lunes, 19 de octubre de 2015

China , gran preocupación de Fondo....

El banco de inversión francés Société Générale (SG) ha puesto a un equipo de especialistas en distintos activos (bolsa, divisas, bonos, materias primas) a analizar en profundidad las implicaciones de la crisis de las materias primas, para concluir si los sustos bursátiles de agosto y septiembre están justificados. De su estudio de 63 páginas, lo que ha puesto los pelos de punta a muchos en el mercado es un 'chart' en el que relaciona un posible aterrizaje brusco de la economía china con los índices de Wall Street. A su juicio, si ese ecenario se da,el S&P 500 puede irse a los mínimos de la crisis financiera de 2008, en torno a 800 puntos, cuando actualmente está por encima de 2.000.
Y ojo, porque un 'hard landing' en China no significa entrar en recesión; lo que SG entiende por ese concepto es que el crecimiento del PIB baje desde el 6,9% en 2015 al 3% en 2016, algo que no parece tan descabellado a la vista de la continua sucesión de datos económicos que muestran una clara ralentización de la actividad económica en la segunda economía mundial.

Impacto del escenario de estrés en el S
Impacto del escenario de estrés en el S
En caso de que eso ocurra, este banco de inversión asume que los beneficios empresariales en EEUU caerían un 10% en 2016 y se mantendrían planos en 2017, con lo que la prima de riesgo de la bolsa norteamericana se dispararía hasta el 7%, los niveles que alcanzó en la crisis subprime y en la crisis de la zona euro y el rescate a España de 2012.
Eso implicaría un derrumbe del S&P 500 hasta la zona de 800 puntos,aproximadamente un 60% desde los niveles actuales. Ahora bien, este 'shock' forzaría a los los bancos centrales a adoptar políticas más agresivas para apoyar al mercado y evitar que entre en tendencia bajista. Eso provocaría unfuerte rebote posterior (vuelta en V), respaldado también por la vuelta en crecimiento en China. Es la línea roja del gráfico adjunto.

Escenario de la década perdida: caída del 30%

Es cierto que no es el escenario principal de SG, aunque le otorga una probabilidad nada desdeñable del 30%. A su juicio, es más factible otro escenario también bastante negativo, que es una década perdida en los mercados emergentes (probabilidad del 40%). En ese caso, la reacción del mercado no sería tan dramática pero también habría que abrocharse el cinturón de seguridad: el S&P caería en torno al 30% hasta 1.400 puntos con una prima de riesgo en el 5% y unos beneficios empresariales estancados entre 2015 y 2017.
Después de esta fuerte caída, SG apuesta por una recuperación muy rápida hacia finales de 2016 gracias a la recuperación que espera en los precios de las materias primas y, de nuevo, la actuación de los bancos centrales. Posteriormente, la bolsa se mantendría plana, lo que da una evolución en forma de raíz cuadrada (línea gris del gráfico), en que los mercados europeos lo harían peor inicialmente que Wall Street, aunque posteriormente recuperarían con más fuerza.

¿Cómo protegerse de la volatilidad?

En cualquier caso, SG alerta de que el mercado es muy vulnerable a la evolución de las materias primas y de los países emergentes, y las incertidumbres son muy grandes, por lo que hay que estar preparados para una elevada volatilidad. Para protegerse de ella, propone una serie de estrategias; una de ellas es ponerse alcista (largo) en el S&P 500 y bajista (corto) en el índice mundial MSCI Wolrd, porque considera que, en estos períodos de alta volatilidad, EEUU suele hacerlo mejor que el resto del mundo por su mayor liquidez y la menor exposición de la empresas norteamericanas a Asia.
Otra opción es ponerse corto en el Dax alemán y largo en el índice paneuropeo Stoxx 600, ya que el Dax está lleno de empresas exportadoras muy ensibles a China y a los mercados emergentes. Finalmente, SG propone estar largo en inmobiliarias europeas y corto en empresas de bienes industriales, ya que estas últimas están muy correlacionadas con las emergentes y las primeras pueden actuar como refugio: tienen una exposición puramente nacional y se beneficiarían de la caída de las rentabilidades de los bonos en un escenario de estrés.

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