y.V. Si estuviéramos en Grecia, la llevaría. En mi país, nunca llevo corbata. Ni siquiera me la puse en la Cámara de los Lores británica. ¿Tengo que llevar corbata por ser ministro? Si obligas a alguien a vestirse de romano, empieza a pensar de otra manera. Y yo no quiero pensar de otra manera.
XL. Hace poco escribió en su blog que no quería convertirse en político. ¿Por qué?
Y.V. Aprecio el debate y la dialéctica socrática. En una discusión, unos aprenden de otros. Pero mire los debates del Parlamento o la televisión. Tratan de aniquilar y destruir al otro. Si acabo convirtiéndome en alguien así, deberían fusilarme.
Privadísimo
-De familia de clase media, estudió en un exclusivo colegio privado.
-Su padre, ingeniero, estuvo en prisión por pelear en el bando comunista en la guerra civil de 1946-1949.
-Su madre fue feminista del Sindicato de Mujeres de Grecia.
-Vivió en el Reino Unido hasta el tercer mandato de Thatcher. No lo soportó más y se fue a Australia en 1988.
-Rechazó la nacionalidad británica al marcharse a Sídney. Obtuvo la australiana, que mantiene con la griega.
-En su blog habla de su vida privada. Tiene miles de fans en Twitter.
-Casado con la artista griega Danae Stratou, tiene una hija Xenia de una relación anterior. Ella vive en Australia.
-Habla cada día con Xenia por Skype. Es un pilar de su vida.
-Su último libro, El minotauro global, se ha agotado en España. Escribe su nombre con una sola 'n' por motivos estéticos.
Toda una vida... de 'casual sport'
«Hay gente que me dice: '¿Por qué te vistes así?'. ¡Si siempre me he vestido así! ¿Por qué debo cambiar? ¿Por ser ministro?». Arriba, con su actual mujer, la artista Danae Stratou. Abajo: en sus tiempos de profesor universitario en Sídney.
LOS INTOCABLES DE GRECIA
El mayor puerto de yates del país, la marina de Flisvos, es propiedad de Spiros Latsis, el hombre más rico de Grecia. Aquí tiene anclado su yate, de 122 metros de eslora, donde se han paseado desde el príncipe Carlos hasta George Bush. Discreto, es difícil cuantificar su riqueza. En 2008 ocupaba el puesto 68 de la lista Forbes, con 11.000 millones de dólares. La crisis le causó graves pérdidas, pero el Eurobank que forma parte de su imperio financiero sobrevivió gracias al rescate bancario de la UE. El tambaleante banco recibió una inyección de más de 4000 millones de euros... solo en 2012.
-EL VERDADERO PODER EN GRECIA: Latsis y un puñado de multimillonarios son quienes ostentan el poder real en Grecia. Algunos primeros ministros han llegado a someter a la aprobación de estos oligarcas sus gabinetes. Según el banco suizo UBS, 559 multimillonarios acumulan una fortuna equivalente a la mitad de todo el PIB griego. Una cuarta parte se la reparten los 11 más ricos. Mientras el país sufre recortes, estos millonarios han aumentado su riqueza de 14.000 millones de euros a casi 17.000 entre 2013 y 2014.
-EL CLAN DE LOS ARMADORES: Los armadores controlan un 15 por ciento del transporte marítimo mundial, y sus ganancias ascienden a 17.000 millones de euros al año. Pero no pagan apenas impuestos. La exención fiscal sobre sus ganancias está incluso garantizada por la Constitución. Además, según denuncia la revista alemana Stern, al Estado se le escapan miles de millones al año por culpa del petróleo introducido en el país de forma ilegal, y al margen de impuestos, y que luego se vende como combustible en las gasolineras del país a precio de mercado. Clan Vardinoayannis
-¿EL SECRETO? CREARSE LEYES A MEDIDA: El clan Vardinoyannis, con una fortuna de 600 millones de euros, se ha hecho tan poderoso que ha barrido del mercado griego a la multinacional Shell. Desde este año, ya no hay ni una sola gasolinera de Shell en Grecia. Una serie de sucesivas leyes, de carácter cuestionable, había ido haciendo que el negocio le resultara cada vez menos rentable a la multinacional. Finalmente, ante una disposición que obligaba a la empresa a mantener almacenadas enormes cantidades de petróleo como «reserva nacional de seguridad», Shell tiró la toalla.
-PERIODISTAS AMENAZADOS: Por ejemplo: 20 cámaras vigilan la casa de Kostas Vaxevanis, el periodista de investigación más reputado, desde que cuatro hombres asaltaron su casa. En el caso se vio implicado un agente de los servicios secretos.
-LOS PAPELES DE WIKILEAKS: Los magnates griegos no se han reunido ni una vez para ofrecer consejo y ayudar para sacar al país de la crisis. En uno de los cables de los Estados Unidos publicados por Wikileaks se hablaba de una red: «Un pequeño grupo de magnates está estrechamente vinculado con la política mediante el parentesco, las bodas o el adulterio. Sus relaciones son más complejas que las de los dioses y semidioses de la mitología griega».
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