Y es que no debe ser fácil estar casado con la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, y, al mismo tiempo, recorrer el mundo dando su opinión sobre los más variados asuntos. Al fin y al cabo, como alguien dijo, ser premio Nobel da una ventaja sobre el resto de los mortales. El galardonado puede hablar sobre cualquier cosa y se convierte, de inmediato, en fuente de autoridad.
Akerlof, sin embargo, sí que sabe una cosa. No puede hablar de cuestiones sobre las que su poderosa esposa tiene jurisdicción, y eso explica que cuando se le hace una pregunta 'incómoda' o la respuesta corre el riesgo de moverse en un terreno resbaladizo, esboce una dulce sonrisa para decir a continuación: 'No comment'. Al tiempo que pide sentidas disculpas por su 'osadía'. Sin duda, porque Akerlof es un hombre de exquisita educación, cuya mayor contribución al pensamiento económico tiene que ver con la información asimétrica. Es decir, aquella que se produce cuando uno de los dos agentes que participan en una transacción económica posee más información que el otro, lo cual sesga la naturaleza y el contenido del contrato.
Ha estado recientemente en Madrid para participar en el Foro de la Economía del Agua, un evento del máximo nivel, en que ha llamado la atención sobre los múltiples errores que comenten los ciudadanos por no disponer de la información suficiente. Y en estos tiempos, un ejemplo de libro es el Reino Unido tras el Brexit. Muchos británicos se abstuvieron en el referéndum o votaron a favor sin tener en cuenta las consecuencias.
"En cada elección", sostiene Akerlof, "puedes tener la preocupación de si los votantes tienen la información correcta en relación a lo que votan, parece que en el Brexit, según dice la prensa británica, los votantes que votaron a favor ahora dicen que no entendieron cuáles serían las consecuencias. Y es que es muy duro para los votantes saber exactamente cuáles serían esas consecuencias. Vosotros sois periodistas profesionales y yo soy un economista profesional. Esta es la típica cosa sobre la que nosotros pensamos mucho, pero no podemos imaginar que el resto del público vuelque su tiempo en esto. Y ahora es duro para ellos observar cuáles son las consecuencias de la legislación. Tienen sus vidas normales, con trabajos normales y cuidan de sus hijos, y esa es su mayor preocupación. Es fácil no prestar atención a los detalles".
Efectos secundarios
Según Akerlof, los detalles son los que a menudo se escapan del análisis. Algo que puede explicar fenómenos como la corrupción. "Uno de los mayores problemas de la corrupción es el coste que supone", asegura. Y es verdad, sostiene, que hay que huir de ella por su elevado coste económico. Pero dicho esto, asegura que "hay una cuestión mucho más importantes que no se puede observar científicamente". Y en concreto, cita que los ciudadanos "pierden la fe en el Gobierno, en lo que puede hacer y en lo que debería hacer". El Gobierno, concluye, pierde su legitimidad, y eso tiene un efecto secundario, algo que a la larga "es mucho más importante que el efecto primero de la corrupción".¿Subir los salarios es la solución? Akerlof desconfía de la implantación de un salario mínimo en países que no lo tienen, pero admite que la creciente desigualdad tiene mucho que ver con el hecho de que los trabajadores de menor cualificación hayan visto cómo sus nóminas crecían menos. "La distancia entre el 99% y el 1% más rico está aumentando año tras año", concluye.
En los últimos años, crisis y calentamiento global han ido de la mano. Y su conclusión no deja lugar a dudas: "Algo que no tenemos todavía es una historia apropiada que motive a la gente a preocuparse del tema tanto como debería. De alguna forma, lo que necesitamos es la gran película, la gran novela de ficción, el gran artículo de periódico... Necesitamos llevarnos el problema a casa. Algo que sea emocional para nosotros. Eso es lo que no tenemos en lo que afecta al calentamiento global". Y recuerda, en este sentido, que en EEUU, a mediados del siglo XIX, la publicación de 'La cabaña del tío Tom' supuso un gran impacto contra la esclavitud.
Caso Volkswagen
Lo que sí aparecerá es el caso Volkswagen, un asunto, precisamente, que tiene mucho que ver con la información asimétrica: el vendedor (la compañía de automóviles) tenía mucha más información que el comprador (que confiaba en las emisiones que indicaba el libro de uso del vehículo).
"Me parece que Volkswagen está pagando un precio muy alto por esto. Está demandado en EEUU y no sabemos hasta dónde puede llegar. Debería ser suficiente para que Volkswagen fuera muy cauteloso para no volver a hacer esto. Volkswagen siempre ha sido una buena compañía, y deberían tomarlo como un punto de inflexión y desarrollar una cultura en la que esto no vuelva pasar nunca, nunca más. Y el resto de las compañías se subirían a sus hombros y serían más cuidadosas. Han pagado un precio alto. Y es apropiado".
"Otra cuestión", continúa, "es si debería haber una acusación criminal. No me gusta nada que la gente vaya a la cárcel, pero siento, con lo que han hecho hasta ahora, siento que sí, es necesario que sean procesados, porque de otro modo la gente perderá la fe en el sistema. Es lo mismo que con la corrupción. Necesitamos que la gente tenga fe en el sistema. Y a la gente que ha hecho daño serio y ha violado la ley, deberíamos perseguirla".
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