¿Es Arabia Saudí el nuevo Lehman Brothers?
El responsable de la entidad encargada de regular los mercados de valores de Italia considera que solo una recuperación de los precios del petróleo puede evitar un nuevo ‘shock’ financiero
Extracción petrolífera
David Penado / 26-07-2016 • 09:00
Arabia Saudí contrato hace unas semanas a J.P. Morgan, HSBC y Citigroup con el propósito de que estas entidades ayuden al reino de los Saud a completar su debut en la emisión de deuda pública denominada en dólares. Una operación que, según The Wall Street Journal, no ha concretado aún su fecha, pero sí se sabe que llegará al menos a los10.000 millones de dólares.
Este hecho sin precedentes, se ha convertido sin embargo en tendencia en la región ya que sus vecinos del Consejo de Cooperación del Golfo han realizado operaciones similares en las últimas semanas. Así, Qatar emitió 9.000 millones de dólares en deuda el pasado mayo; el emirato de Abu Dhabi otros 5.000 en abril; y la propia Arabia Saudi solicitó un préstamo de otros 10.000 millones de dólares a un consorcio internacional en el que ya se encontraban las grandes instituciones financieras globales a las que ahora ha recurrido de nuevo.
La caída de los precios del gas y del petróleo es sin duda el principal factor que explica esta serie de medidas inauditas entre los países del Golfo dada la merma de ingresos y el deterioro de las finanzas públicas que ha supuesto para ellos. Así, la monarquía saudí llegó a alcanzar en 2015 un déficit de hasta el 16% de su PIB, mientras que su deuda pública lo hizo al 10%.
Unas cifras que sólo se pueden entender en toda su magnitud si se tiene en cuenta que aún en 2011 el superávit fiscal de la monarquía saudí era de un 20% del PIB y su deuda pública inexistente. Todo ello ha traído igualmente aparejadas medidas de ajuste como recortes en el gasto público, venta de activos en el extranjero o incluso que el país de los Saud se haya visto obligado a tirar de sus reservas en otras divisas.
Más de 100.000 millones de dólares de las mismas habrían sido utilizados por su Banco Central en el escaso año y medio que ha transcurrido desde enero de 2015, lo que llevó al FMI a alertar que, de continuar así, el país del Golfo podría agotar sus reservas antes de los próximos cinco años. Siempre y cuando, eso sí, el precio del petróleo no repuntasen ya que, pese a haberse recuperado hasta los 50 dólares el barril desde los 27 que alcanzó a principios de año, sigue aún lejos del entorno de los 100 en el que se situaba en 2014.
Una situación que demuestra, en primer lugar, la elevada dependencia de la economía del ‘oro negro’ en un país en el que el petróleo representa el 80% de sus ingresos. Pero también cambios en la geopolítica global de más largo alcance; y una nueva amenaza para la economía mundial, en un plazo mas inmediato.
Por un lado, gracias al ‘shale oil’ o petróleo de esquisto, así como a su mayor participación en el mercado iraní e iraquí de petróleo, EE.UU. ha reducido su dependencia de su socio tradicional en la región. De esta forma, ha podido mantenerle el pulso al reino de los Saud, quienes pretendía utilizar el escenario de precios bajos para expulsar a sus competidores de ‘shale oil’ del mercado.
Sin embargo, los bajos tipos de interés de la Reserva Federal han permitido la supervivencia financiera de este tipo de explotaciones, mientras que la jugada se ha vuelto en contra de los saudíes, por la caída de ingresos prolongada que ha supuesto para su economía. Una situación que ya ha sido detectada por los especuladores financieros internacionales, que ya han empezado a apostar contra la moneda saudí y el tipo de cambio fijo que mantiene respecto al dólar.
En esta línea, el responsable de Consob, la entidad italiana encargada de regular sus mercados de valores, Marcello Minnena, ha señalado que el escenario más probable es el de una devaluación del rial. Y es que pese a que aunque las reservas del Banco Central Saudí serían aún suficientes para aguantar un ataque especulativo global contra su moneda durante por lo menos 18 meses, ello supondría la venta de activos estadounidenses para sustituirlos por otros denominados en su propia divisa.
O lo que es lo mismo: a una política monetaria restrictiva que reduciría la cantidad de dinero circulante en su economía y provocaría “substanciales efectos recesivos y deflacionarios”. Por ello, Minnena pronostica que a no ser el precio del barril de petróleo alcance al menos los 60 dólares por barril, las autoridades saudíes optaran por abandonar su vinculación al dólar para así intentar controlar el malestar en una población local poco acostumbrada a reveses de tipo económico.
Un escenario que, según este economista, implicaría la caída de los precios del petróleo a mínimos desconocidos, lo que, a su vez, golpearía a las economías emergentes. Y como resultado final, una nueva contracción de la demanda global que afectaría en primer lugar a las exportaciones europeas.
Un pronóstico en absoluto esperanzador que, sin embargo, se ve respaldado en que la probabilidad de una devaluación del rial en el periodo de un año es ya del 25% si se tiene en cuenta el diferencial entre el tipo de cambio al contado (spot) y a plazo (forward). Del mismo modo, los pronósticos de las agencias de calificación no son mucho más alentadores ya que Standard & Poor’s y Fitch rebajaron de categoría la deuda saudí a principios de año; mientras que Moody’s lo acaba de hacer por segunda vez en este ejercicio.
Este hecho sin precedentes, se ha convertido sin embargo en tendencia en la región ya que sus vecinos del Consejo de Cooperación del Golfo han realizado operaciones similares en las últimas semanas. Así, Qatar emitió 9.000 millones de dólares en deuda el pasado mayo; el emirato de Abu Dhabi otros 5.000 en abril; y la propia Arabia Saudi solicitó un préstamo de otros 10.000 millones de dólares a un consorcio internacional en el que ya se encontraban las grandes instituciones financieras globales a las que ahora ha recurrido de nuevo.
La caída de los precios del gas y del petróleo es sin duda el principal factor que explica esta serie de medidas inauditas entre los países del Golfo dada la merma de ingresos y el deterioro de las finanzas públicas que ha supuesto para ellos. Así, la monarquía saudí llegó a alcanzar en 2015 un déficit de hasta el 16% de su PIB, mientras que su deuda pública lo hizo al 10%.
Unas cifras que sólo se pueden entender en toda su magnitud si se tiene en cuenta que aún en 2011 el superávit fiscal de la monarquía saudí era de un 20% del PIB y su deuda pública inexistente. Todo ello ha traído igualmente aparejadas medidas de ajuste como recortes en el gasto público, venta de activos en el extranjero o incluso que el país de los Saud se haya visto obligado a tirar de sus reservas en otras divisas.
Más de 100.000 millones de dólares de las mismas habrían sido utilizados por su Banco Central en el escaso año y medio que ha transcurrido desde enero de 2015, lo que llevó al FMI a alertar que, de continuar así, el país del Golfo podría agotar sus reservas antes de los próximos cinco años. Siempre y cuando, eso sí, el precio del petróleo no repuntasen ya que, pese a haberse recuperado hasta los 50 dólares el barril desde los 27 que alcanzó a principios de año, sigue aún lejos del entorno de los 100 en el que se situaba en 2014.
Una situación que demuestra, en primer lugar, la elevada dependencia de la economía del ‘oro negro’ en un país en el que el petróleo representa el 80% de sus ingresos. Pero también cambios en la geopolítica global de más largo alcance; y una nueva amenaza para la economía mundial, en un plazo mas inmediato.
Por un lado, gracias al ‘shale oil’ o petróleo de esquisto, así como a su mayor participación en el mercado iraní e iraquí de petróleo, EE.UU. ha reducido su dependencia de su socio tradicional en la región. De esta forma, ha podido mantenerle el pulso al reino de los Saud, quienes pretendía utilizar el escenario de precios bajos para expulsar a sus competidores de ‘shale oil’ del mercado.
Sin embargo, los bajos tipos de interés de la Reserva Federal han permitido la supervivencia financiera de este tipo de explotaciones, mientras que la jugada se ha vuelto en contra de los saudíes, por la caída de ingresos prolongada que ha supuesto para su economía. Una situación que ya ha sido detectada por los especuladores financieros internacionales, que ya han empezado a apostar contra la moneda saudí y el tipo de cambio fijo que mantiene respecto al dólar.
En esta línea, el responsable de Consob, la entidad italiana encargada de regular sus mercados de valores, Marcello Minnena, ha señalado que el escenario más probable es el de una devaluación del rial. Y es que pese a que aunque las reservas del Banco Central Saudí serían aún suficientes para aguantar un ataque especulativo global contra su moneda durante por lo menos 18 meses, ello supondría la venta de activos estadounidenses para sustituirlos por otros denominados en su propia divisa.
O lo que es lo mismo: a una política monetaria restrictiva que reduciría la cantidad de dinero circulante en su economía y provocaría “substanciales efectos recesivos y deflacionarios”. Por ello, Minnena pronostica que a no ser el precio del barril de petróleo alcance al menos los 60 dólares por barril, las autoridades saudíes optaran por abandonar su vinculación al dólar para así intentar controlar el malestar en una población local poco acostumbrada a reveses de tipo económico.
Un escenario que, según este economista, implicaría la caída de los precios del petróleo a mínimos desconocidos, lo que, a su vez, golpearía a las economías emergentes. Y como resultado final, una nueva contracción de la demanda global que afectaría en primer lugar a las exportaciones europeas.
Un pronóstico en absoluto esperanzador que, sin embargo, se ve respaldado en que la probabilidad de una devaluación del rial en el periodo de un año es ya del 25% si se tiene en cuenta el diferencial entre el tipo de cambio al contado (spot) y a plazo (forward). Del mismo modo, los pronósticos de las agencias de calificación no son mucho más alentadores ya que Standard & Poor’s y Fitch rebajaron de categoría la deuda saudí a principios de año; mientras que Moody’s lo acaba de hacer por segunda vez en este ejercicio.
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