martes, 26 de julio de 2016

Los Males deflaccionarios....

La noticia buena es que el precio de los combustibles continúa bajando, y eso aumenta la renta disponible de familias y empresas. La mala es que España continúa coqueteando con la deflación. Y lo que no es menos relevante, la evolución de los precios hace más difícil cumplir con los objetivos de déficit público, toda vez que la referencia es el PIB nominal (con inflación).
El Instituto Nacional de Estadística (INE) no dará a conocer el indicador adelantado del IPC de julio hasta el próximo día 29, pero por lo que se conoce hasta ahora, es muy probable que suponga el regreso a la senda descendente de la inflación, que en julio se sitúo en el -0,8% en tasa interanual.
Lo que se sabe hasta ahora es que este mes los carburantes han caído de forma significativa. En concreto, el precio de la gasolina de 95 octanos ha caído un 3% desde últimos de junio, mientras que en el caso del gasoil de automóviles el descenso ha sido del 1,7%.
 Foto: EFE.
Foto: EFE.
Los precios son los que ha enviado el Gobierno a Bruselas, que semanalmente recopila los datos de los países miembros. Y lo que dice esa información es que el litro de gasolina de 95 se sitúo de media el pasado 18 de julio en 1,14 euros, por debajo de los 1,18 que marcaba a finales de junio. Igualmente, y en el mismo periodo, el gasoil ha pasado de 1,047 euros a 1,030.
No es este el único precio de los combustibles que ha rebajado el precio. El Ministerio de Industria anunció hace unos días un recorte del 4,9% en el precio de la bombona de butano, hasta los 11,27 euros. Desde marzo de 2015, el precio de la bombona acumula un descenso del precio superior a los seis euros, equivalente a una bajada del 35%.
El descenso de los precios tiene que ver, sobre todo, con la evolución del petróleo en los mercados internacionales, toda vez que en julio el euro se ha debilitado frente al dólar. En concreto, se ha depreciado un 1,8%, hasta las 1,10 unidades. Pese a ello, los combustibles han bajado. Y si se observa lo que ha sucedido desde enero, el resultado es más significativo. Entre enero y mayo, el valor de las importaciones de productos energéticos (principalmente petróleo y gas) se ha desplomado un 32%, lo que ha ayudado a aminorar el déficit comercial (6.521 millones)
El efecto es inmediato sobre la evolución del Producto Interior Bruto. Por un lado, tiende a acelerarse (al reducirse la aportación negativa del sector exterior al crecimiento de la economía). Pero, por otro, el deflactor del PIB (la inflación total que soporta la economía) también es menor, y eso afecta al nivel de déficit y deuda pública.
En el primer trimestre de este año, el deflactor del PIB hizo una aportación negativa de dos décimas al crecimiento del Producto Interior Bruto. Esto no había sucedido en los últimos cuatro trimestres, algo que explica que el PIB nominal, prácticamente con el mismo crecimiento económico, pasara del 4,3% anual al 3,2%. Y es muy probable que en el segundo trimestre haya sucedido algo similar.

“Sorpresas negativas”

El propio Gobierno, en sus alegaciones a Bruselas para evitar la multa, llegó a estimar que siete de las nueve décimas que se desvió el déficit público en 2015 tienen que ver con la evolución del PIB nominal. Y algo parecido está sucediendo en 2016.
Como sostenía la Autoridad Fiscal Independiente (Airef) en su último informe, las previsiones de inflación observadas en el primer semestre han supuesto“constantes sorpresas negativas” (tasa media anual del -0,8% en los primeros seis meses del año), lastradas principalmente por la moderación en la inflación subyacente, ya que no se aprecian bajadas adicionales de los precios del petróleo.
Foto: Reuters.
Foto: Reuters.
Ese informe, sin embargo, todavía no tiene en cuenta la evolución de los precios del petróleo en julio, que, como se ha dicho, ha sido también a la baja. La Airef estimó que las previsiones para la segunda mitad del año son “ligeramente más positivas” debido a dos factores: la estabilización de los precios del petróleo y la presiones al alza de la inflación subyacente (sin energía ni alimentos no elaborados) por traslación a salarios de la mejoría en el mercado de trabajo y la recuperación de la financiación a empresas y hogares.
Esa mejora en la inflación subyacente, sin embargo, está por llegar. La inflación subyacente, que marca mejor la tendencia de los precios, ha pasado del 1,1% en marzo al 0,6% en junio, lo que significa que lejos de incrementarse, se está reduciendo comprometiendo el PIB nominal.
La actualización del Programa de Estabilidad 2016-19 enviado por el ministro De Guindos a Bruselas estima que tanto este año como el siguiente el PIB nominal avanzará un 3,7%, pero lo cierto es que en estos momentos está creciendo un 3,2% y nada indica que se pueda producir un incremento, salvo que los precios del petróleo se disparen o el euro se deprecie con fuerza. Y ahora está sucediendo lo contrario.

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